Producción de Granja Tres Arroyos.

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Empresario advirtió sobre lo qué pasó en Argentina cuando gobernaron Menem y De la Rúa

De Grazia, presidente de Granja Tres Arroyos, señaló que si la importación de carne aviar es "sin límite", no le ve un futuro promisorio a la actividad avícola en Uruguay
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13 de diciembre de 2022 a las 10:11

Joaquín de Grazia, presidente del directorio de la empresa avícola Granja Tres Arroyos, cuestionó la política que el gobierno uruguayo ha emprendido desde el inicio de este año, cuando eliminó el régimen de cuotas en la importación de carne aviar, y en ese marco advirtió sobre el perjucio que esa política generó en Argentina en años de la década de 1990.

Hasta comienzos de este año, existía un tope de 120 toneladas para el ingreso de carne aviar desde Brasil y otro de 60 toneladas para el producto procedente desde Argentina.

Eso, explicó el empresario argentino De Grazia, “nos daba un determinado horizonte con relación a las importaciones desde Brasil y Argentina, dejando libre a otros países, como Chile y Estados Unidos, desde donde también se han recibidos productos en Uruguay”.

La decisión del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) de dejar de lado los topes “fue una situación inesperada” que ambientó el otorgamiento de “una gran cantidad de permisos de importación”, señaló.

De Grazia dijo que hasta el cambio, existían “reglas claras”, con base en “pactos entre privados, pero firmados en organismos públicos, en el MGAP” y que “al no estar esa contención, al habilitarse una cantidad de importaciones, sobre todo de supremas, quedan reglas confusas para la inversión, para la continuidad de nuestras empresas”.

El cuestionamiento de De Grazia se añade a varios que han surgido desde los distintos eslabones de la cadena avícola (fazoneros, distribuidores e industriales) nucleados recientemente en la Coordinadora para la Defensa de la Cadena Avícola, que anunció tiene todo listo para activar una nueva camionada en Montevideo en caso que se vuelvan a otorgar permisos de importación de carne aviar.

También hubo comunicados con cuestionamientos al gobierno emitidos por la Cámara Uruguaya de Procesadores Avícolas (Cupra) y la Asociación de Mujeres Rurales del Uruguay (AMRU).

Por el contrario, el empresario Jorge López, director de la firma uruguaya Abasto Santa Clara (empresa que importa diferentes carnes, entre ellas de pollo), declaró recientemente a El Observador: "Hoy no estamos pudiendo cumplirle a nuestros proveedores con los negocios pautados, porque se cortó (la importación) sin ninguna explicación".

Reglas "no firmes"

Consultado con relación a que durante las últimas semanas, si bien no hubo marcha atrás en la medida oficial, no se otorgaron nuevos permisos de importación, De Grazia dijo: “Si bien hay un parate, esas reglas no son firmes”.

De Grazia reflexionó que “como empresarios tenemos la obligación de velar por el trabajo de la gente, de crear fuentes de trabajo y mantenerlas, en nuestro caso tenemos 350 personas (el complejo industrial de Tres Arroyos está en Melilla) y hay alrededor de 100 más entre fazoneros y sus empleados, es una gran comunidad que para seguir trabajando necesitan de reglas claras”.

“Si la importación es sin límite, no veo un futuro promisorio para la actividad avícola en Uruguay”, remarcó quien está al frente de un complejo industrial clave en la cadena agroindustrial avícola nacional, la única firma habilitada para exportar.

El ingreso de carne aviar “no puede ser indiscriminado, porque Uruguay no tiene el poder para contrarrestar la eficiencia por volumen de algunos países, como Brasil, el principal exportador de carne de aves del mundo, que este año va a exportar por US$ 11.000 millones a 150 países”, explicó.

La experiencia argentina

Luego, contó sobre “una muy mala experiencia” que hubo en Argentina, en la década de 1990: “Teníamos un sistema de convertibilidad que fue haciendo que el dólar, en función de la inflación en dólares que Argentina sufría, fuera cada vez más accesible, fuimos quedando caros y con una importación absolutamente libre el 25% de las empresas desaparecieron y el 75% restante quedó absolutamente dañada”.

El gobierno argentino después, “aún con convertibilidad, cuando pasamos de (Carlos) Menem a (Fernando) De la Rúa, vio el peligro de la desaparición de una enorme fuente de trabajo y aplicó una cláusula de salvaguarda que nos resguardó de las importaciones brasileñas, en función de determinados parámetros que se consideran para esas cláusulas dentro del Mercosur”.

Posteriormente, señaló, “cuando el gobierno liberó el tipo de cambio, los mismos ineptos que no podíamos defendernos de la importación nos transformamos en grandes exportadores llegando hoy a más de 70 mercados, por lo tanto esto no es una cuestión de personas, es una cuestión de las políticas, que yo no las discuto, pero sí deben tener una justa administración en función de la realidad de cada país y de cada momento”.

El empresario comentó: “Nosotros luchamos por las fuentes de trabajo locales que hemos logrado crear y por un mercado que, tengo que decirlo con todas las palabras, le pertenece a la industria que lo creó, no le pertenece a la industria foránea que a través de sus exportaciones vaya a ocupar pedazos de ese mercado”.

“La competencia es bienvenida, pero solo en las condiciones que correspondan, ahora debemos encontrar el mejor camino entre todos”, concluyó.

 

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