Básquetbol > EL JUGADOR EN LLAMAS

John De Groat, el extranjero de Nacional que creció sin padres y conquistó Argentina

Creció sin padres, se formó en las canchas callejeras de Nueva York y forjó una sólida carrera aferrándose a la pelota naranja
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09 de febrero de 2019 a las 05:02

John De Groat tiene el cuerpo lleno de tatuajes. “Mi preferido es este” dice señalando su bíceps izquierdo: “Me against the world” (Yo contra el mundo). “En la cancha y en la vida, la misma actitud”, explica el extranjero de Nacional que llegó hace siete partidos para reforzar al tricolor y potenciarlo como el gran candidato a ganar la Liga Uruguaya de Básquetbol.    

“Esta es mi hermanita”, dice señalando su brazo derecho, “murió con 18 años, enfermó, ahora está en un lugar mejor”. Luego sube y señala una cruz: “Solo Dios puede juzgarme”, comenta a modo de explicación y finalmente se pone una mano en el pecho y revela qué dice el tatuaje que no se logra ver completo: “Give me strenght”, (dame fuerza). 

Pero no es su piel la que habla sino su vida: “Nací en Albany, la capital de Nueva York, pero crecí en Newburgh, a 30 minutos a las afueras de Manhattan. Sin edificios altos como estos”, dice señalando al frente del club Unión Atlética donde entrena, “pero con mucho pasto”. 

“No es el lugar más seguro para vivir, pero para mí representa amor. Hay mucho talento ahí y si vas, te puede parecer inseguro, pero no es nada más que amor”, expresa alguien al que le resulta imposible renegar de sus raíces. 

“No era un lugar seguro para ningún niño, pero me hizo duro, me ayudó a desarrollar un carácter, a respetar, a apreciar la vida”, expresa. Y luego suelta su historia. Desde la vereda del orgullo, allá, bien lejos de la vergüenza: “Vengo de la nada. No teníamos nada. Mi padre no estaba en la foto, mi madre no estaba en la foto y fui criado por mis tíos. Vengo de la nada. El básquetbol me llevó por el mundo y aquí estoy”. 

“No importaba lo que pasara dentro o fuera de casa, el básquetbol se convirtió en mi vida. Ahí todo lo tenía bajo control. Mi hermano mayor Jesse fue crucial en mi vida para que trabajara duro con el básquetbol, para que estuviera enfocado para así poder salir del barrio”, agrega. 

“Empecé a jugar con 15 años. Antes hice un poco de fútbol americano, me encanta, pero crecía y crecía y mi hermano me dijo que tenía que jugar al básquetbol”, revela. En un momento del relato se frena y dice: “Tengo tres hermanos  de parte de mis padres pero muchos, muchos de cada uno de ellos”, y suelta una carcajada.   

“Con 16 años me lo empecé a tomar en serio. Tuve una evolución rápida y me di cuenta que podía dedicarme a esto. Y ahí las cosas empezar a fluir”. 

“Empecé a jugar en las calles, en el cemento, con cadenas en lugar de redes, partidos donde no se cobraban faltas y se insultaba mucho, tal vez un par de peleas y se seguía jugando, con rodillas rotas por las caídas. El básquetbol más puro, sin dudas”, evoca con nostalgia.

“Un montón de institutos de la zona me ofrecieron jugar, pero me fui a Colorado, crucé todo el país y pasé dos de los mejores años de mi vida. Ahí logré una beca para la Universidad de Pittsburgh, en Pensilvania, más cerca de casa. Quería estar cerca pero no en casa, eran cinco horas en auto”, rememora. 

Tres de sus compañeros universitarios llegaron a la NBA. Chris Taft a Golden State Warriors en 2008, un jugador malogrado por una lesión de espalda. Aaron Gray estuvo nueve temporadas entre Chicago Bulls, New Orleans Pelicans, Toronto Raptors y Sacramento Kings. Sam Young recaló en Memphis Grizzlies pasando por Philadelphia 76ers e Indiana Pacers. “También jugué contra Rudy Gay y varios grandes jugadores”, comenta. 

