El presente de Ferrari en Marbella

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Juan Ferrari: Jugó en el Nacional de las estrellas, se fracturó dos veces y toma sol con Caniggia

Jugó cinco años en los tricolores, defendió a Bella Vista y a la selección, y terminó su carrera en Estados Unidos
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04 de septiembre de 2021 a las 05:04

Juan Eduardo Ferrari fue una de las “estrellas” que Nacional contrató en 1983 con la esperanza de ganar la Copa Libertadores de ese año. Además del zaguero, que venía de ser figura en Bella Vista y de jugar en la selección nacional que dirigía Omar Borrás, llegaron al club tricolor el argentino Miguel Ángel Brindisi, ídolo de Boca Juniors, Carlos Berrueta, Carlos Aguilera y Antonio Alzamendi.

Jugó durante cinco años en los tricolores. Formó un triángulo final con el golero José Luis Sosa y Felipe Revelez que logró un gran rendimiento. Marcó a Fernando Morena y recuerda con orgullo haber recibido solo dos goles del goleador del momento que defendía a Peñarol. Ferrari jugaba de zaguero y se fracturó dos veces: una contra Ernesto Vargas y otra contra Tony Gómez.

Juan Ferrari en Nacional de 1983, parado a la derecha del golero José Luis Sosa

La vida lo llevó hace 17 años a Marbella, el balneario español de la Costa del Sol, donde trabajó manejando camiones y taxis. Un día fue a un chiringuito a comprar dos cervezas y se reencontró con el argentino Claudio Paul Caniggia, a quien había enfrentando durante su carrera. Después de esa vez compartieron el sol prácticamente todos los años.

Cuando era niño y vivía en la zona industrial de Paysandú le pusieron “Culillo”, un sobrenombre que traspasó los años y aún hoy, cuando vuelve a su ciudad natal, hay quienes lo llaman así. Como todo apodo, tiene su motivo de ser. “Yo era chiquito y en el barrio les ganaba a los más grandes en los juegos de aquella época, las figuritas, la bolita, y como decían que tenía mucha suerte me decían Culillo Ferrari. Era muy bueno para jugar y llegué a tener hasta 400 bolillas”, recuerda durante la charla con Referí desde España.

Los inicios y la primera lesión

Empezó el baby fútbol en el Centella, equipo ubicado en la zona de la playa sanducera y donde jugaron sus amigos y familiares. A los 13 años se probó en Estudiantil y a los 14 debutó en Primera división. Un ascenso rápido para aquel chiquilín de pelo enrulado que jugaba de puntero y era goleador. “Un día me pusieron de lateral y de ahí pasé a jugar de central. Era más lindo de puntero, pero a esa edad uno quiere jugar, sin importar la posición. Siempre pasó que el técnico te necesita en otra posición o te pone para inventar y le sale bien. A algunos no les gusta, pero yo quería jugar y lo hacía en cualquier puesto”, expresó el futbolista que fue campeón sanducero con Estudiantil y a los 17 años fue recomendado a Raúl Bentancur para la selección juvenil uruguaya.

Julio César Coiro, el técnico más ganador del fútbol del Interior, que falleció en 2020 a los 92 años de edad, fue quien asesoró en aquel momento al entrenador de los celestes: “Raúl Bentancur y el profe Esteban Gesto andaban recorriendo el interior y Coiro me recomendó. Entonces me llevaron a la selección juvenil en 1978”. Pero sufrió en esa época una fractura que lo sacó del seleccionado y tuvo que volver a rehabilitarse a Estudiantil.

La lesión sucedió durante un partido interno de práctica, en una jugada contra Pinocho Vargas. “Salí a cortar una pelota y cuando le tiré la patada para trancarlo a Pinocho, le pegué a su rodilla porque él estaba cayéndose. Prácticamente me fracturé solo”, indicó Ferrari. Tras su salida del plantel fue convocado Domingo “Bomba” Cáceres de Peñarol para reemplazarlo. El sanducero se perdió así el Sudamericano juvenil de 1979 que terminó ganando Uruguay.

Parados, Revelez, Sosa y Ferrari en Bella Vista; luego jugaron en Nacional

Tras recuperarse de la fractura, Ferrari volvió a Montevideo para jugar en Bella Vista. “Apenas me recuperé me llevó Sergio Markarian, no llegué ni a probarme, entrené una semana y ya estaba para jugar el Campeonato Uruguayo. Debuté contra Liverpool en el Nasazzi. Sergio me llevó y me puso de titular desde el primer momento”.

Eran épocas lindas de los papales, que conformaron un gran plantel. En 1981 consiguieron clasificar por primera vez en su historia a la Copa Libertadores de América. “El técnico era el argentino Miguel Angel Basílico, fue una linda experiencia. En realidad, fueron cuatro años hermosos, había un gran grupo humano, todos éramos amigos, compañeros, nadie se llevaba mal; a veces hay resquemores entre los jugadores, pero en esa época éramos todos uno solo, y conseguimos muy lindas cosas por el grupo humano unido y fuerte”.

La mayoría de los futbolistas provenían del Interior del país y por eso no extrañó el cambio de mudarse a Montevideo. “Todos nos entendíamos, todos teníamos nuestros dichos, se compartía todo. Con ese equipo salí por primera vez del país para jugar la Copa”.

