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El mercado del parto: cuánto cuesta y qué opciones hay al momento de dar a luz

Desde el nacimiento en casa hasta la habitación privada, ginecólogo particular y analgesia epidural
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23 de septiembre de 2018 a las 05:03

Milton fue la única persona que estuvo presente cuando Claudia, su mujer, dio a luz a Paloma en su casa de barro del Cerro del Burro, en Piriápolis. Ya pasaron casi 14 años y todavía recuerdan esa experiencia como un evento maravilloso. Después de esa niña, llegaron cuatro hijos más. Esta madre jamás parió dentro de un hospital y tuvo la suerte no sufrir grandes complicaciones en ninguno de sus cinco partos. 

“Hay mujeres que me dicen '¡pero cómo hiciste eso!' Creen que morirían de miedo. A mí lo que me da miedo es entrar a un sanatorio y quedar subordinada a una persona que no conozco y que generalmente, además, es un hombre”, comentó Claudia. Para ella el valor de la intimidad y la paz de su casa es fundamental. Los padres cuentan que ningún parto fue similar a otro. La única coincidencia fue que nunca contaron con la asistencia médica ni con la ayuda de ningún familiar. 

Esta experiencia, que para estos padres fue la mejor y la única opción a elegir, también es fuertemente cuestionada. Leonel Briozzo, profesor grado 5 de la Clínica Ginecotocológica de la Facultad de Medicina y exsubsecretario del Ministerio de Salud Pública, aseguroó a El Observador que ningún país del mundo promueve la técnica del parto fuera de una institución y con nula asistencia profesional. Si bien el costo económico es bajo, casi cero, el peligro es altísimo. “Este método implica muchos riesgos para la mujer y para el recién nacido. Me refiero a riesgo de muerte”, detalló el especialista, quien además es Jefe del área maternal del Hospital Pereira Rossell.  

Milton y Claudia confiesan haber tenido cantidad de temores pero siempre lograron superarlos. Estudiaron, se informaron y hasta se aislaron de “las malas energías” que le transmitía la gente que estaba en contra de su decisión. “Nosotros nos entregamos a los principios de la naturaleza y eso no todos lo pueden hacer. Es algo que está en armonía con nuestro estilo de vida. Tal vez otras personas, con formas de vivir más sintéticas o tecnológicas, no estén preparadas para abordar un parto de esta manera”, explicó Milton. 

Briozzo señaló que un nacimiento es un evento maravilloso y que la gran mayoría de los casos suceden sin complicaciones. Pero eso no es razón suficiente para prescindir de la atención. Si la madre no dispone de recursos para abordar imprevistos, los riesgos de sufrir daños severos aumentan de forma exponencial. “Las complicaciones no tiene manera de predecirse. Es imposible saber de ante mano si las cosas van a salir completamente bien, hasta que salen. Por lo tanto tener un parto sin atención sanitaria es totalmente inseguro”, argumentó el especialista. 

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Fernanda Putti, obstetra y partera del Servicio Médico Integral (SMI) y del Hospital Pereira Rossell, coincidió con Briozzo en potencial riesgo que implica esta modalidad de parto. “Vos podés tener 10 partos naturales sin ninguna complicación. Pero si el número 11 termina con una muerte materna o neonatal, ya no importa nada cuántas veces lo hiciste bien”, apuntó la experta. 

Pero la mayoría de las familias, que no elige esa opción para el nacimiento de sus hijos, deben tomar decisiones sobre la forma en que quieren y pueden traer a sus hijos al mundo. Y no es un detalle menor, porque muchas de esas formas implican un costo económico que pocos imaginan hasta que llega el momento. 

Parto en casa con asistencia 

Gabriel decidió junto a Verónica tener a su primera hija en su domicilio. Pero a diferencia de Milton y Claudia, este matrimonio sí estuvo acompañado. Julia nació hace dos años en el dormitorio de su casa en el barrio de La Aguada, en Montevideo. Quedaron tan conformes y conmovidos con ese recuerdo que si hoy tuvieran otro hijo, volverían a elegir este método. “Fue una experiencia excepcional”, destacó el padre. 

