A mediados de julio, el príncipe heredero recibirá la visita de Biden

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El príncipe saudita acusado del asesinato del periodista Jamal Khashoggi viaja a Turquía

Arabia Saudita, que Occidente prometió aislar por el crimen del periodista en su consulado en Estambul, volvió al centro de la escena. El príncipe heredero visitará Turquía, una preliminar del viaje de Biden a Riad
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18 de junio de 2022 a las 05:00

El príncipe heredero saudita Mohamed bin Salman viajará a Turquía para reunirse con el presidente Recep Tayyip Erdoğan el próximo miércoles en el marco de una visita oficial que cerrará tres años y medio de tensiones entre Ankara y Riad por el secuestro, asesinato y desmembramiento del periodista de The Washington Post Jamal Khashoggi.

El hecho ocurrido en el consulado del reino en la ciudad de Estambul en octubre de 2018 derivó en una escalada diplomática entre ambos países y también tensionó al máximo las relaciones entre Riad y Washington, luego de que el presidente Joe Biden autorizara a los servicios de inteligencia de su país a divulgar una evaluación que señaló a Salman como el responsable de “aprobar” el operativo.

En esa ocasión, Biden prometió convertir a Arabia Saudita en un “paria”. El propio Erdogan alegó que Khashoggi fue "asesinado a sangre fría por un escuadrón de la muerte enviado desde Riad” y afirmó que "se había establecido que su asesinato fue premeditado". La entonces relatora especial de la ONU, Agnes Callamard, después de escuchar los audios de las conversaciones dentro del consulado recabadas por la inteligencia turca, concluyó que había sido "asesinado brutalmente" por un equipo de 15 agentes y su cuerpo desmembrado.

Hoy, el caso de Khashoggi parece haber quedado atrás. Tanto para Washington como para Ankara. La justicia turca anunció en abril pasado que la investigación que había iniciado sobre 26 ciudadanos sauditas sospechados de ejecutar a Khashoggi –y que Riad se negaba a extraditar– quedaba en manos de Arabia Saudita. La Casa Blanca, por su parte, confirmó esta semana que Biden, tras una escala en Israel, viajará a Riad y se reunirá con el príncipe heredero a mediados de julio.

Salman superó el ostracismo. El presidente francés, Emmanuel Macron, estuvo en el reino en diciembre pasado, finalizando una gira regional con una visita a Yedá, un moderno centro de comercio y punto de partida del peregrinaje hacia las ciudades santas de La Meca y Medina. Una visita similar realizó en marzo el primer ministro británico, Boris Johnson. Todos, al igual que Biden, en busca de que Arabia Saudita aumente su producción de crudo con el telón de fondo de la suba de los precios de la energía. Una victoria para el líder de facto de la primera potencia petrolera del mundo.

La agenda oficial señala que el presidente turco, Recep Tayipp Erdogan, recibirá a Salman en el palacio presidencial. Será la primera visita del príncipe desde el asesinato de Khashoggi. Será la continuidad del deshielo que comenzó luego que la justicia turca cerrara la investigación y del viaje que concretó Erdogan a Arabia Saudita antes de desplazarse a La Meca con motivo del Ramadán. En esa ocasión, Salman y Erdogan se entrevistaron en Yeda. Según la agencia estatal saudita SPA, para discutir "los medios para desarrollar" las relaciones entre ambos países.

El caso Khashoggi, quien había acudido al consulado saudí en Estambul para conseguir un papel necesario para casarse con su prometida turca, agravó en su momento las ya complicadas relaciones entre Arabia Saudita y Turquía desde que Riad concretó en 2017 y recién levantó en 2021 un bloqueo contra Qatar -un aliado de Turquía-, emirato al que acusó de apoyar al terrorismo en el Golfo Pérsico. Una postura que acompañaron otros países de la región. Tras la conmoción generada por el crimen y la afirmación de Erdogan que implicó a "los más altos niveles" del gobierno saudita, Salman había redireccionado su política exterior. Contraatacó estrechando lazos con dos rivales turcos de vieja data: Grecia y Chipre.

