Colombia se prepara, en un clima de paz, para elegir quién gobernará los próximos cuatro años

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Elecciones en Colombia: el balotaje que cambiará al país de los "Cien años de soledad"

Gustavo Petro y Rodolfo Hernández se preparan para un resultado incierto en la segunda vuelta de los comicios presidenciales que se realizará mañana
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18 de junio de 2022 a las 05:00

Las posibilidades del debate entre los dos candidatos, ordenado por un tribunal de Bogotá se esfuman ante las innumerables condiciones planteadas por Rodolfo Hernández. Colombia se prepara, en un clima de paz, para elegir quién gobernará los próximos cuatro años.

Gustavo Petro, hace cuatro décadas, era un muchacho flacucho y con unos anteojos que no podían ocultar su fuerte miopía. Se incorporó al grupo de guerrilla urbana M-19 y para enmascarar su identidad usó Aureliano como alias, por la fuerte influencia que tuvo Gabriel García Márquez con la historia de la familia Buendía, por el coronel Aureliano Buendía, nacido en Macondo, el pueblo ficticio donde sucedían todas las cosas reales de Colombia.

Petro, por estas horas, siente que quizá pueda cambiar la historia, al menos llegar a la Casa de Nariño, la mansión presidencial, y desde allí desplegar un programa de cambio sin racismos, con una distribución equitativa de las riquezas, sin persecuciones, a favor del medio ambiente.

Rodolfo Hernández tiene sentimientos similares a los de su oponente en cuanto a querer cambiar la historia, pero sus propuestas, sus ideas, las que lo llevaron a ser el candidato sorpresa, son muy diferentes a las de Petro. El exalcalde Bucaramanga y hombre acaudalado, con causas judiciales en curso, una de ellas por favorecer a un hijo suyo con un contrato de un 1,5 millones de pesos colombianos mientras él era alcalde. Sin embargo, Hernández hizo de la lucha contra la corrupción su caballo de batalla. De hecho, su partido se llama Liga de Gobernantes AntiCorrupción.

No hay dudas de que el electorado colombiano se hartó de su clase política. Los discursos de la democracia en un país donde las sangres se derraman y las riquezas no se derraman cansaron al electorado donde votar es optativo.

Hernández dice que “todo tiene que ver con el robo de la plata pública, si se la roban no se puede hacer nada y se acumulan las necesidades que no se resuelven, y derivan en violencia. Y para resolverla se necesita plata, pero no hay plata porque se la roban, es un círculo vicioso que vamos a romper”.

Esas ideas, que recorren el mundo y no solo Colombia, están acompañadas de una plataforma del liberalismo y las derechas tradicionales: reducir el Estado y rebajar impuestos. Su populismo lo lleva, al mismo tiempo a proponer una renta básica universal equivalente a US$ 250 y otra a todos los adultos mayores. Pero nunca definió de dónde saldrían los fondos si achica el Estado.

Por su parte, Petro, economista de formación, busca “un equilibrio presupuestario que permita tener un Estado con un gasto eficiente”. Colombia tiene un coeficiente de deuda externa que lo lleva a tener al FMI en la mira. Por eso, el progresismo de Petro no busca medidas drásticas, sostiene que los fondos públicos para el empleo y el crecimiento tengan la misma importancia que el pago de la deuda”.

El Frente Histórico de Petro busca reducir el extractivismo tanto en la agricultura como en la minería. Presentó en campaña una reforma tributaria gravando las grandes fortunas para para reducir el déficit fiscal. También quiere terminar con el sistema previsional mixto y convertirlo en público, lo cual le genera una gran oposición de la banca colombiana.

Cualquiera diría que, al menos en la enunciación de campaña, un electorado harto no sabe si su bolsillo mejorará con uno o con el otro.

Los acuerdos de paz

Una coincidencia entre ambos candidatos es reafirmar el Acuerdo de Paz, iniciado por el entonces presidente Juan Manuel Santos en 2016 con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Ambos candidatos creen preciso un proceso de acercamiento con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que declaró una tregua de su lucha armada durante los comicios.

Es preciso recordar que Santos, proveniente de una familia tradicional, no logró atraer ni a los sectores populares ni a la aristocracia colombiana a esos tratados de paz. En una entrevista hecha por el periodista John Carlin para El País de Madrid, frente a la pregunta respecto de cómo lo trataban sus amigos ante ese proceso, Santos contestó de modo breve y lapidario: “No quieren jugar más al golf conmigo”.

El coronel Aureliano Buendía y Gabriel García Márquez saben que Colombia está en su laberinto.

 

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