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Hablemos de herencias malditas

Los países que se precian de creer en los valores de la decencia y la lealtad públicas no dejan nunca de execrar a quienes reptan en la deslealtad y la vileza personal
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16 de diciembre de 2017 a las 05:00
¿Qué sabe Ud. sobre Vivian Trías? ¿Nada? Déjeme contarle, entonces.

Su difundida biografía es sencilla. Nacido en Las Piedras, devino profesor secundario. Socialista de temprana filiación, ingresó a la Cámara de Diputados en 1956 y dos años después fue designado secretario general del PSU. Integrante del embate marxista-leninista contra Emilio Frugoni, fue uno de los artífices del acuerdo con la Unión Popular que en 1962 le costara a su partido toda representación parlamentaria, empujando a muchos de sus afiliados a la vía armada. Hacia 1971, su nombre estaba establecido como pluma de la nueva izquierda frenteamplista, y él como ideólogo por detrás de su concepción "socialista nacional".

Trías murió en 1980. Ello no impidió que el socialismo y el Frente Amplio lo elevaran a sus altares. Hay una fundación a su nombre, y el contribuyente fue llevado, cuándo no, a financiar la publicación de sus obras completas en 16 volúmenes, prologados por Carlos Machado, José Díaz, Alberto Couriel, Danilo Astori y Eduardo Galeano, entre otros.

Hoy sabemos un poco más. Una exhaustiva investigación en los archivos de los servicios de inteligencia de la dictadura comunista checoeslovaca ha revelado, para comenzar, que Trías fue contactado por ellos en 1961, y reclutado con el alias de "Ríos" como espía en 1964, función que desempeñó hasta 1977.

Hay más. Sus controladores valoraban altamente sus servicios: muchos de los mediocres libros que luego pagara el erario (o sea: Ud.) surgieron de adocenados materiales aportados por los checos, así como el financiamiento de sus primeras publicaciones. Fue "Ríos", por ejemplo, el elegido a fin de comenzar a difundir, a través de reconocidas madrigueras radicales como los periódicos Época y El Sol, entre otros, la premeditada falsía de que el golpe de estado militar brasileño de 1964 se había ejecutado por instrucciones de la CIA. Y fue a través de "Ríos" que los checos financiaran la organización de manifestaciones antigubernamentales cuyos participantes creían haber sido llamados por la "lucha popular".

Sabemos más. Que les fue presentado a los checos por Guillermo Chifflet ("figurante", pero no espía). Lo que cobraba de sus controladores. Los cigarrillos estadounidenses y botellas de whisky que requería por sus servicios. El televisor que le compraran a fin de que pudiera adornar con él su pequeño-burguesa casita de playa. Los viajes que le pagaran, para hacer los cuales nunca logró que le reembolsaran los gastos de su esposa, también indizada como agente.

El "ideólogo" cuyos trabajos son, en realidad, un paupérrimo refrito de tópicos del revisionismo de raíz integrista católica y nacionalista argentina de los hermanos Irazusta, en la lectura marxista o trotzkysta de Jorge A. Ramos, Rodolfo Puiggros, José M. Rosa o José Hernández Arregui fue, además, un previsible promotor de apoyos públicos al golpe de estado militar de 1973: la "revolución" venía a hacerse con el ejército, escribió con zonza clarividencia ese año.

En 1977, sus controladores lo endosaron a la inteligencia soviética, sin que sepamos por ahora si continuó prestando servicios hasta su muerte.

Trías no es, por cierto, el único que se empequeñeciera a vivir a sueldo de una potencia extranjera, espiando al gobierno de su país y a sus compatriotas, o minando sus instituciones (es enternecedor leer que, tras suspender por razones de seguridad su trabajo anti-nacional en ocasión del golpe de estado de 1973, el agente se cuidó de reclamar después sus "sueldos" atrasados).

Los archivos nos han dado el nombre de otro agente, el contador Guillermo Bernhard, reclutado en 1966 y abandonado en 1975 "debido a su condición mental".

Autor de El problema de la carne (1971), Bernhard era un fementido experto en cuestiones frigoríficas cuyo trabajo consistió en sembrar suspicacias y denuncias en contra de las compañías frigoríficas extranjeras en Uruguay, precipitando la salida de muchas de ellas tras una sonada investigación parlamentaria en 1956. Es muy auspicioso para el gobierno frenteamplista hoy que su oposición no disponga de un pistolero intelectual como Bernhard (fallecido en 2012) al exponer las indelicadezas del acuerdo firmado con UPM.

"Ríos" fue por ende prolífico a la hora de proponer candidatos a espías rentados de entre sus amistades y familiares. De a poco, los vamos conociendo.

Junto con Bernhard allegó al médico y periodista de La Mañana Alfredo Melhem (a) "Segal", integrante de la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU) y la CNT, también recompensado con cigarrillos y whisky, además de 40 dólares por informe (unos 300 de hoy). O, venimos ahora a saber, al también periodista de la agencia noticiosa UPI y fundador de APU Héctor Menoni, a quien el grupo subversivo OPR-33 "secuestrara" en 1972 con el solo propósito de escenificar una supuesta falsedad de las denuncias de tortura que expusiera el empresario Sergio Molaguero, a quien el grupo mantuvo estaqueado durante 69 días llevándole a perder 12 kilos en cautiverio.

Menos éxito tuvo "Ríos" al sugerir a sus controladores checos el reclutamiento del exconsejero nacional de gobierno Alberto Heber Usher (1918-1981), desestimado de inmediato ante el giro conservador del político nacionalista hacia mediados de 1970.

Muy reveladora, en tanto, es la información que arrojan los archivos sobre el intento de efectivamente reclutar al joven abogado Felipe Paolillo Núñez entre 1963 y 1967. Paolillo (llamado por ellos "Roger") brindó a lo largo de este período informaciones públicas a quien creía era un curioso amigo diplomático checoeslovaco. A pesar de las serias dificultades económicas por las que atravesaba (su contacto anota, con anticipación, que no contaba con recursos para reparar su automóvil) quien llegaría a ser un reconocido diplomático y funcionario internacional colorado de estrecho vínculo personal con Julio M. Sanguinetti y Jorge Batlle respondió, ante la arremetida final de su frustrado contacto, que "no va a ser un espía a favor de ningún imperio extranjero, pues eso iba en contra de sus sentimientos patrióticos como ciudadano de Uruguay". Así nomás.

Los países que se precian de creer en los valores de la decencia y la lealtad públicas no dejan nunca de execrar a quienes reptan en la deslealtad y la vileza personal, como Trías y su cada vez más conocido círculo de complotados.

Esos países tampoco arrojan al olvido, por cierto, a figuras como la del embajador y experto en derecho internacional Dr. Felipe Paolillo, fallecido en 2008 tras servir con discreción, dignidad y distinción a su país y a sus compatriotas tanto en misiones diplomáticas como en posiciones internacionales sin llevar, por cierto, una contabilidad de estas miserias, o de los perjuicios que le inflingiera el gobierno dictatorial, por los que nunca reclamara nada.

De forma que hablemos nomás de las herencias malditas, ahora que se ha puesto otra vez de moda hacerlo: a veces, mirar atrás no es tan malo.

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