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El poder de la pelota: la larga lista de intrincados vínculos entre el fútbol y la política

La renuncia de Valdez a la AUF expuso otra vez el vínculo entre dos mundos que confluyen detrás de uno de los temas más relevantes para los uruguayos
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04 de agosto de 2018 a las 05:00
Cuenta la leyenda sobre una época en la que los equipos uruguayos atacaban con dos wines que corrían y corrían en busca de tirarle todas las pelotas a un nueve que con olfato goleador la mandaba a guardar. Aunque eso quedó en desuso, fuera de las canchas persiste otra tríada que parece infalible y no se oxida con el pasar de los años alrededor del fútbol local. Son los goles, los votos y el poder.

El fútbol y la política son dos mundos que en Uruguay confluyen detrás de un mismo objetivo. Por un lado, los políticos entienden relevante controlar un área de tanta influencia para la vida diaria del electorado. Desde el otro, hay quienes aprovechan la notoriedad pública que otorga el deporte para luego proyectar una carrera política.

En Uruguay, un país de 3,5 millones de habitantes, hay registradas 61 federaciones deportivas que cuentan con un total de 246 mil deportistas, de los cuales 200 mil son futbolistas que compiten en ligas profesionales, amateurs o de fútbol infantil y disputan unos 3.000 partidos de fútbol por fin de semana, cifras sin contar el público asistente a cada cancha.


Los datos aportados por el gobierno en 2017 en el marco de una interpelación por la violencia en el fútbol al ministro del Interior, Eduardo Bonomi, ilustran con números la tesis de que Uruguay vive por la pelota y marcan la relevancia del tema en la sociedad.

La renuncia de Wilmar Valdez a la presidencia de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) dejó otra vez expuesto ese estrecho vínculo que existe en Uruguay entre el fútbol y la política.

El caso de los audios en que el empresario Walter Alcántara grabó a Valdez mientras hablaban sobre la licitación de las cámaras de videovigilancia instaladas en el Estadio Centenario se agregó así a una lista de hechos que en los últimos 35 años trascendieron los escritorios y los estadios.

El veto a Vázquez

Corría el año 1987 y el nombre de quien ahora es por segunda vez presidente de la República por el Frente Amplio, Tabaré Vázquez, había sido vetado por tercera vez en cinco años para asumir al frente de la AUF. El por entonces prometedor dirigente socialista y directivo del Club Progreso tenía el apoyo público de distintos clubes, entre ellos de Peñarol, pero su posibilidad naufragó casi que de un día para el otro.

"Lo que pasa que Julio (por el presidente de la República, Sanguinetti) llamó a mi viejo y le dijo que darle la presidencia de la AUF es como darle la intendencia al Frente Amplio", le dijo Juan Pedro Damiani, hijo del por entonces presidente de Peñarol, el colorado José Pedro Damiani, a Daniel Marsicano, amigo, dirigente de Progreso, y operador a favor de la presidencia de Vázquez en la AUF, según sostuvo el involucrado a los periodistas Edison Lanza y Ernesto Tulbovitz, autores de la investigación titulada: Tabré Vázquez; misterios de un liderazgo que cambió la historia.

"Lo que sucede, dicen, es que en este momento y dada la situación de crisis que vive el fútbol, es necesario que esté al frente de la AUF un dirigente que esté próximo al gobierno, para que el gobierno pueda ayudar al fútbol", dijo Vázquez ese mismo año a la publicación Alternativa Socialista sobre sus sucesivos vetos según recordó la investigación.

Allí Vázquez también afirmó que quien lo vetó en la primera oportunidad en que se postuló fue el presidente de Peñarol y dirigente del Partido Colorado, Washington Cataldi. Vázquez, que no pudo ser presidente de la AUF, se postuló a intendente de Montevideo en 1989, cargó que asumió en 1990 transformándose así en el primer jefe comunal del Frente Amplio.

Vázquez Peñarol
Vázquez visitó en 1993 la sede de Peñarol en 1993 como intendente
Vázquez visitó en 1993 la sede de Peñarol en 1993 como intendente

Los vínculos entre los goles y los votos continuaron. En 1991 quien asumió en la AUF fue Hugo Batalla, político de origen batllista, que estuvo en el Frente Amplio desde la fundación de esa coalición en 1971 hasta 1989, y que luego en 1994, el año en que dejó la entidad rectora del fútbol, se postuló a la vicepresidencia de la República como compañero de fórmula del colorado, Julio María Sanguinetti, un cargo que asumió en 1995.

