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6 de noviembre 2019 - 18:40hs

Sobre una de las avenidas más importantes de Montevideo y al lado de la Universidad de la República se instaló una estructura hecha con cañas, madera y nailon, que está acompañada de un pizarrón escrito que contiene mensajes y se actualiza cada tres días, y de un cartel en la parte superior que en letras grandes y rojas dice: “En huelga de hambre”. Con asombro y desconcierto, la gente que transita por ahí no duda en sacar fotos y otros se acercan para intentar descubrir qué hay o quién está dentro. 

Ahí reside Jairo Ituarte, quien nació en Montevideo y trabajó en refrigeración por 16 años -oficio que abandonó en el 2009- y hace 27 días que está en huelga de hambre según dijo. Contó a El Observador que no consume nada sólido pero que “una chiquilina de la Universidad” le llevó un yogur que ingirió para “no caer”.

Jairo lidera el movimiento “Rosa Blanca” que además de promover la puesta en práctica de la democracia directa (que el pueblo sea el que decida sobre los asuntos que los involucran), tiene como objetivo principal erradicar la violencia sexual contra menores y mujeres.  La huelga de hambre la inició para dar a conocer el movimiento y su lucha.

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Jairo dijo que golpeó muchas puertas antes de iniciar la huelga y aseguró que esa medida es la “última línea de defensa para que este movimiento surja”. “Si me quedo a dormir en una casa ¿quién me va a creer?”, preguntó. “De salud estoy bien” y “consumo vitamina D, azúcar, sal”. Recientemente le sumó un yogur “cada tanto”.

Durante el día Jairo ve la gente pasar y conversa con todo el que se le acerca. Pero las noches de lluvia, el frío y el silencio de la madrugada suele vivirlos en soledad. La parte más difícil es la falta del capital y a nivel personal la falta de baño. "No tengo donde ducharme”, aseguró. La última vez que se bañó fue el 22 de octubre y espera que “alguien de la zona” le permita bañarse. Tiene ropa guardada en cajones y cuenta con personas que cada tanto se la lavan.

Facundo Gianero

Asegura que la gente en su mayoría es receptiva. “Me traen comida, digo que no y la regalo”, comentó y agregó que es consciente que no podría comer “un plato de guiso” porque le haría mal. Dijo que no precisa colchón y que prefiere no tenerlo por la ley de faltas que prohíbe pernoctar en espacios públicos.

A Jairo le sorprende que no se le haya acercado ningún médico y agradeció que tampoco lo hizo la policía. “Estuvo la gente de faltas (de la Intendencia de Montevideo) pero para saludarme”, comentó. “Si bien estoy violando una ley suplico que se tenga en cuenta mi sacrificio”, reclamó. Dijo que tampoco se le acercó nadie del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y espera que lo hagan pero no por él sino para que conozcan la causa.

Nunca pensó en abandonar la huelga hasta que no se difunda la propuesta. “Si veo que la sociedad no retribuye y no se suma diré que he hecho todo lo mejor y dejaré mis ideas. No soy tonto”, aseguró. “Mientras no logremos el objetivo me veo obligado a maniobrar, abandonar no es una opción sino lo hubiese hecho mucho tiempo atrás”, concluyó.

Seguirá con la huelga de hambre hasta el día 70 y ahí decidirá qué hará. 

El movimiento y su página web

El movimiento lo comenzó solo pero ya son cinco en total y “hay dos chiquilinas de la Universidad que se quieren sumar”, comentó. Sin embargo aseguró que no quiere que se sumen a la huelga de hambre: “si hacen esto van a sufrir tremendamente y prefiero que estén fuertes”. Con los miembros del movimiento mantiene reuniones esporádicas para planificar los pasos a dar.

Facundo Gianero

Rosa Blanca cuenta con una página web que Jairo diseñó.  En la web hay información sobre violencia sexual, contenido legal y la propuesta de reforma constitucional que redactó. 

Sobre la propuesta agradeció que se le acercaran unos estudiantes de la Facultad de Derecho de la Udelar con los que perfeccionará lo escrito. “Antes de fin de mes tenemos que recolectar 300.000 firmas”, contó. “Queremos hacer una modificación radical al sistema carcelario para que deje de ser hoy un centro de perdición y pase a ser un centro de rehabilitación real”, dijo.

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