Ellos recibieron la asistencia de unas parteras – especialistas que estudiaron cuatro años obstetricia- que pertenecen a la ONG Nacer Mejor. Una institución que, además de contar con estas profesionales, reúnen también a médicos y abogadas, entre otros técnicos. Ellas tienen el cometido de asistir a las familias que desean dar a luz en su casa. “Buscábamos un nacimiento más humano e íntimo. Creemos que hay mucho temor instaurado alrededor del parto. Y después de investigar y aprender te das cuenta de que, en verdad, el nacimiento está totalmente alejado de miedo”, explicó Gabriel. 

Meses antes de que naciera Julia, la pareja asistió a clases de formación. Les enseñaron todo lo que pasaría durante el trabajo de parto. Los tiempos. Los dolores. Las dilataciones. Poco a poco fueron saldando dudas y familiarizándose con quienes estarían en el momento de dar a luz. Las parteras llegaron ese día sobre las ocho de la noche y se fueron recién a las ocho de la mañana del día siguiente. Según dice Gabriel, se encargaron de absolutamente todo. El costo de este servicio es, aproximadamente, de unos $ 30 mil. 

“En Uruguay una mujer puede contratar un equipo de parteras para que vaya a su casa a asistirla. Son personas que están totalmente capacitadas. Pero ese parto no estará armonizado con el resto del sistema institucional de salud. Por lo tanto, es también un parto inseguro”, consideró Briozzo. 

Según dijo el médico, en otros países, como Canadá, Suecia e Inglaterra, el parto domiciliario está coordinado con las clínicas de atención. Ellas envían una ambulancia con un ginecólogo dentro, para que espere fuera del domicilio por si sucede una emergencia. Y en el sanatorio, además, hay reservada una cama frente a la eventualidad de que la mujer sufra complicaciones graves. Todo el sistema está notificado sobre que una madre decidió parir en su domicilio. Cosa que en Uruguay actualmente no sucede. “Esta potencial falta de continuidad en la atención hace que, por ejemplo, cuando se necesita reanimar al recién nacido o a la madre, no se va a poder hacer. Es de muchísimo riesgo no contar con esto”, detalló el grado 5. 

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Putti agregó, de todos modos, que el servicio de las parteras no se reduce únicamente a la asistencia en domicilios. Su rol siempre empieza en el hogar, pero puede terminar en la clínica. El trabajo de parto puede comenzar en la comodidad de cada casa pero una vez que la dilatación ya es notoria y falta poco para el nacimiento, el equipo completo se traslada junto a la madre hasta el sanatorio. 

“Este servicio tiene que ver con la comodidad que siente una mujer, cosa que, a veces, está limitada dentro de un hospital. Existen medidas de confort y relajación que no las tenés en una clínica”, aseguró la especialista. “Pero no solo eso. También nuestro trabajo tiene que ver con la experiencia del parto que vive cada mujer. Algunas madres tienen partos vaginales que son experiencias traumáticas. El rol de la partera allí es mejorar la calidad de atención para que ese momento esté humanizado”, añadió. 

Según dijo, las parteras pasan cuatro años estudiando cómo evolucionan los trabajos de parto, qué factores inciden y cómo se puede mejorar. Estos elementos, complementados con la formación de un ginecólogo, configuran que el parto se realice con mayores garantías. “Está comprobado que cuantas más parteras hay, menos cesáreas se realizan. Está directamente vinculado”, detalló Putti. El servicio de parteras para domicilio y clínica suele salir cerca de US$ 500 y se paga separado del ginecólogo (en el caso de que se opte por atenderse con uno en particular. 

Parto institucionalizado 

El nacimiento que demuestra mayores índices de seguridad es el que se realiza actualmente dentro de los sanatorios u hospitales. “El mejor parto, en verdad, es el más sencillo. Es el que promueve la humanización de la práctica de nacimiento”, dijo Briozzo. Para esto la tecnología es mínima y generalmente la atención debe ser con personas capacitadas que acompañen el proceso. Tanto en las mutualistas como en los hospitales los partos no tienen costo para sus afiliados, salvo que quieran elegir al médico o aplicarse la analgesia epidural.