La era Figueredo

En 1997 Eugenio Figueredo asumió en la AUF y un año después de llegar al poder firmó el primer contrato que vinculó al fútbol uruguayo con la empresa Tenfield. Según recordó el periodista Alfredo Etchandy (actual subdirector nacional de Deporte) en su libro De Italia a Corea; 12 años de Ausencia, la compañía pagó US$ 50 millones por diez años de contrato a cambio de los derechos comerciales y televisivos de las selecciones nacionales en todas sus categorías y de los torneos organizados por la institución.

La AUF También cedió los derechos de la publicidad estática audiovisual. El acuerdo luego tuvo sucesivas extensiones y mostró en más de una oportunidad, otra vez, los vínculos entre la pelota y la arena política. Pasaron los años y cuando el Frente Amplio llegó por primera vez al gobierno nacional en 2005, también con Vázquez al frente, su administración anunció cambios en el mundo del fútbol.

El ministro de Turismo y Deporte de esa administración y exdirigente del Club Liverpool, Héctor Lescano, prometió "cepillo de alambre y jabón" en 2006. Por ese entonces los clubes analizaban darle más poderes a Figueredo creando un cargo con incidencia internacional, y que otra persona dirigiera la organización local.

Figueredo se fue por la puerta de atrás en medio de una relación desgastada con los clubes y, además, era mal visto por el recientemente asumido gobierno de izquierda. El dirigente continuó su carrera en la Conmebol y la FIFA. A fines de 2015 fue procesado por un delito continuado de estafa en reiteración real y otro de lavado de activos.

Corbo Figueredo
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Cambio de frente

Seis fueron los presidentes que tuvo la AUF desde 2006 a la fecha, teniendo en cuenta a Edgar Welker que asumió tras la salida de Valdez. Además de los embrollos administrativos de los clubes, distintos actores del fútbol y de la política asumen como un hecho que el socio comercial de la AUF, Tenfield, tiene injerencia en las decisiones tomadas por la organización, en un tema que con los años también comenzó a permear en el gobierno nacional.

Tras la salida de Figueredo, asumió en la AUF José Luis Corbo, un dirigente de Rampla Juniors que tenía el visto bueno del gobierno pero que también se fue. "No aguanto más. Hacemos las cosas lo mejor posible y siempre los clubes nos pegan por atrás", dijo Corbo en la reunión que se despidió de la directiva de la AUF en 2009, en medio de una puja política por las facultades que los clubes habían dado al Consejo Ejecutivo de la AUF, según consignó una nota publicada por El Observador el 12 de marzo de ese año.

Luego Corbo escribió una carta. "Llegó el día. El que tantas e innumerables veces pospuse. El día en que otros códigos, no sé si mejores o peores, pero sí muy diferentes a los míos, se han definitivamente impuesto para continuar constituyendo el soporte sustantivo y preeminente en el quehacer de la AUF", sostuvo Corbo en la misiva.


Luego vinieron los días de Washington Rivero, quien ocupó a la cúpula de la AUF a impulso de Peñarol pero solo duró 20 días en el cargo. Y llegó el tiempo para Sebastián Bauzá, quien estuvo al mando de la organización durante el cuarto puesto obtenido en la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010 y en la Copa América ganada en Argentina en 2011, y quien también sufripó el inexorable vínculo del fútbol con la política.

El expresidente de Nacional, Ricardo Alarcón, dijo en diciembre de 2016 a El Observador que durante el gobierno de José Mujica los tricolores y Peñarol recibieron presiones por parte del mandatario para que en su momento no se opusieran a firmar la extensión del contrato con Tenfield por los derechos de televisación del fútbol.

Mujica negó la acusación de Alarcón en declaraciones a Telenoche. "Me parece que están haciendo como aquel que grita afuera del nido, se les deschava el tema de las barras bravas y salen. El fútbol es un negocio gigantesco en la pasión de la gente, es un negocio fabuloso, que mueve mucho dinero", dijo el dirigente del MPP.

