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Obsesiva, inflexible, astuta y con enemigos: la historia de la fiscal Gabriela Fossati antes del caso Astesiano

Se trata de una fiscal de extensa trayectoria cuyo carácter le ha generado amigos y detractores. Uno de ellos entregó un dossier con supuestos "me gusta" con contenidos políticos al fiscal de Corte
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08 de diciembre de 2022 a las 05:02

El abogado se deshacía en argumentos y gesticulaba. Ella tenía la mirada semiperdida y una media sonrisa en la cara. No emitía palabra. Cuando vio que pasaba el juez al que esperaba para comenzar su audiencia, no dudó en seguirle los pasos y dar por terminada la conversación. Dejó al abogado con la palabra en la boca, en una conversación que desde hacía rato que era un monólogo.

Gabriela Fossati hace poco más de dos meses que vio su vida revolucionada. Está a cargo de una causa que investiga corrupción pública como nunca antes con el nuevo Código del Proceso Penal. "Hace más de dos semanas que no duermo", había dicho ella misma ante el juez Alejandro Asteggiante, en una de las primeras audiencias del caso que investiga, entre otros, al exjefe de la custodia presidencial. 

Pero ¿quién es la fiscal que va tras el que era la sombra del presidente? Se recibió de abogada en 1989 e ingresó al Poder Judicial dos años después como secretaria de juez. Fue jueza en Santa Lucía y después jueza de Paz departamental, hasta que en 1999 ingresó a la Fiscalía. Se inició como fiscal titular en Florida, pero luego pasó por Maldonado, Rocha y Canelones.

Su tiempo en Maldonado fue vertiginoso, tuvo un caso paradigmático en una fiscalía que manejaba un gran volumen de investigaciones. Fue el del médico Héctor Volonté, un reconocido forense, que mató a su pareja la enfermera Mercedes Rodríguez. Si bien Volonté hizo todo lo posible por hacerlo parecer un suicidio, tanto Fossati como la jueza Graciela Eustachio insistieron en que se realizara una Junta Médica con personas externas al departamento que luego concluyó que fue un homicidio. Si bien Volonté se había fugado a Chile, años después Interpol logró extraditarlo desde Brasil. También investigó varios casos de corrupción policial, a los que, según dijo una fuente a El Observador "siempre les puso los puntos". 

En su estancia en Maldonado, además, se codeó con pesos pesados: hubo algunos meses en los que la triada de fiscales fernandinos fueron ella, Juan Gómez (actual fiscal de Corte) y Gustavo Zubía (diputado por el Partido Colorado). Los jueces eran Jorge Díaz (exfiscal de Corte) y Eustachio (hoy ministra del tribunal de apelaciones). 

Pero su pasaje por el departamento del este no se redujo a un caso mediático. También tuvo un sumario y una sanción. Sus continuos problemas de convivencia con Gómez y Zubía, sumados a una declaración en radio que infringía la normativa por criticar a la Fiscalía, le valieron dos meses de retención de sueldo. 

En Canelones, fue la primera fiscal en solicitar la aplicación del tratado de tortura por un hecho en la cárcel, por el que se procesó a Policías. 

En su paso por Rocha fue denunciada por otro fiscal que la acusó de dar vista en un expediente por el que una jueza luego fue destituida por haberle otorgado un terreno a un privado en forma irregular. El fiscal alegó que existía una amistad entre ellas, pero en esa oportunidad el Ministerio Público entendió que no era responsable.

Su figura despierta amores y odios. Más lo primero que lo segundo en los juzgados y más lo segundo que lo primero en la fiscalía, donde tuvo diferencias con el fiscal de Corte y con el gremio. Las críticas surgen, sobre todo, de su personalidad. Un carácter temperamental y una obstinación extrema cuando tiene un objetivo. Para sus detractores, eso la convierte en alguien que busca su propio provecho a cualquier costo. Para quienes la quieren, solo es prueba de una mujer fuerte y decidida, proba para la tarea, a la que solo se señala por hacer lo mismo que en un hombre pasaría desapercibido. 

Para los primeros, es un ejemplo de ello sus múltiples mensajes en Twitter cuando algo la molesta y el intempestivo pedido para que la removieran del caso Astesiano. Para los segundos, la mejor prueba es el rápido avance de la investigación por corrupción pública que lleva adelante. 

