Luis Alberto Carballo (53) siempre supo que quería entretener. Que quería estar en un escenario o en un estudio de televisión cumpliendo ese cometido. De adolescente, se sentaba con su padre a mirar El show del mediodía, y se acuerda que una vez, señalando a Cacho de la Cruz, le dijo: “Quiero hacer lo que hace ese hombre”.
A los 21 años estaba trabajando en Cacho Bochinche, al lado de su ídolo, con el que venía de hacer teatro. Su rol consistía en meterse adentro de un traje de oso, y antes de que el programa fuera a la pausa, llevar dos vasos de refresco, darle uno al conductor, y brindar con él.
Su debut televisivo a cara descubierta —más peluca y vincha— fue en 1991, con El rato de Charoná. Fue un rol popular, sí, pero para el público era difícil de despegarlo del indio. “Yo empecé a ser Luis Alberto Carballo después de Récord Guinness, en el 2001”, cuenta, sentado en una oficina de Canal 4, su hogar profesional desde hace 15 años. Aclara, de todos modos, que despegarse de Charoná fue un proceso que no sufrió. "Estaba bueno que te reconocieran, y yo digo que una de mis mejores épocas en televisión fue la de Charoná, en todo sentido. En el aprendizaje, porque ahí aprendí a pararme en un estudio. En lo económico, que era buenísimo, y en el fogueo, ya que conducía un programa”.
Este año, además de cumplirse treinta años de ese salto a la popularidad, se cumplen diez del inicio de Algo Contigo, el programa “chimentero” que no empezó como tal y en el que los canales no confiaban cuando él lo ofrecía. Y, además, tiene también un trabajo nuevo: es uno de los conductores de Vamo’ arriba que es domingo, una continuación del programa matinal de Canal 4 Vamo' arriba, que va de lunes a viernes.
Carballo llegó a la televisión con un pasado en el Carnaval. Ese camino hoy es más común —ahí están Rafael Cotelo, Gastón “Rusito” González, Aldo Martínez, Marcel Keoroglian, Leonardo Pacella y Jimena Vázquez, entre otros—, pero cuando él lo caminó era mucho menos transitado.
Para el conductor, la clave es entender qué códigos cambian cuando se pasa de un ámbito a otro. “Si lográs ponerte el chip cada vez que hacés algo diferente, creo que mal no te va a ir”, considera.
Si bien por el momento no maneja un retorno al Carnaval, el deseo está. Ha tenido propuestas en los últimos años, pero su voluntad es que la vuelta sea en las mejores condiciones posibles. Nada de sumarse a un conjunto en enero, ni hacer todo a las apuradas. Aunque no le gusta ensayar, confiesa, si sale será con la preparación necesaria. Por ahora, los tiempos televisivos le hacen difícil el retorno.
Lo que también ve complicado es tener continuidad en televisión. Reconoce que lo ha logrado, pero también que lo tuvo más fácil porque, en su opinión, la televisión se convirtió en algo “mucho más terrenal”, en la que ya no predominan los tipos de traje y corbata.
“Creo que la mitad de los conductores que hoy estamos en televisión, hace 30 años no estábamos. Nos veían pasar por la puerta y nos decían '¿usted es proveedor?'. Era mucho más exigente y, ojo, no estoy hablando mal de esa generación de la que yo también soy parte, pero era otra televisión. Ahora es más accesible, se te abren las puertas, y el tema está en saber aprovecharlas”, dice.
Antes de su llegada a Canal 4, Carballo tuvo una oportunidad laboral en la otra orilla del Río de la Plata. Venía del final de Dale con todo y su salida de Canal 10, y de una bajada de su trabajo con la orquesta de Raúl Medina. Había, incluso, probado suerte con la instalación de un local gastronómico. En ese panorama, un amigo lo llamó y lo invitó a Buenos Aires. La propuesta: grabar cámaras ocultas para Marcelo Tinelli.
“En un momento me encantaba trabajar en Argentina, me decía ‘qué bueno estaría, es un mercado muchísimo más grande’. Por otro lado, en aquella época yo era más actor y cómico que conductor, entonces había más chances. Con la propuesta de Tinelli me servía la plata, estaba sin laburo, y me fui. Grabé treinta y pico de cámaras, y creo que salieron dos al aire. Fue un año que Tinelli iba a hacer, ponele, tres días de Bailando y dos de humor, y eso duró tres semanas; a la tercera dijo ‘solo Bailando’. Se habían grabado cientos de cámaras, gastaron un montón de plata, y el tipo dijo ‘no va’. Y no fue. Yo igual cobré todo”, comenta con una risa.
