Opinión > EDITORIAL

El impacto de la educación de calidad

La educación necesita recursos humanos con el objetivo de buscar más valor agregado
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14 de junio de 2019 a las 05:03

Los datos estadísticos macroeconómicos de corto plazo pueden hacernos incurrir en un error de interpretación sobre la realidad u ocultarnos problemas de largo aliento de la economía. Un ejemplo, podría ser la reciente cifra de desempleo que mostró una leve mejora. Alguien podría pensar que hubo cierto progreso en el mercado laboral,  pero solo se trata de circunstancias ocasionales.

En abril, el desempleo bajó 0,2 puntos porcentuales, respecto al mismo mes del año pasado, y la explicación es porque hubo trabajadores desempleados que desistieron en la búsqueda de empleo.

El panorama laboral es sumamente desalentador. Basta ver la tasa de ocupación, 56,6% en el trimestre cerrado en abril, que “mantiene la tendencia al deterioro del indicador que inició a principios de 2015”, explicó Federico Comesaña en El Observador. “Los niveles de ocupación de los tres meses a abril son los más bajos para ese período desde el año 2007”.

Es por eso que deberíamos prestar mucha atención a unas recientes reflexiones del economista Ignacio Munyo, director del Centro de Economía Grant Thornton del IEEM y profesor universitario,  acerca del impacto negativo de la falta de formación de los trabajadores de las empresas uruguayas para el mercado laboral y para la fortaleza del sector privado.

Uno de los mayores problemas que presenta nuestro país para atraer inversión extranjera, dijo este académico y consultor de empresas, es que de 100 trabajadores uruguayos que entran al mercado del trabajo, 52 “lamentablemente no pueden agregar valor a una empresa”. Apenas 2 de cada 100 tienen un  nivel de excelencia y “pueden marcar la diferencia”, según Munyo.

Los empleados sin formación adecuada “pueden hacer lo mismo que se puede automatizar, con tareas ordenadas, rutinarias y simples”, explicó en una charla el pasado martes 11. 

Las conclusiones de las pruebas PISA - el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE  que tiene por “objeto evaluar hasta qué punto los alumnos cercanos al final de la educación obligatoria han adquirido algunos de los conocimientos y habilidades necesarios para la participación plena en la sociedad del saber”-, mencionadas por el conferencista, son muy elocuentes sobre el impacto de una enseñanza de mala calidad: con el “estado actual del sistema educativo y la producción de capital humano, es imposible que Uruguay pueda converger a los niveles de ingreso de los países desarrollados”.

Por la baja calidad educativa que reciben los trabajadores –algo que lamentablemente no parece estar en los primeros lugares de la agenda de reclamos del  PIT-CNT-, las empresas no pueden aumentar la productividad y mejorar la competitividad en un escenario de una competencia feroz. Sin valor agregado, además, tampoco puede haber racionalmente mejoras salariales.

Es capital para el país proyectar una reforma educativa que tenga en cuenta la necesidad de sumar recursos humanos que puedan dotar de más valor agregado a la producción de bienes y servicios. Sin ello no podremos ampliar nuestras ventas al exterior ni conquistar nuevos mercados en una coyuntura comercial muy difícil y entreverada, pero en la que pueden surgir nuevos negocios para un país con las características de Uruguay. 

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