Participó de la fundación del Partido Socialista peruano

Mundo > Un día como hoy

José Carlos Mariátegui, el marxista originario

Nació en un pueblo andino de Perú el 14 de junio de 1895. Fue periodista, ensayista, fundó el Partido Socialista en su país y se nutrió de las vanguardias culturales y políticas europeas
Tiempo de lectura: -'
14 de junio de 2022 a las 05:02

José Carlos Mariátegui vivía en Lima y, a los 32 años mandó un libro por correo a la prestigiosa revista La vida literaria, dirigida por Samuel Glusberg, en Buenos Aires. Corría enero de 1927 y Perú estaba gobernado por el conservadurismo.

De talla pequeña y rasgos aindiados, Mariátegui, que nació un 14 de junio como hoy, decía: “Aunque soy un escritor muy poco autobiográfico, le daré yo mismo algunos datos sumarios sobre mi vida. Nací en el 95. A los 14 años entré de alcanza rejones en un periódico. Hasta 1919 trabajé en el diarismo, primero en La Prensa, luego en El Tiempo, finalmente en La Razón. En este último diario patrocinamos La Reforma Universitaria. Desde 1918, nauseado de política criolla, me orienté resueltamente hacia el socialismo”.

“Desde fines de 1919 hasta mediados de 1923 –continúa-, viajé por Europa. Residí más de dos años en Italia, donde desposé una mujer y algunas ideas. Anduve por Francia, Alemania, Austria y otros países. Mi mujer y mi hijo me impidieron llegar a Rusia. Desde Europa me concerté con algunos peruanos para la acción socialista. Mis artículos de esa época señalan estas estaciones en mi orientación socialista. A mi vuelta a Perú a mediados de 1923, en reportajes, conferencias y artículos expliqué la situación europea e inicié mi trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme al método marxista”.

Le dice a Glusberg: “En 1924 estuve a punto de perder la vida. Perdí una pierna y quedé muy delicado. Habría seguramente yo curado del todo con una existencia reposada. Pero ni mi pobreza ni mi inquietud espiritual me lo consienten. No he publicado más libros que el que usted conoce. Tengo listos otros dos y en proyecto otros dos más. He aquí mi vida en pocas palabras. No creo que valga la pena hacerla más notoria, pero no puedo rehusarle los datos que usted me pide. Me olvidaba: soy un autodidacta.”

El libro era “Siete ensayos de la interpretación de la realidad peruana”. En sus páginas se articulan la historia de las culturas originarias con la colonización española y también con las influencias británica y norteamericana. Había sido publicado hacía dos años y cobró tal notoriedad al francés, el italiano, el inglés y el ruso.

Mariátegui había nacido en Moquegua, una ciudad del sur de los Andes peruanos que tenía cinco siglos de existencia. Hijo de un padre emigrado del País Vasco que dejó a su esposa y a sus tres hijos en intemperie. José Carlos tenía cinco años cuando María Amalia, la madre trasladó a su prole a Huacho, la ciudad costera del centro peruano donde ella había nacido. Luego describiría ese pueblo como “de un colectivismo primitivo interrumpido por el sistema colonial español”. Apenas tenía ocho años cuando sufrió en la escuela un golpe feroz en la rodilla izquierda que le significó vivir los cuatro años siguientes internado en un hospital. No pudo seguir con los estudios primarios pero tampoco los médicos encontraron una curación para esa pierna izquierda que le fue amputada de adulto.

Sin embargo, dos años después, a los 14, entraba como aprendiz de obrero gráfico en La Prensa. Pasó de portapliegos a ayudante de linotipista y a los 19 entraba a la redacción. A los 24, frágil de salud, en 1919, fundó el diario La Razón, desde cuyas páginas apoya la reforma universitaria y las luchas obreras.

“El movimiento estudiantil iniciado en Córdoba (Argentina) por la reforma universitaria señala el nacimiento de la nueva generación latinoamericana -afirma en Siete ensayos-. El proceso de agitación universitaria en Argentina, Chile, Uruguay, Perú y otras naciones, acusa el mismo origen y el mismo impulso. De igual modo, este movimiento se presenta conectado con la recia marejada posbélica…”.

Es imposible desligar el horror de la Primera Guerra, terminada en 1918, de los temblores que se vivieron en el sur americano. Mariátegui, desde La Razón, apoyó las protestas obreras y los conservadores vieron, en ese joven de origen humilde y salud frágil, un peligro.

El gobierno le ofrece a Mariátegui una beca para viajar por Europa como una forma encubierta de deportación. Justo lo que necesitaba: ir a tomar contacto el Viejo Continente sacudido por la Revolución Rusa de 1917 y la insurrección liderada por la Liga Espartaquista en Alemania.

En palabras de Mariátegui, ese viaje “le permitiría desposar a una mujer y algunas ideas”. Al llegar a Florencia, ese hombrecito andino asiste a una velada donde conoce a Anna Chiappe. Medio siglo después, ella dice en una entrevista: “Él me impresionó mucho por su manera tan fina y distinguida. Parecía un noble. Y tenía unos ojos tan profundos”.

