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El mundo llora las cenizas de Notre Dame
"Notre Drame", tituló el diario francés Libération, con la foto de la aguja de la catedral en caída, envuelta en llamas. Las imágenes de las cámaras de televisión mostraron una y otra vez la icónica aguja cayendo hacia atrás. Después solo humo espeso.
En la tarde de este lunes, mientras miles de turistas recorrían como parte obligada de su itinerario los alrededores de uno de los monumentos más famosos de la capital francesa las sirenas comenzaron a sonar. Quienes estaban adentro debieron salir bajo las órdenes de los encargados y desde afuera ya se podía ver el humo que comenzaba a escapar por el techo. De un momento a otro las llamas tomaron las torres y la aguja se desplomó.
"Por suerte no entramos", relató a El Observador Ignacio Ruiz, un uruguayo radicado en Barcelona, que esperaba para ingresar a la catedral junto a sus padres y su abuelo. La larga fila para ver por dentro el icono parisino desestimuló a la familia, que decidió cruzar la calle hacia un café ubicado justo enfrente, a la espera de que la afluencia de público bajara y se hiciera menos tortuosa la espera.
Unos minutos después todo cambió. Empezaron a ver cómo varias personas comenzaban a mirar hacia arriba, y un humo de color amarillento empezó a teñir el cielo.
En pocos minutos el ruido de las sirenas se había vuelto ensordecedor y en los alrededores de la catedral ya no quedaba casi nadie.
Devorada
Las palabras del portavoz de la catedral, André Finot, fueron lapidarias. "Todo está siendo devorado por las llamas. No quedará nada de la estructura, que data del siglo XIX de un lado y del XIII del otro", declaró en medio del incendio.
Algunas horas después aún se desconocían las causas y los bomberos manejaban la hipótesis de que estuviera relacionado con los trabajos de renovación que se estaban realizando. La catedral estaba cubierta por andamios y las estatuas de bronce habían sido removidas la semana pasada por los trabajos de remodelación.
Los bomberos parisinos no eran capaces este lunes de asegurar que podrían detener la propagación del fuego, y que si no lo lograban y las llamas alcanzaban las torres, las consecuencias serían imprevisibles. De todas formas, en la noche llegaron a advertir que la estructura de la catedral estaba "a salvo" a pesar del fuego.
Salvar lo que se pueda
Mientras los bomberos intentaban apagar a toda costa las llamas y los alrededores de la iglesia eran evacuados y acordonados para que pasaran los vehículos de rescate, una misión estaba en curso "para intentar salvar todas las obras de arte" del monumento, aseguró Emmanuel Grégorie, el adjunto a la alcaldesa de París, Anne Hidalgo.
En medio del caos el presidente francés, Emmanuel Macron, no ocultó su tristeza. “Como todos nuestros compatriotas estoy triste esta noche al ver quemarse una parte de nosotros”, escribió en su cuenta de Twitter, y suspendió el discurso que tenía preparado para hablar sobre la situación que enfrenta su gobierno ante las protestas de los "chalecos amarillos".
Un edificio histórico
El monumento histórico más visitado de Europa recibía, hasta este lunes, entre 12 y 14 millones de personas cada año. Unas 35.000 personas por día.
Esta obra maestra de la arquitectura gótica, situada en la île de la Cité, en el corazón del París medieval, comenzó a erigirse a mediados del siglo XII, y su construcción se prolongó durante unos 200 años.
Durante la segunda guerra mundial y ante la posibilidad de que sus famosos vitrales sufrieran daños, se decidió retirarlos para ser luego reinstalados cuando finalizó el conflicto. La atención estaba entonces y sigue ahora puesta en una pieza particular, el vitral conocido como “la rosa” que se calcula es el mayor del mundo y que fue realizado en el siglo XIII.
Y la catedral resistió, en distintas épocas, infinidad de ataques. Durante la Revolución Francesa desarmaron su aguja, la que se desplomó este lunes. También saquearon su tesoro y destruyeron las estatuas del pórtico.
Un episodio significativo fue cuando los revolucionarios organizaron allí un "culto de la razón" el 10 de noviembre de 1793, poco antes que el culto católico fuera prohibido en París, y la catedral se transformó en un almacén.
Nueve años más tarde fue devuelta al culto católico y comenzó su restauración a manos de Eugène Viollet-le-Duc, en un trabajo que tomó veinte años.
El enorme edificio resistió dos guerras mundiales, y sus campanas sonaron el 25 de agosto de 1944 para anunciar la liberación de París.
Bodas, victorias y despedidas
En el interior de Notre Dame se celebró la victoria de la Segunda Guerra Mundial, el inicio del proceso de rehabilitación de Juana de Arco, la boda de Enrique de Navarra, futuro Enrique IV, con Marguerita de Valois y la coronación de Napoleón I.
También fue famosa por ser escenario de la novela "Nuestra Señora de París" -la historia del jorobado de Notre Dame-, de Víctor Hugo, y fue declarada Patrimonio de la Humanidad por Unesco.
Más cerca en el tiempo se realizaron allí las ceremonias fúnebres en honor de los jefes de Estado, como Raymond Poincaré y el general Charles De Gaulle.
Allí se celebran además cinco misas diarias y siete los domingos. Y entre las fiestas y las celebraciones excepcionales son más de 2.000 misas al año.
"Nuestra historia se está haciendo humo", dijo un parisino que llegó al lugar en bicicleta para asistir a la tragedia. Y sus palabras resumieron el sentimiento del país entero.
El Observador con AFP, EFE y Reuters
