Por Mg. Agustín Torroba (1) y Dr. Ariel Coremberg (2), especial para El Observador
La bioeconomía ha surgido como un nuevo paradigma técnico-productivo que, a partir de recursos, procesos e insumos de base biológica, permite responder a la creciente demanda de alimentos, fibras y energía. A su vez, apoya la mitigación de los impactos negativos de la economía sobre el medio ambiente y los recursos naturales, impulsando procesos de desarrollo local mediante la generación de nuevas fuentes de empleo e ingreso.
La formulación de políticas públicas, marcos normativos y estrategias a distintos niveles estaduales, son claves para extender el horizonte de desarrollo de la bioeconomía, teniendo presente que gran parte de sus actividades y procesos productivos corresponden a productos y mercados nacientes.
Para la articulación de acciones públicas y privadas en favor de la bioeconomía resulta fundamental contar con estadísticas fiables que orienten y demuestren la rentabilidad económica, junto a los beneficios sociales y ambientales de la asignación de recursos, a fin de efectuar una adecuada toma de decisiones. Debido a sus encadenamientos con el resto de la economía, las actividades de base biológica tienen una participación primordial en la generación de divisas y empleo, pudiendo contribuir de manera notable a la creación de nuevas oportunidades productivas en áreas regionales, competitividad y dinamismo de las exportaciones, favoreciendo una reducción de la pobreza y una mayor equidad en la distribución del ingreso.
Medir la bioeconomía implica grandes retos. En primer lugar, exige realizar un corte transversal por productos y actividades no necesariamente compatible con el sistema de clasificación tradicional del producto interno bruto (PIB), del comercio exterior y de las encuestas a hogares. En segundo lugar, las matrices insumo-producto tradicionales generalmente no distinguen ni agrupan a los productos e insumos de base biológica en una misma rama de actividad económica, ni tampoco al conjunto de servicios agropecuarios, industriales y de inversión requeridos por estas actividades. Ello exige una readecuación de conceptos, procedimientos y operaciones estadísticas que debe ser complementada con un relevamiento continuo y exhaustivo de las inversiones y actividades comprendidas en la bioeconomía.
Dando respuesta a estos retos, es que el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) ha desarrollado una Cuenta Satélite de la Bioeconomía para Uruguay. Este enfoque permite la adaptación conceptual, metodológica y estadística en la definición y la medición de la bioeconomía. Mediante un corte transversal para todos los sectores de la economía, es posible identificar y sumar el valor agregado de los productos y/o las actividades de base biológica en cada rama de la producción.
Entre los principales resultados de la publicación Haciendo visible la Bioeconomía - Guía metodológica para la estimación de la cuenta satélite de la bioeconomía en América Latina y el Caribe: el caso de Uruguay (IICA, 2021), se pueden destacar que:
Es por ello que, junto a diversos socios y aliados, desde el IICA estamos evaluando los desarrollos existentes y las potencialidades de cada uno de los países, de manera de poder determinar los complejos de la bioeconomía que tienen mayor potencial para convertirse en motores de la integración económica de la región. Al final, el objetivo es poder avanzar en una agenda público - privada de políticas e inversiones para el desarrollo del Mercosur.
Tomando en cuenta el volumen importante de biomasa disponible en los países agrícolas, y una, cada vez más, desarrollada base tecnológica y de innovación, la elaboración de Cuentas Satélites para la Bioeconomía constituye una herramienta fundamental para analizar su estructura actual, e identificar sus potencialidades. Así, resulta impostergable seguir abriendo puertas donde la economía de base biológica pueda afianzarse, no solo como un paradigma económico local, sino como una oportunidad de cooperación para generar políticas de desarrollo productivo a nivel regional.
(1) Magister en Energías, especialista Internacional en Biocombustibles, Programa de Bioeconomía y Desarrollo Productivo del IICA
(2) Phd Economics, Director del Centro de Estudios de la Productividad, Coordinador del proyecto ARKLEMS+LAND y Profesor en la UBA, UDESA, UCEMA, entre otras
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