El vicecanciller Bergamino y Venezuela: pequeños equívocos con absoluta importancia

Apenas hace falta ir al archivo histórico para encontrar numerosos intentos de un gobierno uruguayo por encabezar la intermediación en una situación conflictiva, como en la Guerra del Chaco o en la Guerra Civil española.

A otros representantes uruguayos tampoco les tembló la voz para llamar las cosas por su nombre, aún cuando eso significara, por ejemplo, enfrentarse a potencias mundiales. Así lo hizo el embajador Carlos María Velázquez en el Consejo de Seguridad (1965-1966) de Naciones Unidas condenando la intervención estadounidense en República Dominicana o defendiendo las Malvinas y Gibraltar de los británicos.

A la luz de esos ejemplos sorprende la timidez con la que el subsecretario de Relaciones Exteriores, Ariel Bergamino, defendió este viernes la posición de Uruguay frente a la dictadura de Nicolás Maduro y su falta de involucramiento en los esfuerzos regionales por presionar al chavismo.

"Las exclusiones no me gustan", dijo el exembajador político de Uruguay en Cuba frente a la decisión del gobierno peruano –apoyado por otros trece estados de la región agrupados en el Grupo de Lima- de desinvitar a Nicolás Maduro para la próxima Cumbre de las Américas que tendrá lugar en la capital peruana en abril.

"El bombardeo de declaraciones, las exclusiones y las amenazas no ayudan en nada. Estas reuniones con exclusiones...A mí ni en los cumpleaños me gustan las exclusiones", dijo Bergamino en declaraciones a Radio Sarandí el viernes.

"Se quiere crear, hay tendencia a pensar que somos los raros del barrio", dijo en relación al hecho de que Uruguay no forma parte de ese grupo. "Pero no lo somos. La política que lleva adelante este gobierno retoma líneas de larga duración de lo que ha sido la política exterior de este país", agregó.

Más allá de que sería interesante conocer cuáles son esas líneas de "larga duración" a las que alude Bergamino, resulta extraña esa hipótesis de que la presión regional o internacional no puede lograr resultados. Basta con ver la contribución de la comunidad internacional para que se desencadenara el fin del apartheid en Sudáfrica. Más aún, ese argumento cuestionaría unas cuantas resoluciones que Uruguay votó con énfasis durante los últimos dos años en el Consejo de Seguridad.

Pero en este caso la historia es diferente. ¿En serio cree el subsecretario que a Venezuela la están "excluyendo"? Si eso fuera así entonces podríamos suponer que no está de acuerdo con el consenso que alcanzaron los miembros fundadores del Mercosur para suspender (¿excluir?) a Venezuela del bloque por el débil estado de salud de la democracia en ese país.

Pero aún así, ¿es la región la "excluyó" a Maduro o es el presidente venezolano el que ha hecho todo lo posible por aislarse? ¿Es la región la que le cerró las puertas a Caracas o es Maduro el que insiste en dinamitar el consenso –y por ende funcionamiento- de la gran mayoría de las organizaciones regionales? Podría preguntar el subsecretario en su oficina por qué está estancada la elección de la secretaría general de la Unasur, cuáles fueron las dificultades que hubo en Aladi y por qué Uruguay dio su voto para sacar a Venezuela del Mercosur. Esas organizaciones funcionan en base a la buena voluntad y colaboración de sus integrantes, cosa que Maduro no exhibe.

Si la preocupación que manifestó el vicecanciller por el pueblo venezolano es tal seguramente esté altamente consternado por las imágenes de miles de venezolanos cruzando puentes hacia Colombia y a Brasil y de las góndolas vacías. Quizás haya leído el informe periodístico del New York Times que muestra la dramática situación de la muerte de bebés por desnutrición. Tal vez, incluso, haya hablado con algunos de los tantos venezolanos que están en nuestro país -algunos de ellos profesionales calificados- que le pueden contar qué están haciendo en Uruguay y por qué llegaron hasta acá.

Tampoco debería olvidar Bergamino quien concentra -en altas dosis- el poder del estado en Venezuela y quien tiene la obligación frente al hambre, la seguridad y la salud de sus ciudadanos. La soberanía es responsabilidad de proteger. Por eso es un atajo simplista procurar zanjar la discusión con la clásica "los problemas de los venezolanos los tienen que resolver los venezolanos".

Seguramente sea más fácil decir que "las cosas en Venezuela no son tan blanco y negro". Es probable que eso deje más contento a su partido. Después de todo para algo lo pusieron ahí.