"¿Sabés por qué tenían problemas Fossati y Jorge Díaz? Porque son iguales", ejemplificó otra fuente a El Observador

Su traslado del interior a Montevideo fue sellado por Díaz. Junto otros fiscales de renombre, fueron los últimos en pasar a la capital del país sin concursar. Así, fue fiscal de Flagrancia, luego fue trasladada a la sede que investigaba casos del antiguo CPP (anteriores a 2017), posteriormente estuvo un año en Violencia de Género y a principios de este año volvió a Flagrancia. 

En su primera etapa en la capital, logró el primer procesamiento por infringir la entonces novel ley de responsabilidad penal empresarial luego de que un trabajador se accidentara en la obra del Edificio Forum y pidió procesar a cinco personas por la muerte de Luciano, el niño que murió asfixiado en un inflable de un cumpleaños en 2016. Finalmente fueron tres los procesados porque el juez decidió excluir a los padres, decisión que fue respaldada por un Tribunal de Apelaciones luego de que Fossati apelara. 

También fue la encargada del caso que investigaba el homicidio de la exesposa de Díaz, que fue asesinada en el marco de una rapiña en Malvín. En el año 2016 pidió que se condenara a los dos homicidas por la pena máxima. Hasta ese entonces, la relación con el jerarca marchaba sobre ruedas. Pero se deterioró gravemente cuando Fossati criticó duramente en los medios de comunicación la forma en la que Díaz se había propuesto implementar el nuevo CPP (puesto en vigencia en noviembre de 2017). 

La fiscal llegó a decir que en la fiscalía había falta de garantías para investigar personas cercanas al poder, lo que le valió una respuesta oficial de la institución que consideraba sus dichos como "agraviantes". Tiempo después, la trasladaron a una fiscalía que investigaba los casos del código anterior. Si bien oficialmente no es una degradación, por algunos fiscales es interpretado como tal y en ese momento Fossati declaró a los medios de comunicación que era víctima de una persecución política por parte de la fiscalía de Corte. "Se me quiso imponer que parcialicé. Ello muestra que las garantías no están", expresó en ese momento. 

Puertas adentro de la Fiscalía General, indicaron que el de ella era un traslado en más de una decena y que no tuvo ningún vínculo con sus declaraciones públicas si no que obedecía a cuestiones operativas. A su vez, veían sus salidas a los medios como una forma de "amenazar" a la jerarquía para que cambiara su decisión. 

Después de eso, en 2019, consiguió el procesamiento del empresario Alberto Fernández, dueño de Fripur. En ese entonces, dijo que en su larga carrera nunca había tenido "este tipo de presión tan notoria", refiriéndose a las declaraciones del abogado de Fernández, Andrés Ojeda, quien había manifestado que si le pasaba algo a su cliente mientras estaba recluido iba a pesar sobre las autoridades judiciales. 

Su próximo traslado fue a una fiscalía especializada en Violencia de Género que antes ocupaba Darviña Viera. Eso también fue interpretado como un castigo por Fossati quien, en 2020, dijo en entrevista con La Mañana: "Hay muchas investigaciones que se hacen respecto a algunos colegas y a otros no, entonces, cuando uno ve que se hacen investigaciones a algunos, que por hechos más graves no se hacen a otros, eso genera resistencia en la interna. Ingresé a una Fiscalía que tenía 1.900 casos acumulados y esa fiscal jamás fue llamada, al contrario". 

Pero si hay algo que valoran, quienes la miran con buenos ojos y los que no, es su astucia, al menos en determinadas cosas, y su capacidad de trabajo. Cuando asumió esa fiscalía, Fossati llegó a archivar más de 700 casos en un mes. Por 400 casos menos, el fiscal Raúl Iglesias tuvo un sumario con separación del cargo. Pero Fossati, a diferencia de Iglesias, le enviaba periódicamente a Díaz informes sobre el estado de su fiscalía y de los archivos que realizaba, contó ella misma en julio de este año a El Observador

Esa astucia estuvo bajo la lupa la última semana, cuando surgieron cuestionamientos por su decisión de –según su versión– ceder al "requisito" de Presidencia de dejar por fuera de la carpeta fiscal los chats entre el presidente, Luis Lacalle Pou, y Alejandro Astesiano. Tanto Lacalle Pou como el ministro del Interior, Luis Alberto Heber, negaron que hubiera habido un "requisito" y ella lo adujo a un "error en la comunicación" con los Policías que participaron de la detención del excustodio en Suárez y Reyes. El director de Inteligencia, Claudio Correa, hoy es indagado por la fiscalía.  

