Los precios de los alimentos alcanzaron los niveles más elevados en una década

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El crecimiento económico de América Latina y El Caribe enfrenta un futuro incierto

La suba de los precios de los commodities se debe a una combinación extraordinaria de factores. Tras recuperación de 2021, la economía de la región vuelve a la tasa tendencial de la prepandemia
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27 de mayo de 2022 a las 05:04

Los supermercados británicos limitan la compra de aceite de girasol; India cierra las exportaciones de trigo y restringe las de azúcar; Argelia las de derivados de trigo, aceite vegetal y azúcar; Egipto las ventas al exterior de aceite vegetal y maíz; Indonesia las de aceite de palma; Irán las de papas, berenjenas, tomates y cebollas; Serbia las de trigo, maíz, harina y aceite; Túnez la de frutas vegetales; Kuwait las de carne de pollo, cereales y aceites vegetales.

El listado revela un objetivo: gestionar la seguridad alimentaria ante la escalada de los precios de los commodities agrícolas, que se dispararon casi un 30 por ciento en dólares entre julio 2020 y el mismo mes de 2021. La demanda de alimentos fue durante ese período por delante de la recuperación de la oferta y, en un contexto de precios altos, el conflicto entre Ucrania y Rusia asestó otro golpe a la oferta.

Los precios de los alimentos alcanzaron los niveles más elevados en una década. Ucrania y Rusia -dos de los mayores proveedores de trigo y aceite de girasol- interrumpieron sus exportaciones y la guerra, que Moscú describía con una “operación militar especial”, amenaza con prolongarse. Además, el aumento de los precios de la energía y los fertilizantes pone en riesgo la próxima cosecha mundial, según el último escenario de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

A fines de 2021, los precios de los granos y de los aceites y harinas se ubicaron un 37 y un 55 por ciento por encima del promedio 2017-2019. La soja y sus subproductos marcaron alzas del 44 y 76 por ciento, respectivamente. El maíz subió un 62 por ciento, mientras que la carne vacuna lo hizo un 34 por ciento y el pollo un 29 por ciento.

Los fertilizantes no son la excepción. Sus precios, históricamente volátiles, registraron un aumento récord: treparon al nivel más alto en 13 años. Una suba del 162 por ciento con relación al promedio 2017-2019. Su oferta sigue bajo presión. Algunos países restringieron las ventas al exterior. Lo hizo Moscú en febrero pasado, cuando prohibió la de nitrato amónico.

La situación, alertaron la FAO y la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (Cepal), representa un fuerte golpe a la productividad agrícola de la región. La urea explica gran parte del alza. Se ubica en torno a los 900 dólares por tonelada métrica. Un 381 por ciento por encima del promedio 2017-2019. Los fosfatos, como el fosfato diamónico y el superfosfato triple, registraron avances por encima del 200 por ciento en el mismo periodo.

Un vistazo a América Latina

Pasado lo peor de la pandemia, América Latina y El Caribe se beneficiaron del fuerte aumento de los precios de los principales productos básicos que exportan los países de la región. La causa: la recuperación de la demanda global de minerales, metales, combustibles fósiles y productos agrícolas.

El aumento de los precios internacionales de los minerales y metales fue del 44,8 por ciento en 2021 respecto a 2020. El cobre, el estaño y el hierro alcanzaron valores máximos, incluso superiores a los observados durante el último “superciclo”. Durante el bienio 2020-2021, los precios del aluminio, el cobre, el estaño y el hierro se dispararon un 42, 48, 86 y 46 por ciento, respectivamente.

Por el lado de los factores internos que impulsaron la demanda local de minerales, la Cepal destaca las inversiones en infraestructura y la mayor producción de automóviles, electrodomésticos y maquinaria. A corto plazo, la perspectiva para la minería regional es positiva. Sin embargo, el retiro de las medidas de estímulo a la demanda interna desplegadas durante la crisis abre interrogantes.

Por el lado internacional, el conflicto entre Rusia y Ucrania impacta sobre los precios del titanio, el paladio, el gas neón, el aluminio y el níquel usados para fabricar semiconductores, baterías eléctricas y automóviles. Ambos países son importantes productores. De allí que, según la Cepal, el avance de la electromovilidad podría verse frenado.

En el mediano y largo plazo se espera que la transición energética aumente la demanda de aluminio, cobre, níquel, cobalto, litio y de metales de tierras raras. Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), la producción de litio y cobalto debería multiplicarse por seis para cubrir las necesidades en materia de baterías y otros usos en energía limpia; mientras que las de cobre y litio se tendrían que duplicar y cuadriplicar, respectivamente.

En el caso de los precios de los hidrocarburos, “la evolución se enmarca en un contexto de mucha incertidumbre, acrecentada en el mediano y largo plazo por el grado de avance de la transición energética”, puntualiza la Cepal. También por el conflicto entre Rusia y Ucrania, que provocó un nuevo salto. La evolución, que parecía estabilizarse en los últimos meses del año pasado, continuó en los primeros meses de este.

¿Está el mundo frente a un nuevo superciclo de precios? Los análisis señalan que en la actualidad se agregaron a la ecuación factores que hacen difícil la respuesta: una oferta inelástica en el corto plazo, el rol de la OPEP y la pugna geopolítica con horizonte de largo plazo entre las grandes potencias se suman al conflicto ruso-ucraniano, donde los roles de ambos países frente a apoyos y sanciones serán determinantes para aliviar o agravar la presión.

Finalmente, las proyecciones de los organismos de referencia, que hablan de cero emisiones netas a hacia 2050 transición energética mediante, también generan incertidumbre sobre los mercados de hidrocarburos y la ciclicidad de sus precios, que dependerá de las inversiones del propio sector en energías bajas en carbono, limpias y renovables.

Inflación y crecimiento

La inflación mensual en Brasil llegó a un máximo de 28 años, Chile registra la más alta desde 1993, México tiene la mayor tasa en 21 años y Perú en un cuarto de siglo. El panorama obligó a los bancos centrales de la región a acelerar los aumentos de sus tasas de interés. El regreso de la receta monetarista ralentiza la recuperación. Según la Cepal, “el crecimiento está volviendo a la tasa tendencial previa a la pandemia, desacelerándose hasta el 2,5 por ciento en 2022”.

El rumbo restrictivo de la Reserva Federal de Estados Unidos no ayuda. Aumenta los costos de financiamiento y acelera la salida de capitales. Un desafío para la región debido a las grandes necesidades de financiamiento público y privado. Un factor que se suma al retiro de las medidas de estímulo que impulsaron el consumo de los hogares y resultaron en un alza de la demanda y en la recuperación de una variedad de sectores económicos.

En síntesis, el análisis de la Cepal subraya que la suba de los precios de los productos agrícolas, minerales e hidrocarburos que exporta América Latina y El Caribe se debe a una combinación extraordinaria y no necesariamente persistente de factores que influyen en la oferta y la demanda. Después de la recuperación de 2021, el crecimiento de la región muestra un menor dinamismo que podría ralentizarse todavía más en el mediano plazo.

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