Las sierras lucen cada vez más despobladas

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El éxodo de Lavalleja: desde 1963 no para de perder población

Se trata del único departamento que desde mediados del siglo XX ha sufrido una constante caída demográfica
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05 de febrero de 2017 a las 05:00
La orden fue muy clara. "La población deberá levantarse en el mejor y más ventajoso terreno de aquel paraje de las minas", decía el documento. En abril de 1784, el pueblo ya funcionaba como tal gracias a la llegada de familias asturianas y gallegas. Tenía una plaza, una iglesia y un cementerio.

La Villa de la Concepción de las Minas había nacido, dejando atrás los tiempos de sierras casi desiertas, ocupadas por tribus indígenas. De la mano de su histórica obsesión por los metales preciosos, los españoles quisieron explotar al máximo el potencial minero de la zona y, de a poco, la población comenzó a crecer.

Pasaron más dos siglos y ahora la historia es muy diferente. No solo Lavalleja ya no recibe gente como en sus tiempos fundacionales, sino que es llamativa su pérdida de población.

Desde mediados del siglo XX ha sufrido una permanente emigración, fundamentalmente hacia Maldonado, su vecino rico y poderoso. Los datos son elocuentes. En 1963, 65.823 personas vivían en ese departamento. Desde entonces, cada uno de los censos realizados en el país ha mostrado una caída de la población, algo que sucede únicamente en Lavalleja.

En 1985, vivían allí 4.357 personas menos respecto a 1963. Once años más tarde, en 1996, otra vez el saldo fue negativo. En ese entonces, la cifra total de habitantes era de 61.085.

Y el último censo, realizado en 2011, volvió a traer malas noticias. Para ese entonces, solo 58.815 personas residían en el departamento.

Que la población en Uruguay casi no crece no es novedad. Pero lo que sucede en Lavalleja rompe los ojos. Mientras que entre 1908 y 2011 la población en Uruguay creció a la baja tasa del 212%, en Lavalleja lo hizo 15%. Solo 15% en un siglo.

Pero ese tibio crecimiento solo ocurrió a comienzos del siglo XX, porque más adelante, en la década de 1960, hubo un punto de quiebre a la baja que parece no tener fin.

¿Qué razones pueden explicar este fenómeno? Juan José Calvo, representante del Fondo de Población de Naciones Unidas en Uruguay, aportó algunas pistas para intentar entender un proceso tan complejo. Por un lado, dijo que históricamente Lavalleja no ha sido un área muy dinámica desde el punto de vista productivo.

"No hay ningún proceso sostenido de crecimiento económico que haya hecho atractiva la migración hacia Lavalleja", sostuvo Calvo.

Pero agregó que quizá el factor clave haya sido lo tentador que ha resultado Maldonado para los jóvenes de varias zonas del país. Por razones de cercanía, los más atraídos por esas oportunidades fueron los habitantes de Lavalleja.

En una primera instancia, el departamento fernandino tuvo una migración interna. Es decir, habitantes de zonas alejadas abandonaron sus casas y se instalaron en Punta del Este, en San Carlos o en la capital.

A ellos los siguieron jóvenes de Lavalleja. "Maldonado es desde hace unos 50 años una especie de aspiradora demográfica. Ahí sí hay un polo muy dinámico", dijo Calvo a El Observador.

El turismo y la construcción, dos actividades muy demandantes de mano de obra no calificada, han tenido una gran explosión en las últimas décadas en Maldonado. Ante las oportunidades que surgían, miles de jóvenes cruzaron las fronteras entre los departamentos y comenzaron una nueva vida lejos de la casa de sus padres.

De la mano de las corrientes migratorias que capta Maldonado, las características demográficas de ese departamento son muy diferentes a las del resto del país. "No tiene una estructura envejecida sino que ha captado migrantes internos", dijo Calvo, y explicó que, gracias a la llegada de personas en edad laboral, su población es mucho más joven respecto al resto del país.