Bauzá, Mujica y Tenfield

La salida de Bauzá empezó a gestarse la última semana de marzo de 2014 cuando tras una pelea entre hinchas de Nacional y la Policía en un partido por Copa Libertadores con 40 detenidos y al menos 13 uniformados lesionados, el presidente José Mujica ordenó a las fuerzas públicas no entrar más a las tribunas del Estadio Centenario y el Parque Central, donde son locatarios los tricolores.

Luego de eso Nacional jugó su partido el sábado por el torneo local pero, por decisión de la Mutual de Futbolistas, Peñarol no lo hizo al día siguiente. La gremial de jugadores era por ese entonces liderada por Enrique Saravia, que en la campaña de 2014 se postuló a diputado por el Espacio Celeste, una lista dentro del Espacio 609 fundado por Mujica.

En ese momento uno de los temas que estaba en discusión en la órbita de la AUF era que Bauzá, además, quería licitar los derechos de televisación para el futuro antes del Mundial a disputarse en junio en Brasil. El directivo aseguró que la falta de apoyo de los clubes para hacerlo fue uno de los motivos de su renuncia.

Sebastián Bauzá
Sebastián Bauzá
Sebastián Bauzá

"Con el nivel de violencia que había era imposible seguir. Había una amenaza de los entrenadores, de los jugadores. Había un caldo difícil de mantener. La única manera era negociando cosas en las que no estábamos de acuerdo. Pensamos que la solución era seguir adelante con la venta de derechos de televisión", dijo Bauza en una entrevista realizada por El Observador el 17 de setiembre de 2014.

En la misma charla enfatizó sobre la falta de respaldo de Mujica. "Se dieron muchas cosas. La carta de algunos clubes que quitaron la confianza se firmó en la sede Tenfield. Por otro lado se va el Ejecutivo (de la AUF) y se vuelven a vender entradas y vuelve la Policía a las tribunas. Y las cámaras que nosotros quisimos comprar nunca se pusieron y el campeonato sigue. Y el código de Disciplina, que nosotros presentamos en ese momento y no hubo quórum, después lo votaron", agregó.

Cuando ocurrió la salida de Bauzá, el secretario de la Presidencia de Mujica, Homero Guerrero, afirmó que "el gobierno no se metió en el fútbol" y que la administración "solo habló de seguridad". En tanto, en declaraciones públicas, el por entonces vicepresidente de la República y líder del Frente Líber Seregni, Danilo Astori, y el Partido Socialista, salieron en respaldo de Bauzá. Tras esos hechos, blancos y colorados, como oposición, acusaron al presidente José Mujica de injerencia en asuntos de la AUF por su cercanía con el empresario Francisco Casal.


Astori, en tanto, dijo en abril de 2014 que el fútbol debía gobernarse a sí mismo "sin injerencias de tipo político partidarias" ni económicas, y cuestionó la "posición dominante de la empresa Tenfield". Por entonces, el directivo de la compañía del grupo Casal, el exfutbolista, Nelson Gutiérrez, afirmó que "Tenfield hace más de siete años que sufre una permanente persecución por orden directa del vicepresidente".

En 2013 el gobierno clausuró un expediente que la Dirección General Impositiva tramitaba y por el cual Francisco Casal estaba embargado desde 2008 al reclamarsele aportes impositivos por la transferencia de jugadores entre 1998 y 2007. Durante el gobierno de Mujica primero la deuda fue reducida y finalmente condonada tras informes de la Fiscalía de Gobierno y de expertos que concluyeron que no hubo defraudación tributaria y ante la amenaza de un juicio de Casal al Estado por daños y perjuicios.

Luego de la renuncia de Bauzá hubo que elegir un sustituto y era casi un hecho que el cargo sería ocupado por Oscar Curutchet, edil de Asamblea Uruguay y persona de confianza de Astori, pero el vicepresidente le ordenó que no asuma por falta de gobernabilidad en el fútbol y el ahora integrante del gabinete capitalino se bajó en la misma tarde previa a la elección del 2 de abril.

En medio del embrollo, y en una noche donde varios clubes cambiaron su voto, asumió Wilmar Valdez, un hombre que llegó como se fue: tras una polémica coyuntural por temas de seguridad en el fútbol, sin pedir permiso, y sin decir adiós.

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