Por Ricardo Berois (*), especial para El Observador
Durante este viernes y este sábado se realizará, en Dolores, el 101º Congreso de la Federación Rural, con lo que esto implica.
Esta actividad compromete y sobre todo convoca a los productores rurales, siendo a través de los años un referente rector del gremialismo rural y –permítaseme la petulancia– de la vida nacional, porque este Uruguay urbano depende de la suerte del agro, aunque la gran mayoría de los ciudadanos aún no se hayan dado cuenta.
En el final de la segunda presidencia de don José Batlle y Ordoñez nació la Federación Rural. Los tiempos reclamaban organización en resguardo de los intereses comunes, para lo cual fue necesario conjuntar esfuerzos en un Uruguay que se transformaba, lo que hacía imprescindible agrupar fuerzas en la defensa del proyecto rural.
Fue así que en los albores de su fundación ya se vislumbraba la necesidad de congregarse en forma periódica para fortalecer las instituciones, compartir proyectos, preocupaciones, esfuerzos y propuestas que llevaran una luz de esperanza a la empresa rural.
Para la gran mayoría de quienes trabajamos en el campo la empresa rural es un estilo de vida, una forma de ver y sentir el país, hoy cada vez menos comprendido por aquellos que toman decisiones sobre el futuro de la nación.
Las fortalezas de las instituciones dependen siempre de sus miembros, de creer en la herramienta, de saber que la misma no es de nadie y es de todos.
El país necesita instituciones fuertes, que sean protagonistas de la vida nacional.
Vivimos en una comunidad donde se le ha perdido el respeto a las instituciones y eso es muy peligroso.
Ha quedado demostrado, a lo largo de la historia, su trascendencia y su protagonismo, siendo que las agremiaciones privadas han sido, son y serán un interlocutor válido y eficaz para el ámbito donde se definen las políticas públicas.
Este año, como en los anteriores, seguiremos reafirmando los conceptos de un país más educado y seguro, la necesidad de producir más y mejor, ser competitivos, ya que sin rentabilidad no hay productor rural y sin producción
agropecuaria no hay un país posible.
Todos los uruguayos tenemos que tener presente que el campo es mucho más que carne, trigo o soja, es una fábrica a cielo abierto de alimentos, telas y biocombustible.
Un complejo sistema de inversión, planificación, logística, transporte, en donde cada unidad extra demandada genera un aumento de 6.22 unidades monetarias para el resto de la sociedad.
Uruguay necesita del aporte de los que viven en la ciudad y en el campo, el único país posible es el que nos encuentre juntos, la división sólo genera enfrentamientos.
(*) Vicepresidente de la Federación Rural