Lin, una mujer del condado de Hsinchu, situado al noroeste de Taiwán, solicitó el divorcio de su marido alegando que este la ignoraba. Su principal prueba, la cual fue aceptada por la jueza, fueron seis meses de mensajes de WhatsApp sin responder.
La mujer presentó una enorme cantidad de mensajes que le había enviado, incluso en situaciones extremas (por ejemplo, para decirle que estaba en el hospital). La respuesta de su marido había sido siempre la misma: el doble tilde azul que indica que el mensaje fue visto.
La jueza del caso decidió darle el divorcio a Lin, al entender que la relación "no podía repararse" puesto que "una pareja normal no debería tratarse de esa forma". Al tratarse de una vía de comunicación tan común actualmente, la jueza entendió que debía tomarse como evidencia.
No es una novedad que esta popular aplicación aparezca sobre el tapete en una separación matrimonial. Hace unos años, WhatsApp era considerada una de las principales causales de divorcio en Italia, puesto que la plataforma de mensajería instantánea aumentó los casos de infidelidad en dicho país.
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