Se casaron, tuvieron tres hijos, recorrieron Italia, Alemania y Francia. En esos cuatro años, Mariátegui estudió francés, alemán e inglés, además de hablar el italiano con fluidez. Asistía a conciertos y exposiciones de pintura a la par que participaba de las actividades del recientemente creado Partido Comunista Italiano, escindido del Partido Socialista.

Mariátegui tenía contacto personal Antonio Gramsci, quien le resultó decisivo para poder mixturar ideas europeas de vanguardia con tradiciones originarias. Esos años que vivió en Europa le permitieron ver la agitación política y cultural. En un viaje a Alemania pudo conocer a Máximo Gorki, el autor de “La madre” y referente del realismo socialista. En Francia tomó contacto con Romain Rolland, una figura clave del pacifismo después de la Primera Guerra, admirador del ruso León Tolstoi y de los indios Rabinadranath Tagore y Mahatma Gandhi. De vuelta en Italia se hizo amigo de Luigi Pirandello.

Cuando Mariátegui se autodefine como “autodidacta”, peca de humildad. Se nutrió de revolucionarios consumados y de referentes de la cultura europea para estar preparado en su regreso a Lima. Y lo hizo en marzo de 1923 con su esposa, sus tres hijos italianos y muchas de las ideas que había tomado de Gramsci.

A fin de ese año 1926, como parte de una ofensiva contra las distintas formas de resistencia al fascismo, Gramsci fue detenido. Su obra fundamental la constituyen los dos tomos de Los cuadernos de la cárcel, escritos entre 1929 y 1933. En esas páginas, Gramsci abre otras perspectivas sobre la esquemática visión imperante en los marxistas pro-soviéticos.

Para algunos estudiosos, “Los Siete ensayos de la Realidad Peruana”, publicado en 1928, tienen ideas similares a las que Gramsci escribiera “Los cuadernos de la cárcel”. El filósofo italiano, diputado comunista encarcelado por Benito Mussolini, no había podido leer el libro del peruano indigenista marxista.

Tras llegar a Lima, establece una relación estrecha con Víctor Haya de la Torre, un hombre de su edad y que en los años de ausencia de Mariátegui se había consolidado como un líder en ámbitos y estudiantiles. Haya de la Torre presidía la Federación de Estudiantes de Perú y junto a él Mariátegui bregó por la jornada de ocho horas de trabajo y por el restablecimiento de la autonomía universitaria, suprimida por los conservadores.

Haya de la Torre fue deportado a Panamá y delegó en Mariátegui la dirección de la revista Claridad, desde la cual pregonó las ideas de cambio desde “la realidad peruana”.

Estaba en su plenitud, pero las dolencias de su pierna izquierda lo pusieron al borde de la gangrena por las infecciones que lo aquejaban. Aceptó entonces que le amputen esa pierna. Pese a una salud precaria, la producción intelectual estaba intacta. En setiembre de 1926, edita la revista El amauta (en quechua, el maestro), donde publica artículos que serían la columna vertebral de Los siete ensayos.

“Hace unos años –escribe en la presentación-, esta revista habría sido una voz un tanto personal. Ahora es la voz de un movimiento y de una generación. El primer resultado que los escritores de Amauta nos proponemos obtener es el de acordarnos y conocernos mejor nosotros mismos (…) No hace falta declarar expresamente que amauta no es una tribuna libre, abierta a todos los vientos del espíritu. Los que fundamos esta revista no concebimos una cultura y un arte agnósticos. Nos sentimos una fuerza beligerante, polémica”.

Así fue que varias notas fueron sobre las protestas de los mineros contra la empresa Cerro de Pasco Corporation. El cuidado del ambiente no es un descubrimiento de estos años. Un artículo de El Amauta, dice “Cerro de Pasco, a pesar de estar localizado en las alturas, eran pastizales verdes donde había ganado y se producía carne y leche. Cuando llegó la corporación, no creó ningún mecanismo para despejar los humos de las fundiciones y refinerías, y ni los pastos ni el ganado pudieron sobrevivir, dejando a los campesinos sin ninguna otra opción que buscar trabajo en las minas. Los niños fueron los que más sufrieron por los humos venenosos. Su cabello dejó de crecer y sus dientes se ennegrecieron. Lo mismo le pasó a la gente mayor que vivía en las zonas contaminadas por las minas de La Oroya”.

Mariátegui participa de la fundación del Partido Socialista (no lo llama Comunista) y es nombrado secretario general. Como estaba con muchos dolores, no pudo concurrir a una reunión llevada a cabo en 1929 en Montevideo con presencia de dirigentes de partidos y sindicatos de toda América Latina.

En marzo de 1930, mientras preparaba su traslado a Buenos Aires para ser tratado por las infecciones que le quedaron tras la amputación de su pierna, Mariátegui fue internado de urgencia en una clínica limeña. Murió el 16 de abril, en compañía de Anna, su mujer, y sus tres hijos. Tenía apenas 35 años y dejaba abierto un camino que une al inca con el europeo y con todos los hombres y mujeres que quieren un mundo justo.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...