La distensión, sin embargo, llegó en abril, cuando la justicia turca cerró el proceso por el asesinato del periodista y dejó el caso en manos de las autoridades sauditas. Erdogan abrió así la vía del acercamiento. La Justicia saudí, en tanto, en un opaco proceso judicial también cerró el caso con cinco condenas a muerte y otras tres a penas de prisión. Condenas que no se ejecutaron.

Desde que fue designado príncipe heredero en junio de 2017, Salman consolidó su poder, al tiempo que liberalizó algunos aspectos de la ultraconservadora sociedad saudita. Sin embargo, sus esfuerzos por modernizar la imagen del reino y mostrarse con un reformista se cubrieron con la sangre del periodista asesinado. Ahora, el líder saudí tiene una nueva oportunidad. Está volviendo con renovadas fuerzas a la escena internacional. Una reunión y una foto con Biden era lo que buscaba.

Cuando el presidente estadounidense llegue a Arabia Saudita, verá la huella de Salman en muchos ámbitos, incluyendo un avance en la condición de las mujeres. En los últimos cinco años se las ha autorizado dejar de llevar el velo. También a participar en actos públicos y a conducir automóviles. Tampoco necesitan ya permiso de un miembro de su familia de sexo masculino para tramitar un pasaporte o viajar al extranjero.

Aun así, nadie puede levantar la voz para exigir más libertades. En 2018, fueron detenidas al menos una docena de activistas, detenciones que formaron parte de una ola de represión que también afectó a príncipes y altos funcionarios, a los Salman acusó de “sospechosos de corrupción o deslealtad”. Sin embargo, algunos opinan, como Hussein Ibish del Instituto de los Estados Árabes del Golfo con sede Washington, que el príncipe heredero "ha llevado a cabo una espectacular revolución cultural, social y artística, sumada a una igualmente espectacular concentración de poder político".

Salam también ha dejado su huella en la política exterior del reino. Dos meses después de la llegada al trono de su padre, en 2015, siendo ministro de Defensa, decidió intervenir en el vecino Yemen al frente de una coalición militar para apoyar al gobierno contra los rebeldes hutíes, cercanos a Irán, el gran rival de Arabia Saudita en la región. En más de siete años, la guerra ha dejado cientos de miles de muertos y ha llevado a millones de yemeníes al borde de la hambruna. Sin embargo, Riad parece ahora estar buscando una salida al conflicto y se ha manifestado en favor de una tregua.

Otra manifestación de fuerza de la política exterior saudita impulsada por Salman fue el bloqueo de tres años que impuso en junio de 2017 a Qatar. No obstante, según los analistas, en los últimos tiempos el reino ha adoptado un enfoque más conciliador con las principales potencias de la región. Entabló, por ejemplo, conversaciones con Irán, y se ha referido a Israel como un "potencial aliado".

En el ámbito económico, Salman quiere reducir la dependencia del reino de los ingresos que el país obtiene por sus exportaciones de petróleo. Espera atraer a unos 30 millones de turistas extranjeros al año para 2030, sobre todo con proyectos futuristas como Neom, una megalópolis en el norte del país de US$ 500 mil millones equipada con robots domésticos y taxis voladores, cuya primera etapa debería estar terminada en 2025. "Solo Salman puede transformar Arabia Saudita. Sin embargo, los próximos años serán cruciales y deberá ofrecer resultados tangibles", según Kristian Ulrichsen, del Instituto Baker de la Universidad Rice.

Por lo pronto, y ante la incomodidad que supone para Biden y Erdogan el inevitable apretón de manos con Salam, tanto Estados Unidos como Turquía, lo mismo que Francia y el Reino Unido, arroparon los encuentros como parte de una iniciativa de paz regional en el contexto de la cumbre del Consejo de Cooperación del Golfo –que incluirá a Egipto, Jordania e Iraq–  pautada para mediados del mes próximo. ¿El país anfitrión? Arabia Saudita.

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