Larrañaga parecía muerto políticamente, pero resurge a fuerza de firmas y retornos

Por ese entonces faltaban poco menos de dos años para la contienda y el líder de Alianza Nacional venía de enfrentar algún que otro golpe en su carrera política. En su última batalla electoral, le tocó perder el 1 de junio de 2014 con el líder de Todos, Luis Lacalle Pou, y prometió angustiado que subiría las escaleras de la casa del Partido Nacional “por última vez”. Luego vio ganar un tercer gobierno del Frente Amplio como compañero de la fórmula nacionalista y con mayoría parlamentaria oficialista. 

En ese tiempo también fue testigo de cómo varios dirigentes de su sector, con voz y peso en diferentes puntos del país, decidían abandonar sus filas. Algunos lo hicieron para formar un proyecto propio, como la ahora precandidata Verónica Alonso o los intendentes que construyeron su propia agrupación. Otros prefirieron afiliarse al sector de Lacalle Pou, como el intendente de Artigas Pablo Caram o el exjefe comunal de Paysandú Bertil Bentos. 

"Cuando a mí me digan que estás muerto, voy a traer a otro médico y no le voy a creer", le dijo un conocido a Larrañaga, según confiaron a El Observador algunos de sus allegados. El líder aliancista parecía ir perdiendo estructura y la imagen de un hombre cayendo en desgracia se volvía inevitable.

Hasta que dio dos pasos firmes. En febrero, volvió a la casa del partido de Oribe para presentar lineamientos programáticos que, luego de haber sido aprobados y modificados en ciertos aspectos por el Centro de Estudios nacionalista, se los harán llegar a los demás partidos de la oposición. En abril, meses después de decidirse a participar de una nueva carrera electoral, anunció que daría otra batalla, esta vez con una lapicera en la mano. El líder nacionalista se embarcó en una campaña de recolección de firmas para reformar la Constitución en aspectos de la seguridad pública y, como él mismo reconoce, se tiró al agua en soledad.  

A pocos meses de haber lanzado la iniciativa “Vivir sin miedo”, el panorama de Larrañaga es diferente. Si bien las encuestas de opinión pública siguen teniendo como favorito en la interna blanca a Lacalle Pou, la visibilidad de Larrañaga aumentó y así lo hizo su confianza. “Estamos sintiendo que nuestro proyecto está creciendo, se acerca el tiempo electoral y se confirma que nuestro proyecto es la alternativa al Frente Amplio”, dijo a El Observador. 

Las planillas donde se recolectan las firmas llegaron a manos de dirigentes blancos de otros sectores, colorados e incluso militantes frenteamplistas. Y así como hubo firmas que Larrañaga no esperaba a priori, también hubo retornos y nuevas adhesiones a su sector. A principios de setiembre, la intendenta de Lavalleja, Adriana Peña celebró volver “a estar en familia” y se reincorporó a Alianza Nacional, luego de algunos años de haber estado alejada de grupos políticos. Tal fue su retorno que al ser consultada por El Observador sobre un posible cargo pensando en las próximas elecciones, no dudó en responder: “Si ser candidata a vicepresidenta significa que Larrañaga no gane, no quiero serlo". 

El primer amague del regreso de Peña se había dado algunas semanas antes, cuando firmó a favor del plebiscito impulsado por el precandidato. Para la intendenta, Larrañaga “es quien está más interiorizado de la problemática que viven los uruguayos al día de hoy y no solamente está hablando de los problemas, sino que propone modificaciones, hechos, acciones para cambiar la realidad”.

Con un discurso similar anunció su incorporación Juan Andrés Ramírez, quien tenía previsto competir en la interna como precandidato con su sector llamado Orejanos, pero finalmente lo llamó por teléfono a Larrañaga para pedirle “un remo” para navegar con él en las aguas blancas. “Queremos ganar la interna porque estamos convencidos de que Larrañaga es el mejor precandidato que tiene el Partido Nacional y porque estamos convencidos de que es el mejor presidente que puede tener Uruguay”, dijo en conferencia de prensa este martes.

Ramírez se refirió a la unidad, consideró que Larrañaga es “el candidato de todos los partidos que ha trabajado más la unidad extrapartidaria” y dijo que nunca dudó en firmar por la campaña por seguridad. De hecho, su padre, el decano de la Facultad de Derecho Juan Andrés Ramírez, colaboró en la elaboración de las iniciativas del plebiscito. 

Larrañaga prefirió no vincular la campaña Vivir sin miedo con el hecho de que está recobrando cierta estructura. De todos modos, reconoció que puede haber “una conexión”. “Pero nosotros elegimos el camino más difícil de todos (con la recolección de firmas) porque esta iniciativa estaba llena de incertidumbres. Estamos pasando por encima de lo políticamente correcto llevando adelante una reforma que en principio no era fácil de levantar. Sin embargo, lo hicimos y nos estamos acercando hacia el objetivo”, afirmó. 

Abril es el mes pautado por la Corte Electoral para presentar las 260 mil firmas que necesita si quiere que el último domingo de octubre de 2019, a las elecciones nacionales se le agreguen las papeletas de reforma constitucional. A setiembre le quedan pocos días y  ya se acercan a las 200 mil. Entre actos por entregas de firmas de diferentes sectores, Larrañaga asiste también a las adhesiones al sector, que este miércoles tuvo como protagonistas a dirigentes de Canelones y este jueves a Jorge Genoud, un edil de Paysandú vinculado al Frente Amplio, que en las elecciones pasadas compitió solo y ahora se suma a Juntos, la agrupación que engloba a todos los sectores larrañaguistas. 

Cuando se refiere a la campaña, Larrañaga habla de “coraje” por los que firman, de “determinación y voluntad”. Al mencionar las adhesiones de su sector, menciona con fuerza la palabra “fortalecimiento”. Y al decir todo eso se convence que dará la pelea la próxima vuelta.