“Me gradué en 2006 en Justicia Criminal, eso me puede permitir trabajar en varios campos del Derecho, en el FBI, en la Policía, como oficial de gobierno. Trabajar ahí es una posibilidad a futuro, pero quiero volver a estudiar y obtener otra graduación, aún no sé en qué. Todavía tengo unos años para seguir jugando y me gustaría entrenar a nivel colegial”. 

“Mi primer viaje fue a Treviso (Italia) donde hice un campamento de una semana, estuvo muy bueno, volví y tenía ofertas de varios lugares de Europa. En mi primera temporada jugué en Irlanda, Hungría y Finlandia. Era invierno, muy frío, pero me encanta la naturaleza”, cuenta.

Luego volvió a hacer un semestre universitario más en Pittsburgh, jugó un año en la CBA (Continental Basketball Association) y estuvo en el radar de un par de equipos de la NBA pero volvió a Europa para jugar en Ucrania donde se quedó tres temporadas. 

“Fue una experiente fascinante. Muy buen básquetbol, jugué contra PJ Tucker (hoy en Houston Rockets), Patrick Beverley (Los Angeles Clippers), Kiev para mí era como Nueva York, fue divertido, había muchos autos de lujo en cada esquina. Me gustaría volver a visitarla como turista”. 

De Ucrania llegó a Argentina donde fue elegido mejor extranjero en la temporada 2011-2012 donde defendió a Boca Juniors: “También fue muy divertido, teníamos un gran equipo con Federico Van Lacke y Daniel Santiago. Fui a La Bombonera a un par de clásicos y fue uno de los mejores espectáculos que vi en mi vida; desde ahí le tengo mucho más respeto a los futbolistas”, dice intentando dejar patente su admiración. 

En 2016 jugó tres partidos con Aguada: "Lo disfruté porque la hinchada me hizo sentir que estuve toda la temporada y la atmósfera que generan es increíble". 

Después de jugar en San Martín de Corrientes e Instituto de Córdoba, además de pasar por otras ligas de Sudamérica, De Groat es ahora la gran apuesta de Nacional para ir por el título: “Me siento muy cómodo en el club, como en casa, tanto el presidente como el entrenador y los compañeros me recibieron como si fueran una familia. Vamos a competir para ganar el campeonato”. 

"La hinchada de Nacional se hace sentir en cada partido, creéme. Desde que estoy acá, llenan todas las canchas y lo aprecio, me encanta jugar con muchos hinchas. Son enormes, los amo”, expresa. 

Las cifras
21,4 puntos promedia en los siete partidos que lleva disputados con Nacional: 26 a Biguá, 32 a Aguada, 10 a Defensor Sporting, 24 a Urunday Universitario, 21 a Olimpia, 11 a Verdirrojo y 26 a Sayago el jueves pasado. En sus tres partidos con Aguada en febrero de 2016 promedió 21,6 puntos. 

56,3% porcentaje de acierto en triples. Desde que llegó intentó 55 y acertó 31: siete de 13 contra Biguá, cinco en 11 ante Aguada, uno de seis a Sporting, ¡seis de siete a Urunday!, cinco de seis a Olimpia, uno de tres a Verirrojo y seis de nueve a Sayago. 

“Conocía a (Esteban) Batista, obviamente de sus años en Atlanta Hawks. Esteban entrega todo en cada partido, es un gran jugador, gran persona, gran líder. Es un pívot de la vieja escuela pero una cosa que no deja de sorprenderme es la velocidad de sus movimientos para el tamaño que tiene. No se ve mucho eso a nivel mundial", afirma. 

Cuando vuelve a sus pagos, más que jugar torneos de verano entre profesionales y amateurs se dedica a cuidar su físico y a preparar sus temporadas. El básquetbol es el motor de su vida y De Groat se hizo un nombre en la vida a pesar de venir, como él mismo lo dice, "desde la nada". 
 

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