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En familia y con mucho apoyo: así fue la última noche en el hotel de Uruguay

Tras la eliminación en el Fonte Nova, los futbolistas se despidieron de la Copa América con fotos y un estado de ánimo un poco mejor
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30 de junio de 2019 a las 10:41

Enviado a Salvador de Bahía, Brasil

La delegación uruguaya en la Copa América abandonó Brasil apenas un rato después de la eliminación ante Perú mediante los tiros penales en los cuartos de final del certamen. Luego del duro momento vivido en el Arena Fonte Nova, el grupo dejó Salvador de Bahía, en un comienzo de vacaciones para los jugadores antes de lo que parecía previsto.

Los futbolistas dejaron la zona mixta del estadio bahiano, donde se vio a Luis Suárez ya recuperado del golpe que significó quedar afuera del torneo y que justo él haya fallado el penal. De todas formas, en los ojos del salteño quedaba la evidencia de que habían pasado muchas lágrimas.

Desde el estadio, la delegación celeste fue al Novotel Hangar. Los futbolistas y el cuerpo técnico dispusieron de unas horas para aprontar sus valijas antes de salir rumbo al aeropuerto que está muy cerca de dicho hotel. Además, se sacaron los trajes y se pusieron la ropa deportiva de la selección para viajar más cómodos.

En esa espera en el lobby del hotel, varios futbolistas compartieron minutos con sus familias, según constató Referí.

Fue un momento de dolor por la derrota, de apoyo de los más cercanos y también de distracción. Los pocos periodistas en el lugar tuvieron acceso sin ningún tipo de control por primera vez en Brasil. La Copa ya había terminado y los jugadores dejaron ver su perfil más humano.

Nicolás Lodeiro, que no tuvo minutos ante Perú, estuvo en un sillón junto a su familia y luego jugó un rato con sus hijos pequeños que tenían una pelotita de goma.

Luego, salió una primera tanda con jugadores y allegados, más el cuerpo técnico y los dirigentes. Pasaron Nahitan Nandez, Diego Laxalt, Martín Cáceres, Maxi Gómez, Martín Silva, Lucas Torreira, Marcelo Saracchi y Gastón Pereiro, mientras otros ya esperaban en el ómnibus.

Hubo algunos brasileños que se acercaron a pedir fotos y los futbolistas accedieron en ese trayecto hacia el coche.

También pasó Óscar Tabárez, quien se despidió de los presentes con un saludo con su mano, y el presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol, Ignacio Alonso, ambos con sus respectivos compañeros de trabajo. Todos saludaron.

Luego, llegó otro ómnibus para esperar a la segunda tanda de futbolistas con sus respectivas familias.

Rodrigo Bentancur, notoriamente cansado tras el partido, cargó sus valijas. También pasaron Federico Valverde, que también se sacó fotos con quienes le pidieron, y Jonathan Rodríguez con su señora y su hija.

El capitán Diego Godín también paró con los presentes que se lo pidieron y puso su mejor sonrisa para las cámaras, si bien por dentro estaría mascando bronca por la derrota.

Luego ,fue el turno de Luis Suárez, quien con su hijo más pequeño dormido en sus brazos dejó el hotel acompañado por el resto de sus familiares, su señora y sus otros dos niños, más un grupo de primos que había llegado a Brasil para alentarlo.

El delantero fue directo al ómnibus sin hacer ningún gesto y recibió palabras de apoyo de los presentes. “¡Vamo arriba Luis!”, le dijeron.

Por último, Edinson Cavani bajó al lobby y fue directo a la recepción a firmar una camiseta. Justo en ese momento de la noche, unos turistas estaban llegando al hotel e iban a hacer el check-in para hospedarse. No podían creer que delante de ellos estuviera el delantero de la celeste y PSG.

Luego, un niño morenito de unos cinco años se le acercó solo con su celular y le pidió una selfiee. Cavani aceptó, se acomodó el pelo y sonrió para el pequeño, al que despidió con un beso y una caricia en la cabeza.

Después se sacó más fotos en los 10 metros que caminó hasta el ómnibus, explicándoles que tenía que ser rápido porque estaban esperándolo para irse. Antes de subir, les pidió disculpas a un par de brasileños que lo llamaron desde la valla de seguridad, haciéndoles un pulgar para arriba y explicándoles que se le iba el vuelo.

De un momento para otro, no hubo más rastros de uruguayos. El hotel quedó vacío, como la ilusión celeste en una Copa América que volvió a serle esquiva.

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