Una "comunista" y "justiciera" que es "blanca como hueso de bagual" 

“Me han dicho ‘comunista’ y luego ‘blanca como hueso de bagual’, entre tantos adjetivos, pero esos no los considero insultos. ¿Cuál sería el problema de ser comunista? Sería un problema solo si yo lo fuera y al mismo tiempo beneficiara a los comunistas. Pero ser comunista o blanca es un derecho. ¿Cuál sería el problema si yo fuera blanca? Solo lo sería si dejara de cumplir con mi trabajo y beneficiara a los blancos, o no actuara ante ellos”, contó Fossati este año en entrevista con El Observador.
Cada vez que ha tenido la posibilidad de expresarse, en los medios y en las redes sociales, la fiscal ha insistido repetitivamente en la necesidad de una Justicia "desideologizada" y "sin color". Aquellos que la conocen la definen como una persona "obsesionada con lo que es justo" y lo persigue siempre, y que sufre especialmente cuando ve que las leyes no se alinean con lo que entiende que es justo.
Los blancos, la critican por lo bajo y afirman que no tiene ninguna prueba de corrupción pública que afecte al gobierno. Los frenteamplistas alzaron la voz en los últimos días luego de que ella confirmara a El Observador que los chats con Lacalle Pou no eran parte de la investigación. “Tiene coronita, él no va a ser investigado”, expresó Mario Bergara.

Una fiscal adversa a las jerarquías

Desde la vigencia del nuevo CPP, el intercambio entre Fossati y Díaz se convirtió en un diálogo de sordos. Para aquellos cercanos al jerarca, ella solo se dedicó a ir por él en cada oportunidad que tuvo e insistía con pedidos incumplibles a los que Díaz ignoraba por no corresponder. De hecho, enfatizan que ninguna de las decisiones que ella entendía que la perjudicaban las recurrió. Para la fiscal, Díaz se había ensañado con ella por una cuestión política y por eso le negaba recursos que a los amigos les daba. 

"La sola idea de una justicia 'politizada' debería despertar todas las alarmas. Un fiscal 'politizado', demasiado cercano a un sector político, que permite que su adherencia contamine su tarea, debilitaría  la imagen institucional y  abriría espacios de duda sobre su trabajo", twitteó ella en 2018, en respuesta a una declaración del fiscal de Corte que manifestaba su disconformidad con una tendencia a politizar la Justicia.

La relación con Gómez, en esta nueva etapa como fiscal de Corte, arrancó bien y terminó peor. Fossati vio con esperanza su designación y a principios de año dijo a El Observador que el sucesor de Díaz escuchaba a sus subordinados y no cometía lo que ella entendía que eran errores por parte del antecesor. 

Sin embargo, cuando nació el caso Astesiano surgieron los primeros cortocircuitos. Gómez se enteró por Heber que Fossati había pedido detener al custodio presidencial y desde entonces, puertas adentro de la Fiscalía General, sus decisiones técnicas fueron miradas con recelo. 

Pese a eso, la relación se terminó de dinamitar cuando la fiscal dijo a Montevideo Portal que pretendían que la sacaran del caso por no tener apoyo de la jerarquía y contó que Gómez había dilatado, según ella sin explicación, su traslado a Delitos Complejos. Eso fue interpretado como una traición. 

Prueba de los buenos términos de la relación entre ambos era que, sobre abril de este año, el fiscal de Corte le había ofrecido ese cargo, que es visto como uno de los más altos dentro del Ministerio Público. 

En el medio, Gómez recibió un dossier con supuestos "me gusta" de la fiscal en Twitter que buscaban demostrar su presunta simpatía por el Partido Nacional. Esto fue interpretado por Fossati, una vez más, como una prueba de la persecución que entiende que llevan adelante aquellos adeptos a Díaz en contra suya. Días atrás la fiscal se preguntó en su cuenta de esa red social sobre la identidad de quién confeccionó ese dossier y por qué su jefe la aceptó. 

Sus choques con la jerarquía fue respaldada en algún momento por la Asociación de Fiscales –por ejemplo, las críticas al CPP que hizo en 2018–, pero Fossati dejó el gremio con escándalo el año pasado. La fiscal afirmó que sufrió violencia de género por parte del presidente, Willian Rosa, y que no se prestaron las debidas garantías en el proceso interno. 

Con un carácter controversial y un alto nivel de exposición, en medios pero también en redes sociales, Gabriela Fossati lidera la investigación que puso los focos mediáticos sobre Torre Ejecutiva pero que también la dejó a ella en el centro de la polémica.

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