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El Mides tiene un convenio irregular con el gobierno cubano

Pese a que el Tribunal de Cuentas observó el convenio con el Mides, los trabajos de ortopedia que se realizan en salud pública corren por cuenta de médicos llegados de Cuba
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04 de junio de 2018 a las 05:00

El licenciado en ortrosis y protesis Macelo García Bergantiños es otro uruguayo que se formó en el exterior, particularmente en El Salvador. Se capacitó en un curso regulado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y abrió junto a su hermano, también capacitado, una clínica particular. "Por supuesto que en Uruguay hay excelentes técnicos que están calificados para hacer lo que realizan los cubanos. Aparte de que nos supone un presupuesto millonario, perfectamente esas tareas podrían realizarse por compatriotas", reclamó.

El Ministerio de Desarrollo Social (Mides) lanzó en el año 2011 un convenio con el Ministerio de Salud de Cuba para potenciar las prestaciones ortopédicas a las personas más vulnerables de Uruguay. Muchos ciudadanos perdidos en pueblos del interior pasaban años en silla de ruedas sin saber que, por ejemplo, una prótesis de piernas podía devolverle el andar para siempre. Entonces se propusieron ir a buscarlos para mejorarles la vida.

El gobierno uruguayo se dio la mano con su par cubano y acordó que desde la isla viajarían especialistas para brindar un servicio que en Uruguay, según las autoridades, no estaba desarrollado por falta de formación.

Pero el Tribunal de Cuentas (TC) observó el convenio porque no contaba con la habilitación de la Asamblea General, un requisito indispensable para poder funcionar.

En 2013 llegó la primera advertencia. El Observador tuvo acceso a una resolución que emitió el TC en ese año, donde observó formalmente la ausencia del visto bueno de la Asamblea General y, recordó, además, que la Constitución de la República no permite que se ejecute ningún acuerdo sin tener antes la remisión de antecedentes que elabora el propio TC. Cosa que tampoco tenía. Pero el tirón de orejas no fue suficiente para el Mides. El convenio con los cubanos sigue funcionando en la actualidad con las mismas carencias.

Contrato

Los cubanos especializados en amputaciones llegan a Uruguay cada dos años en brigadas de tres, cuatro o cinco técnicos. Desde hace siete años Uruguay les paga todo. El pasaje aéreo y su alojamiento "con todas las comodidades y servicios necesarios", según el pacto. También los gastos que deriven del domicilio, sus comidas y todos los transportes que realicen dentro del país. Y los costos asociados a instrumentos que se requieran para operar, y un sueldo, además de una partida económica para que los cubanos reciban medios de prensa, se vayan de vacaciones y tengan un ayudante para realizar sus tareas.

El diputado del Partido Nacional Martín Lema tomó conocimiento del caso y solicitó un pedido de informes el jueves 31 de mayo para conocer, primero, por qué desde 2011 funciona un acuerdo que no tiene permiso para aplicarse. Segundo, cuánto dinero le cuesta al Estado financiar todo lo que indica el compromiso; y tercero, por qué el convenio no se realiza con médicos uruguayos u organismos de salud propios del país, antes que con cubanos.

Capacitación

El director del Centro Nacional de Ayudas Técnicas y Tecnológicas (Cenatt), Ricardo Ottonello, explicó a El Observador que la disciplina que desarrollan los cubanos corresponde a un capítulo muy específico dentro del universo de las prótesis que en Uruguay no se capacita formalmente.
"Los cubanos tienen una licenciatura en prótesis, una carrera de cinco años que en Uruguay no existe. A partir del convenio comenzaron a haber técnicos uruguayos capacitados en esta área", dijo Ottonello.

Pero el convenio no es compartido con otros médicos traumatólogos del país. Es cierto que la Facultad de Medicina no dicta clases sobre las amputaciones y las correspondientes prótesis, pero, igualmente existen técnicos uruguayos en ese sentido que se forman en la región o en otras partes del mundo y, luego, regresan a operar desde Uruguay.

El doctor Mario Schimachak fue uno de los primeros. En 1976 viajó a Sudáfrica para formarse en el aspecto de las amputaciones y prótesis y regresó a Uruguay para ejercer como jefe del taller de prótesis del Instituto Nacional de Ortopedia y Traumatología (Inot). Pero se jubiló y desde entonces ese taller se desmoronó.

Coincidió con la llegada de los cubanos y desde ese momento el Inot comenzó a derivar los pacientes para el taller cubano.

"Cuando yo me jubilé eso quedó en manos de nadie, pero en Uruguay hay protesistas de primer nivel, eso no se puede negar", declaró Schimachak.

Reconocimiento

Si bien Uruguay cuanta con diplomados en la tecnicatura, García Bergantiños señaló que en el correr de los años muchos técnicos se han formado a pura práctica y se han transformado en persona idóneas. "No están certificados, pero la verdad que los cubanos tampoco lo están. Lo que estudian en Cuba es un diploma que no está regulado por la OMS", reveló el técnico.

El traumatólogo Alberto Fernández también se mostró sorprendido por el no reconocimiento que el Estado uruguayo hace de sus técnicos. "La gente se forma en el exterior para venir a ejercer a Uruguay, hay grandísimas eminencias", sostuvo y confesó que él ha escuchado muy poco sobre estos cubanos. "Uno puede venir a Uruguay y decir que pinta como Van Gogh, pero alguien después tiene que controlarlo. Quién evalúa esas prótesis, qué certificado tienen para ejercer. Yo no recuerdo oír de ellos en ningún congreso científico del ámbito local", puntualizó.

Otonello dijo no estar al tanto de las faltas marcadas por el TC y ratificó que el aporte de los cubanos es realmente indispensable y que siete años aún es poco tiempo para poder prescindir de sus servicios. Aseguró que son un eslabón fundamental para brindar la asistencia a los más desfavorecidos. Al mes, dijo, reciben casi 500 llamados de gente interesada, y una vez cada 30 días, salen a recorrer el interior del país para acercarle las soluciones a los pacientes.

"La idea es socialmente buena, pero la duda en por qué no se desarrolla con los técnicos uruguayos", se cuestionó García Bergantiños.



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