El fenómeno es tan claro que resulta muy sencillo hallar ejemplos concretos para graficarlo. Herman Vergara, intendente de Lavalleja entre los años 2000 y 2010, es de la localidad de Mariscala. A lo largo de los años, ha visto partir y no volver a cientos de conocidos. A muchos nunca más se los cruzó en las calles de su pueblo, pero cada vez que viaja a Punta del Este o Maldonado tiene la chance de volver a conversar con ellos.

"Te encontrás con otro pueblo de Mariscala allá", contó Vergara a El Observador.

Ese nuevo Mariscala dentro de las fronteras de Maldonado va a seguir creciendo. Aprovechando la oportunidad de trabajar durante la temporada, cada día un ómnibus recorre los 113 kilómetros que separan Mariscala de Punta del Este. A última hora, los trabajadores regresan a sus hogares, pero cuando termine el verano algunos de ellos decidirán quedarse allí a probar suerte. Eso ya ha ocurrido otros años.

La respuesta departamental

La Intendencia de Lavalleja visualiza el problema con mucha preocupación. El secretario general de la comuna, Juan Estévez, dijo que dada la cercanía con Punta del Este o Montevideo, es "natural" que suceda esa emigración.

Pero lo que inquieta a las autoridades es que tienen claro que una vez que un joven sale del departamento, es muy difícil que algún día vuelva. "Hay población que se ha retirado del departamento por carencias laborales (...) La gente emigra buscando un trabajo más remunerado que el que pueda haber en las localidades del interior", sostuvo el jerarca en diálogo con El Observador.

Aunque el desafío de revertir esta tendencia histórica es inmenso, la Intendencia de Lavalleja confía en el turismo como una herramienta para tentar a sus jóvenes a quedarse. En ese sentido, Estévez dijo que mientras que los departamentos con costa solo reciben visitantes en forma masiva durante los meses de verano, Lavalleja puede ofrecer opciones para todo el año.

La otra línea de acción es el intento de captar inversiones que ayuden a ofrecer mejores opciones laborales.

"Estamos tratando de que haya mucha mano de obra para que la masa laboral no emigre a otros lugares", afirmó Estévez. Lavalleja es uno de los departamentos que ha captado mayores inversiones en el área de la forestación y las autoridades buscarán profundizar ese camino.

Aquí aparece otra de las desventajas de Lavalleja. El departamento asomó como un fuerte foco forestal debido a que cuenta con relativa baja calidad en materia productiva. Muchas de sus hectáreas no son aptas para la agricultura y son utilizadas para la forestación o la ganadería extensiva.

En Minas, la capital, en tanto, sí hay más oportunidades laborales. Está la planta de Salus, la producción de portland, la planta de cemento de ANCAP, los batallones militares, entre otros.
Lavalleja intenta frenar el vaciamiento, pero es una tarea por demás difícil. Es la historia de una zona que un buen día captó mucha gente y hoy, de a poco, la ve irse

Lea también: Votando con los pies, del blog de Miguel Arregui

Los recuerdos de Charles Darwin
En 1832, poco tiempo después de la jura de la primera Constitución, el naturalista británico Charles Darwin visitó Uruguay y recorrió varias zonas del actual departamento de Lavalleja. En sus apuntes aparecen varias referencias a lo que vio en aquellas tierras desiertas. Dedicó varias líneas a describir a los gauchos. "Su apariencia es chocante. Son por lo general guapos, pero tienen en su rostro los signos de la altivez y el desenfreno; usan a menudo el pelo y el bigote muy largo", escribió. Darwin destacó que se trataba de personajes "corteses", porque jamás beben una copa sin invitar a los que lo acompañan. Pero al mismo tiempo, le llamaba profundamente la atención su violencia: "Se hallan dispuestos a acuchillarte si se presenta la ocasión", dijo. Los hábitos de higiene de aquel por entonces joven de 23 años eran muy comentados en la época: "El hecho de que me lavara la cara por la mañana dio mucho que hablar en el pueblo de Las Minas; un prominente comerciante me hizo objeto de un cuidadoso interrogatorio por causa de mi costumbre tan singular".

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