Pero una primaria competitiva también puede ser poco funcional al menos por dos razones. En primer lugar, porque los fondos que permiten sostener las campañas son un recurso escaso: por definición, lo que se gasta en la primaria no se puede invertir en octubre y noviembre. Este factor es muy importante dado que, propaganda televisiva mediante, durante los últimos veinte años ha crecido de modo considerable el costo de las campañas electorales. En segundo lugar, porque también se desgastan las buenas ideas, los giros retóricos llamativos, las propuestas comunicativas ingeniosas. El "efecto novedad" que ayudó, en 2004, a
Jorge Larrañaga a vencer a Luis Alberto Lacalle Herrera, o una década después, a Luis Lacalle Pou a derrotar a Jorge Larrañaga, puede disiparse en los pocos meses que van desde la primaria a la elección nacional. Además, una alta exposición durante la primera mitad del año ayuda los estrategas de los otros partidos a visualizar los puntos débiles de cada uno de sus posibles rivales. Es cierto que las primarias competitivas ayudan, como argumentó recientemente José Mujica, a "movilizar a los militantes". Pero está fuera de discusión que el momento decisivo para un partido es la elección nacional. La primera y la segunda vuelta, ésas son las dos instancias que requieren el máximo de movilización de las bases de cada partido.