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El racismo y el retorno del miedo

El racismo asoma nuevamente en EEUU con espasmos más fuertes; la pregunta es cómo enfrentar esta oleada neonazi
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26 de agosto de 2017 a las 05:00
No hay forma en que no volvamos a Charlottesville". Así de desafiante y seguro se expresó Richard Spencer, el autoproclamado creador de la autoproclamada "derecha alternativa", la nueva etiqueta que intenta presentar de otro modo a un grupo de neonazis y supremacistas blancos y que ya es uno de los principales hechos sociales –muy probablemente el más notorio y significativo– en la presidencia de Donald Trump.

Neonazis y blancos supremacistas comandados por Spencer y otros agitadores digitales –estos grupos encontraron en los blogs y podcasts un espacio seguro y una audiencia para su retórica– fueron los protagonistas de un nuevo capítulo en una pelea histórica que Estados Unidos mantiene en su fuero interno desde la Guerra de Secesión, y que mutó y se reformuló constantemente tras aparecer y desaparecer en términos de su notoriedad.

Hoy, empoderada por una figura en la Casa Blanca que no solo les hace la vista gorda, sino que por momentos justifica su accionar, la camada de nuevos estadounidenses blancos que aduce defender "la prevalencia de la raza blanca" conforme se acerca a transformarse en una "minoría", actúa a sabiendas de que las riendas que la controlan están flojas.

La más reciente manifestación de esto sucedió hace apenas algunos días, en Charlottesville (Virginia), donde unos 400 integrantes de diferentes movimientos vinculados a este concepto marcharon contra la decisión de la ciudad de retirar una estatua del general Robert E. Lee.

Tras una marcha con antorchas blancas que recordó a manifestaciones racistas de décadas atrás, la tensión creció y terminó con el asesinato de Heather Heyer, de 32 años, quien protestaba contra los supremacistas blancos.

Heyer fue atropellada brutalmente junto a otras personas por un hombre identificado con los grupos neonazis que formaron parte del evento. James Alex Fields, de 20 años, proveniente del estado de Ohio, con inclinaciones neonazis según profesores y allegados, fue detenido en conexión con el crimen que sacudió a Estados Unidos.

Tras el asesinato, fotos de Fields integrando grupos de Vanguard América aparecieron en las redes sociales. Pero la organización, cuyo manifiesto declara que "un gobierno basado en la ley natural no debe inclinarse ante la falsa noción de igualdad", negó toda conexión con él.

Lee fue un general que lideraba a las tropas sureñas confederadas y esclavistas durante la Guerra de Secesión, y es un ícono para aquellos que sostienen, entre otras cosas, que los valores con los que Estados Unidos se intentó identificar a nivel histórico como nación van en contra de las tradiciones identitarias de a quienes ellos llaman sus "padres fundadores", hombres blancos que consideraban a otras razas como inferiores.

Una consejera del gobierno de Charlottesville propuso, un año atrás, sacar la estatua de Lee, cuya ubicación en un parque con su mismo nombre le otorga una posición dominante, visible desde casi todos lados en la ciudad.

El movimiento de remover estatuas de líderes confederados ganó adeptos en múltiples puntos del país, y son cada vez más las iniciativas para removerlos.

En paralelo, la iniciativa dio terreno y plataforma a Spencer y otros grupos. Y la notoriedad con la que, en noviembre, festejaron la llegada de Trump al poder, daba la pauta de que su presencia iría en ascenso.

Las amplias libertades de expresión en EEUU son frecuentemente aprovechadas por estos grupos para mantenerse y avanzar, pero ahora parece incorporarse a esto un elemento nuevo: la legitimidad que desciende desde las esferas oficiales.

Limpieza étnica

Desde su aumento de notoriedad, Spencer es el símbolo de un "racismo pacífico" que busca la "limpieza étnica" de EEUU mediante las medidas antiinmigratorias y la confrontación dialéctica y política con "la maquinaria política negra" y "los latinos que dominan la Casa de Representantes".

Para Spencer, en un estado étnico blanco no podría ingresar nadie de descendencia no europea y el resto debería "irse de forma pacífica y voluntaria".

De algún modo, es la cara visible de un movimiento cuyas consignas se catalizan en internet, en foros como el "/pol" de 4chan. Pero bajo el paraguas de este graduado en Literatura Inglesa y Música y con un máster en Humanidades que dice no ser un neonazi hay mucho más.

Entre ellos, el siempre presente Ku Klux Klan y viejas figuras suyas como David Duke, quien estuvo en Charlottesville y periódicamente recuerda que Donald Trump demostró "honestidad y coraje" al defender la causa de los blancos estadounidenses.

Al mirar de cerca, se aprecia cuánto más radical es el asunto: un minidocumental de Vice visto por más de 30 millones de personas ofrece una mirada desde adentro a lo que pasó en Charlottesville, centrada en el neonazi Chris Cantwell.

Allí se ve, más que a trolls de internet, a integrantes de una milicia urbana, explica Angela Nagle, autora de un libro que examina cómo se manifestó el apoyo a Trump a través de los foros de internet.

Pese a su caracterización como un grupo de hombres, no solo ellos componen este grupo: en el video también puede verse a mujeres formar parte de estos grupos como también sucedió a lo largo de la historia de organizaciones como el Ku Klux Klan.

A la hora de estudiar esta nueva derecha nacionalista y radical, tampoco es un detalle menor que más de la mitad de las mujeres blancas votaron por Trump.

