Todos quieren un momento de charla con él, aunque sea breve. Transita entre las personas y todos los comentarios que recibe son de admiración por su trayectoria y lucidez. Con 93 años va campante tejiendo hilos de sabiduría y sensatez en cada paso, en cada diálogo. Obsesionado con el futuro, el contador Enrique Iglesias no deja pasar la oportunidad de algunos “tironcitos de orejas”, cuando ve que en Uruguay no se advierte el enorme potencial de desarrollo que tiene el país, y se enfrasca en debates estériles.
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