La mujer puede elegir tratarse de forma gratuita con el ginecólogo que está de guardia cuando ella rompe bolsa o comienza con las contracciones, o coordinar la atención con el médico que ha llevado la evolución del embarazo. El segundo método, al que se le conoce como parto a elección, tiene un costo adicional. Los ginecólogos cobran por asegurar a sus pacientes estar presentes en el trabajo de parto y nacimiento del bebé. 

El precio más barato del mercado, según supo El Observador, se ubica cerca de los US$ 800 y el mayor puede dispararse hasta los US$ 4.000. La mayoría de los ginecólogos cobra, generalmente, dentro del rango de los 1.200 o 2.000. Los seguros médicos privados suelen ofrecer esta prestación sin un costo adicional. 

Hay otro servicio que quienes van a tener a sus bebés pueden elegir, si es que tienen el dinero para hacerlo: la habitación privada. El hecho de no compartir dormitorio con otra madre y su bebé, las familias, las visitas, y todo lo que un nacimiento trae, cuesta en los sanatorios de las mutualistas entre $ 5.000 y $ 15.000 por noche. Si el parto es natural, generalmente la estadía en el sanatorio es de dos días; si es cesárea, no menos de tres. Los seguros privados de salud, generalmente, incluyen esta prestación de forma gratuita. 

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“Muchas mujeres entienden que el parto a elección es sinónimo de mejor calidad y eso es un punto discutible”, distinguió Briozzo. El experto explicó que la calidad, además de ser una sensación de autopercepción que siente la mujer en función de cómo la tratan, la hotelería y demás, tiene que verse reflejada en mejores resultados de atención. En datos objetivos. “Fundamentalmente en puntos que tienen que ver con la existencia de parto normales, sin problemas y sin necesidad de intervenciones quirúrgicas innecesarias”, detalló el médico. 

Lo paradójico, según Briozzo, es que muchas veces los sectores que venden el mejor servicio y la mayor calidad no tienen, necesariamente, los mejores resultados. “A la mujer se le puede generar una falsa expectativa con determinado servicio, pero cuando uno va a mirar los resultados objetivos y sistémicos que tienen, por ejemplo, los seguros privados de salud, uno se encuentra con que ni las muertes maternas ni las perinatales son menores e, incluso, muchas veces esos centros demuestran índices de cesáreas cercanas al 80%”, argumentó el grado 5 y recordó que la Organización Mundial de la Salud recomienda no superar el 15% de los partos por cesárea como referencia de calidad. 

“Esto demuestra que la plata en estos temas no es sinónimo de aumentar la calidad ni tampoco de mejorar la experiencia de parto de la mujer”, insistió Briozzo, aunque también destacó que el modo de parto a elección, con ginecólogo personal, asegura “sin lugar a dudas” una individualización de la atención que es superior a cualquier otro formato. "Todos se conocen y trabajan con otra cercanía", distinguió. 

El parto ideal, según el ginecólogo, implica combinar la personalización con el acto de humanizar el nacimiento. Eso significa que mientras dure el proceso fisiológico que atraviesa la madre el equipo de salud priorice sus derechos, su comodidad y su bienestar.

Epidural

La anestesia epidural es otro gasto adicional que deben asumir las mujeres al momento de dar a luz, en el caso que deseen reducir el dolor que les generan las contracciones. Puede costar entre US$ 500 y US$ 1500. Algunas mutualistas lo ofrecen sin costo como incentivo para captar más socios. El Hospital Pereira Rossell tampoco cobra por ella en el turno comprendido entre las 8:00 y las 20:00, gracias a un convenio que tiene ASSE con la Cátedra de Anestesiología. 

Briozzo aseguró que no siempre es necesario aplicar esa inyección. Hay mujeres que tienen partos normales sin complicaciones y sin epidural. Todo depende de cada caso. 

 “Lo que no es discutible es que la analgesia es un derecho que deben tener todas mujeres por igual y no solo aquellas que puedan pagarlo”, diferenció Briozzo. 

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