La ambigua postura de Trump

Trump apenas desconoció el apoyo tácito del Ku Klux Klan a su presidencia. Tampoco compartió las consignas de Black Lives Matter, el movimiento social negro que denuncia y protesta contra la brutalidad policíaca hacia ciudadanos de esa raza.

"Todas las vidas importan", se le escuchó decir una y otra vez. En un tono similar, el presidente se desdijo de sus primeras declaraciones sobre el asesinato de Charlottesville, en las cuales condenó el odio "en ambos bandos", lo que generó estupor en la opinión pública ante un despliegue de los supremacistas blancos en el que no faltaron palos, cascos nazis y escudos.

Un día después, Trump condenó a regañadientes a la "derecha alternativa" y a los racistas, pero al otro día se desdijo, señaló que entre los blancos que protestaban había "gente muy buena" y que también existe una "izquierda alternativa" compuesta por aquellos a quienes los blancos supremacistas denominan "antifa" (por "antifascistas").

Todos los expresidentes estadounidenses aún vivos, desde Obama hasta los Bush, desaprobaron a su modo el accionar del presidente en funciones.

Frases de Trump como "no hay nadie menos racista que yo" tienen resonancia casi nula ante la falta de una respuesta enérgica que aún la prensa le demanda.

Pero el presidente, cuya propia hija Ivanka profesa la religión judía ortodoxa tras contraer matrimonio con el ahora asesor presidencial Jared Kushner, no parece estar propenso a la labor de separar su presidencia de estos grupos que, avivados por publicaciones como Info Wars del fanático de las conspiraciones Alex Jones o Breitbart –brazo mediático radical de su exasesor, Steve Bannon– son apuntados como "decisivos" en su elección.

Las portadas de publicaciones como Time, The Economist o The New Yorker presentan a un presidente dispuesto a espolear el mensaje de los grupos racistas, y los artículos más benévolos con su reacción hablan de su "incompetencia" para manejar estos delicados asuntos raciales.

En tanto, ni su hija ni Kushner se expidieron sobre el asunto, más allá de un tuit condenando las manifestaciones racista. El corazón del reclamo parece explicarse en una frase del expresidente Franklin D. Roosevelt, quien una vez dijo que la presidencia "es pre eminentemente un sitio para el liderazgo moral".

Según Time, el país mira a la presidencia en tiempos de confrontación violenta, y Trump no ofrece al resto de la ciudadanía estas seguridades en lo que para muchos es un hecho que cuestiona el basamento del contrato social del pueblo estadounidense.

Todavía se espera una nueva reacción del presidente, mientras sus aliados en el Senado repudian el accionar de estas organizaciones.

Esa molestia se derivó también hacia el asesor presidencia Steve Bannon, el arquitecto de su plataforma nacionalista, que terminó renunciando el viernes pasado. Bannon llegó a referirse a los supremacistas blancos como "un grupo de payasos".

Angela Nagle vaticinaba que la "derecha alternativa" sufrió un golpe tras los eventos de Charlottesville, ya que su retórica pacífica quedó anulada.

El asunto ahora es qué sucederá a partir de eso, si estos grupos pasarán a una etapa más militante y cuál será su relación con el resto de la derecha en EEUU.

Un problema actual y en crecimiento

El Southern Poverty Law Center, una de las autoridades en cuanto al estudio de los "grupos de odio" en EEUU, señaló que estos están repartidos por todo el país, incluso en grandes ciudades señaladas como bastiones "liberales", como Nueva York o San Francisco. En total, son 912 los grupos activos, 15 más que el año pasado.

La presidencia de Trump y su accionar es señalado como una de las razones del aumento de un fenómeno al que ya no se puede señalar como "latente" .

En un país en el que los "delitos de odio" no están tipificados por las autoridades, ya que esto no es un requerimiento federal y las víctimas por distintas razones no suelen reportar agresiones o lo que sucede a nivel local, algunos proyectos intentan llevar la cuenta.

Es el caso de Documenting Hate (documentando el odio), una alianza de medios en la que participan la multiganadora de premios Pullitzer ProPublica, Univisión y una gran cantidad de universidades y escuelas de periodismo, así como medios locales.

El proyecto se basa en tomar historias comunitarias y reportes como evidencia, y sumarlos al trabajo de otras organizaciones que hace tiempo trabajan contra estos crímenes.

Entre otras estadísticas, Documenting Hate señala que, por ejemplo, hay un incidente de odio contra una mezquita cada tres días en EEUU.

El proyecto señala también que hay incidentes de odio en el país prácticamente todos los días.

Preparan nuevos eventos neonazis

Mientras tanto, los grupos neonazis preparan más eventos a pesar de que en diferentes universidades se están cancelando las presentaciones de oradores vinculados a la "derecha alternativa". Boston y San Francisco habilitaron espacios para estos encuentros.

Silicon Valley parece estar, al menos de cara al público, intentando minar los canales de comunicación de los propagadores de sus mensajes.

El proveedor de servicios GoDaddy canceló la cuenta que mantenía el sitio The Daily Stormer, uno de los más corrosivos sitios de la derecha racista.

A lo largo de la historia

Estas erupciones segregacionistas no estuvieron para nada ocultas en la historia estadounidense.

Por mencionar algunos ejemplos, en 1964 el gobernador de Alabama George Wallace prometía "segregación para siempre" en su comunidad, e historiadores como Richard Hofstadter diseccionaban diferentes teorías conspiracionistas contra la vida política y económica de Estados Unidos, con figuras como inmigrantes y judíos como amenaza recurrente.

Nuevamente son ellos y básicamente cualquier grupo étnico que no provenga de "ascendencia europea" los rivales para estas agrupaciones.

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