La región del Darién, selvática y pantanosa, se extiende en el sur de Panamá y el norte de Colombia sobre el océano Pacífico. Es por demás inhóspita y peligrosa. Sin embargo, en el mes de agosto se convirtió en el camino de miles de personas que intentan traspasar América Central y México para intentar llegar a Estados Unidos. Un destino por demás complejo por los altos controles migratorios, tanto del lado mexicano como especialmente desde Arizona y Texas en Estados Unidos.
La región del Darién fue más transitada en lo que va de 2022 que en cualquier período con el que quiera comparárselo. En agosto, según diversas organizaciones de derechos humanos, el flujo superó los 30.000 migrantes. Se estima que más de 20.000 son de origen venezolano, muchos de ellos ya establecidos en Colombia previamente.
“Estamos ante cifras nunca antes vistas cruzando el Tapón del Darién”, dice Juan Pappier, miembro de Human Rights Watch (HRW), quien conoce el terreno y trabaja en un informe que publicará HRW. “Eso quiere decir que más y más personas están expuestas a gravísimos abusos, incluyendo violaciones sexuales, en una frontera en la que reciben poquísima protección, una asistencia humanitaria insuficiente y un acceso a la justicia casi nulo”, añade.
En 2021 hubo 133.000 migrantes que solicitaron asilo en Panamá, muchos de ellos “asilo temporario” para poder continuar camino hacia el norte. Entre ellos hubo 29.000 niños y niñas, lo cual hace más patente que son familias enteras las que intentan cruzar por caminos prácticamente intransitables.
En los primeros siete meses de 2022, ya son más de 100.000 las personas que emprenden esa ruta, lo cual proyecta un crecimiento de entre el 15 y el 20% en relación al año anterior.
En junio, la Defensoría del Pueblo de Colombia advirtió sobre los riesgos que corren los niños, niñas y adolescentes migrantes que transitan por los límites entre Colombia y Panamá. En julio, HRW advertía que los nuevos requisitos de visados impuestos por varios países de América Latina habían provocado un salto en el número de venezolanos que se exponen a los grupos violentos, los desbordes de los ríos o los desmoronamientos en las zonas montañosas.
El alcance continental de la crisis queda en evidencia. El aumento de solicitantes de asilo que atravesaron el Darién desbordó en lo que va del año la capacidad de procesamiento de migrantes Yuma, Arizona, y en El Paso, Texas. A diferencia de oleadas anteriores, quienes piden asilo no tienen siquiera familiares o contacto para lograr el apoyo de las autoridades migratorias de apoyo en Estados Unidos.
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