En su regreso a la televisión uruguaya, Carballo empezó a proponer una idea para un programa. Se llamaría Asuntos internos, y sería un programa sobre la farándula local. La respuesta era siempre más o menos la misma: “Estás loco, vamos a tener un juicio todos los días”. El espectro que sobrevolaba esas charlas era el del argentino Jorge Rial, y los canales locales no querían algo así. El conductor explicaba que no actuaría con la virulencia del hombre de Intrusos, pero no había caso.
Y ahí apareció Algo Contigo, un programa que durante sus primeras semanas tenía un perfil diferente, y que intentaba ocupar el lugar que había dejado vacante Omar Gutiérrez con De Igual a igual. Algo, que, reconoce Carballo, era imposible.
En este caso, la frase “no lo mira ni tu madre” era bastante literal. “No lo miraba nadie. Nadie”, rememora. “Le preguntaba a mamá ‘¿te gustó?’, y me decía ‘¿lo qué?’. Y un día le digo al productor, ‘nos va mal, no me gusta el programa que estoy haciendo, no me visto así, no hablo así’. Y él, con mucha buena onda, y creo que como me vio tan convencido, me dijo ‘hacé lo que vos quieras’. Al otro día me vestí de otra manera, hablé de otra manera, y nos empezamos a ocupar del espectáculo."
El empujón final fue la primicia de la cancelación del casamiento entre la modelo argentina Zaira Nara y el futbolista de la selección uruguaya, Diego Forlán.
Fue un anuncio que dieron por error. El programa recibió el dato de parte de un televidente a través de Facebook. Faltaban 40 días para el mediático enlace y Carballo, que desde un primer momento apostó por corroborar todos los datos que llegaban por respeto a los involucrados, prefirió aguantarlo hasta que pudieran chequearlo. Ese día, al final de la emisión, el conductor tiró el adelanto. “Estén atentos, porque estamos chequeando una noticia que es una bomba, de una pareja que se está por casar y parece que no lo va a hacer”. Natalie Yoffe, integrante del panel, había llegado tarde ese día, y se perdió la reunión de producción. Sin saber del pedido del conductor, dijo enseguida: “Zaira y Diego”.
“Yo me quería matar”, recuerda Carballo. “Si le decía que ellos no eran, quedaba raro. Y entonces quedó por esa. Me despedí y el programa terminó, pero habíamos dado la primicia. Y ahí empezaron a levantarnos desde Argentina. Hacía dúplex con Viviana Canosa todos los días, me llamaba José María Listorti, una locura. Y creo que fue un empujón”.
Ser el chimentero de la televisión uruguaya genera algunas situaciones curiosas. Una periodista puede llamar para pedir que aguanten un anuncio sobre su separación para que le pueda contar antes a su abuela. Un cocinero se puede enterar que el canal en el que trabaja compró un formato internacional de gastronomía por su programa. También puede pasar de estar en el supermercado y ver que en la pantalla del celular aparece un número desconocido, extranjero. Que del otro lado esté el arquero de la selección uruguaya de fútbol, llamando desde Turquía, para pedir que le avisen la próxima vez que se cuente que tiene novia nueva, porque su abuela se enteró así del romance.
La información se ha sumado a Algo Contigo en los últimos meses, algo que Carballo adjudica a los hechos recientes, como la pandemia. “El desafío estaba en saber si la gente quería escucharlo de nosotros, en este programa. Y se superó, porque en los números nos ha ido bien. No descarto la posibilidad de que en un tiempo Algo Contigo vuelva a cambiar, porque esa es la ventaja del programa. Ha mutado bastante y ha tenido cintura”.
Carballo ve a la televisión uruguaya en un buen momento. Menos dependiente de los contenidos argentinos, con mucha producción local y con una apuesta por formatos internacionales que se ha traducido en un renovado interés del público.
“En algunos casos está desbalanceada por el tema del dinero, pero creo que la televisión uruguaya pelea todo el tiempo, que lucha por ganarse al público, que no es muy fácil porque el uruguayo es muy exigente”, dice sobre su medio de trabajo, en el que se ve cómodo y con ganas de seguir todo el tiempo que el público lo acepte.
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