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El despegue económico del país después del coronavirus

Cada día que pasa crece la esperanza de que el aumento de contagios no sea tan exponencial como se preveía inicialmente
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06 de abril de 2020 a las 05:00

Cada día que pasa crece la esperanza de que el aumento de contagios no sea tan exponencial como se preveía inicialmente, aunque subsiste la inquietud por el aun escaso número de test de diagnóstico efectuados. Esa esperanza alimenta la ilusión o el pronóstico de que la virulencia y letalidad del coronavirus, aunque imprevisibles, no serán altas.

Quizá se deba a la prontitud de las medidas tomadas por las autoridades, tal vez a la solidaridad con que la población acató normas y sugerencias para hacer efectivo un virtual confinamiento a domicilio, o quizá por las tórridas semanas de fines de febrero y comienzos de marzo con que se encontró el coronavirus al llegar al aeropuerto de Carrasco. 

 De todos modos, es necesario pensar en el día después. La percepción actual de que la crisis sanitaria no será tan severa, aunque a la postre muestre estar errada, nos da serenidad para pensar en el futuro económico a mediano plazo, cosa  que sería imposible si hubiera colapsado, por ejemplo, el sistema sanitario. Las palabras del Sr. Presidente del pasado jueves 2 apuntan a la necesidad de pensar en el futuro, sin desatender ninguna de las urgencias actuales.

Por ahora, más gastos y menos ingresos

Es abundante la información sobre seguros de desempleo solicitados, seguros de enfermedad, atención a los sin techo, sectores más vulnerables,  distribución de canastas y el creciente  número de desamparados, sin cobertura y sin registros en ningún sistema de apoyo social por parte del Estado.

Pero no sólo caen los ingresos de quienes trabajan sino también los ingresos del Estado. Basta pensar en el IVA. Si las compañías de ómnibus disminuyen sus servicios por no tener pasajeros, las tiendas de los shoppings permanecen cerradas, y baja la circulación de los vehículos automotores, es claro que baja la recaudación por el  IVA y de los impuestos específicos a los combustibles.

En resumen, es claro que el déficit fiscal aumentará. Y a corto plazo, más ha preocupado al Ministerio de Economía y Finanzas y al Banco Central del Uruguay, preservar la cadena de pagos,  mantener el volumen de dinero circulante – da la impresión de que hay cierta tendencia al atesoramiento en los domicilios de los particulares - y una flexibilización del sistema de créditos. No sólo la “nueva feria judicial” sino el prestigio de las instituciones bancarias sufriría un serio daño con conductas agresivas de cobro. El Banco Central está dispuesto a cumplir su rol de prestamista de última instancia.

Pero hay razones para ser optimistas

Si bien Europa y Estados Unidos atraviesan momentos difíciles, China, en tres meses, comienza a recuperar cierta normalidad económica. No enfrentamos la peste negra del siglo XIV en Europa. Y la ciencia recién comienza a mostrar su músculo en todas partes del mundo.

Por eso, nos permitimos hablar del día después económico en nuestro país. El primer dato es que el sector alimentario en el mundo entero y en concreto en nuestro país es el que menos ha caído. Eso abre una esperanza a países como el nuestro, en los cuales la cadena agroindustrial es la base del progreso y la que ha mostrado siempre una eficiencia de nivel internacional.

Hace ya bastantes años que se sabe que con el precio del dólar que teníamos, todas las empresas exportadoras se estaban fundiendo. Y que lo más atractivo era gastarse los ahorros en viajes. Eso parece terminarse, no sólo por la enorme crisis sanitaria mundial, sino porque saldremos de la crisis con un precio del dólar en pesos más alto.

 El dólar ha subido y muy probablemente subirá un poco más porque, entre otros motivos,  el dólar se está fortaleciendo frente al euro, el yen y el yuan. Y sube mucho en Brasil. Todo hace pensar que iremos saliendo en los próximos trimestres del perverso atraso cambiario en que nos encontrábamos.

Y no es un dato menor que el petróleo, aunque muy inestable, parece encaminarse a un nivel inferior al de varios años anteriores

Pero la inflación subirá…. se puede argumentar

Se suele decir que la economía uruguaya está muy dolarizada y que si sube el dólar suben todos los precios. En algunos casos es así (la carne es un ejemplo) y en otros casos no (las mutualistas han sido un clásico ejemplo).

Visto con cierta distancia, si el problema del momento presente es que la gente se queda en casa y gasta en pocos rubros, consume menos, y está cayendo el empleo y hay un poco de miedo sobre los ingresos futuros; si, en una palabra, cae la demanda, no es momento para que los precios suban mucho.

Más técnicamente, es muy probable que el IPC suba menos que el dólar, lo que es alentador para el gran motor de nuestra economía, que es la exportación.

Pero los salarios están indexados y las empresas no pueden mejorar su competitividad….

Es habitual que cuando suben los precios, suban los salarios. Cualquiera sea el mecanismo jurídico. También es conocido el proceso de que la fuerza de algunos sindicatos ha llevado en nuestro país en los últimos años a aumentos de salarios reales cuando muchos compañeros de trabajo se quedaban sin ocupación y sin ingresos. Ese riesgo es ahora menor, no sólo por la mayor sensibilidad de los dirigentes sindicales en momentos de graves incertidumbres sanitarias y crisis alimentaria, sino porque, cuando crece el desempleo y aumentan los que están a la intemperie,  decae la autoridad moral de esas conductas sindicales.

Los salarios en nuestro país, medidos en dólares, caerán indudablemente, pero no se puede afirmar lo mismo de los salarios reales. Depende de cómo los motores de la inversión,  la exportación y la incorporación de tecnología respondan en los trimestres siguientes al declive de la crisis sanitaria.

Pero el déficit fiscal nos dejará sin el grado inversor….

Con los inconmensurables montos de inyección monetaria que están iniciando los Estados Unidos y el Banco Central Europeo, y las recomendaciones del FMI a todos los países, en este momento de crisis,  de incrementar los estímulos fiscales,  las calificadoras no se animarán a prestar excesiva atención a parámetros que hace dos meses los desvelaban, como la significación del déficit fiscal respecto al PBI.

El buen manejo de los dineros públicos y el cumplimiento de los compromisos, han dado al país, durante sus dos siglos de existencia jurídica, un prestigio claro. Eso no  se puede dilapidar, pero la valoración y evaluación de los números fiscales y de la deuda pública, exigen, en las circunstancias actuales, sensatez.

La luz al final del túnel

Cuando llegue la sensación de que el coronavirus comienza a estar bajo control,  el Estado habrá gastado mucho dinero en impostergables necesidades sanitarias y  sociales, pero  vendrá una época de inversión, de trabajo, de empleo, de optimismo. Estaremos saliendo del atraso cambiario.

 

 

 

 

 

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