Conrado Ferber, en una entrevista que concedió a El Observador, aludió a un "desafío interno" y otro "hacia afuera" que tiene Instituto Nacional de Carnes (INAC).
Con relación al desafío interno, explicó que pasa por disminuir lo que se le pide a la cadena de la carne para financiarse: el 0,7% del comercio interno y el 0,6% en la exportación.
“Eso fue establecido por ley, cuando se creó el INAC. Luego se fue dando un doble crecimiento, en volúmenes de exportación y en los precios, algo que continúa y eso llevó a que el instituto creciera mucho, sumando servicios, pero entendemos que hay una realidad y es que cumpliendo con todos sus objetivos el instituto no debería recaudar más allá de lo necesario, algo que debería ser la premisa en toda la administración pública”, explicó.
Tras recordar que si bien se han dado años en los que se recaudó poco, como cuando la crisis por el brote de fiebre aftosa a inicios de este siglo, en los últimos años las exportaciones crecieron y se han generado reservas suficientes.
“Si las reservas superan cierto límite, lo que analizamos es aplicar un porcentaje variable, que haya una baja automática en el aporte. Estamos pensando en un 0,5% por lo menos. Puede parecer poco, pero es mucho para un primer paso”, indicó.
“El mensaje es que no precisamos todo lo que le estamos pidiendo a la cadena”, complementó Ferber.
Finalmente, sobre este desafío remarcó: “Lo que planteamos, en definitiva, es actuar como si los recursos fueran de uno, hacer los ajustes que corresponda, con base en un plan operativo anual claro y eficiente, con un presupuesto razonable y tomar esa decisión”.
En el caso del desafío “hacia afuera” que tiene el INAC, Ferber explicó que deriva de que se viene de un ejercicio con un nacimiento de unos tres millones de terneros, que eso se repite “y no es que seamos más eficientes en la preñez: el productor retuvo vientres, hay un pie de cría más grande, porque hay certezas, el gobierno dijo que no iba a haber más impuestos y cumplió para que produzcan tranquilos, y se dijo que no se cerraría la exportación en pie y también se cumplió”.
Agregó que “con esos tres millones de terneros, una faena estabilizada en 2,2 o 2,3 millones de vacunos y la salida en pie abierta y en niveles no dinámicos, corremos el riesgo de generar un sobrestock que haga bajar los precios internos por el ganado y que pase lo contrario, un desincentivo al productor”.
Por eso, “uno de los grandes desafíos es quitarle a la industria las grandes tapas que tiene”.
Históricamente pasó que tras un año de alta parición los precios se caían y “eso no es un problema de maldad o aprovechamiento, es algo lógico, no es que te salgan a ‘cuerear’, el mercado es así, si soy industria y tengo condiciones para vender 2,2 o 2,3 millones de animales ante una oferta superior tengo para bajar los precios, no voy a matar más para perder plata, pero si me bajás el precio accedo a otros mercados para colocar esa mayor oferta”.
Por lo tanto, “a la industria le tenemos que sacar la tapa de los aranceles, que no depende de nosotros, o la tapa de los impuestos”, reflexionó.
“El desafío es lograr presentar al Ministerio de Economía y Finanzas una fórmula que permita que la industria disponga de competitividad también a partir de los 2,2 o 2,3 millones que se faenaron históricamente, y ambientar los beneficios que implica faenar cientos de miles de vacunos más, pero hay que lograrlo sin caer en el espiral descendente de que el ganado vale poco porque hay mucha oferta y la industria para colocarlos tiene que pagar menos”, explicó.
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