El gran paso

En 1982 Peñarol se coronó campeón de América y al año siguiente, el presidente tricolor Rodolfo Sienra armó un plantel como para recuperar el torneo continental. Contrató a figuras destacadas del fútbol local y del exterior, entre ellos Ferrari. Surgió así “el equipo de las estrellas”, una denominación para promocionar a las nuevas incorporaciones. “Nacional hizo un gran esfuerzo para llevar a jugadores de renombre, entre ellos Miguel Angel Brindisi que era una súper estrella”, recordó el exzaguero.

“Tuve la gran oportunidad de jugar con Brindisi, un fenómeno como jugador, como persona, gran compañero, con el Patito Aguilera, Carlos Berrueta, el Flaco Rodolfo (Rodríguez) que me ayudó muchísimo, Washington González, el Chico Moreira, Murmullo Perdomo un poquito después. Una etapa muy linda, donde conocí gente que hasta el día de hoy nos hablamos”, manifestó.

Brindisi era en ese momento ídolo de Boca, donde había jugado con Diego Maradona en 1981 y 1982. “Era un fenómeno de verdad, cada jugada hacía... También tuve la oportunidad de enfrentar a Maradona, para mi el más grande jugador de la historia. Cuando estaba en la preselección juvenil, antes de fracturarme, jugamos un amistoso con Argentinos Juniors en el Franzini, y ahí jugaba Maradona”, al que ya era difícil detener.

Junto a Juan Ramón Carrasco y otros jugadores de Nacional en la década de 1980

“Alguna patada le tuve que tirar porque no lo agarrábamos. Era muy normal antes, pasaban con más lesiones que uno los más habilidosos. También había menos cámaras que ahora y las reglas del fútbol eran diferentes; muchas veces nos favorecían como también muchas veces eran en contra”.

Si bien ese equipo ganó el Campeonato Uruguayo de 1983 logrando el hecho histórico de dejar último a Peñarol tras el clásico de la segunda rueda, la actuación en la Copa Libertadores fue un fracaso. “Se hablaba mucho de que los jugadores no se cuidaban, la gente salió a chismosear, pero la verdad es que fueron cosas del fútbol, se dio así. Había buenos jugadores en todos lados, en Argentina, en Brasil, grandes estrellas como Passarella, Falcao, Toninho Cerezo, todo el mundo tenía guita y eran equipos muy fuertes”.

Épocas en las que brillaba Morena en Peñarol y al que se enfrentó varias veces. “Tuve la gran oportunidad de marcarlo en seis o siete partidos y solo nos hizo dos goles. Fernando era un gran goleador, un jugador muy profesional adentro de la cancha y en su vida personal también”, recordó Ferrari.
Sin pase y sin Mundial

Cuando empezaba la temporada 1986, el zaguero sufrió la segunda fractura de su carrera deportiva. En un partido contra River Plate, por el Competencia. Fue dolorosa, no solo físicamente, sino también anímicamente, porque se perdió un pase importante y el Mundial de México.

“Yo estaba vendido para Toluca y justo me lesioné. Son cosas del destino, que lo marcan a uno. Me fracturé en una jugada contra Tony Gómez, del lado de la tribuna Olímpica. Él era de Nacional, pero estaba a préstamo en River. Salí a cortarlo, más o menos igual que contra Pinocho Vargas, pero Tony era muy rápido y toqué su rodilla. Fue una jugada fortuita, sin mala intención. Se agarraba la cabeza porque sabía lo que me estaba perdiendo en ese momento. El pase y el Mundial de México”.

En el estadio Centenario

Se habló mucho en ese momento sobre la mala intención de Gómez, pero Ferrari la descartó de inmediato: “La gente comentaba que me había metido un planchazo pero no fue así. Se dio que me pasara en ese momento, Tony sigue siendo una excelente persona y muy buen profesional, no era esa gente sucia y planchera que le gustaba pegar, ni tampoco un mala leche con el contrario”.

Ferrari había empezando jugando en el inicio de la era Omar Borrás en la selección nacional y tenía todos los boletos para integrar el plantel que luego disputó la Copa del Mundo en México. Integró el equipo celeste que ganó un torneo en la India en 1982 y compartió con Enzo Francescoli, “otro excelente jugador”. 

Un año después, en 1987, quedó libre en Nacional, pasó por Cerro y se fue a jugar a Costa Rica. “Ángel Traverso me preguntó si quería ir a Costa Rica y me dijo que tal vez no era un fútbol para mi después de haber jugado en Nacional, pero me quería llevar. Me gustó la idea porque yo había conocido ese país en una gira con Nacional y me agradó mucho. Así me fui a jugar al San Carlos y ahí nació Damián, el último de mis cuatro hijos junto a mi esposa Blanca”.

Los dirigentes del Saprissa, uno de los grandes del fútbol tico, lo fueron a buscar al aeropuerto un día que se volvía a descansar a Uruguay y pretendían que se quedara en el país para contratarlo. Pero viajó igual y después de unos días en Paysandú retornó al San Carlos, donde tenía las puertas abiertas y le hicieron un gran recibimiento.

El siguiente paso en el fútbol fue la incipiente liga de Estados Unidos, que se preparaba para organizar el Mundial de 1994. “Tenían que hacer un torneo para demostrar que en Estados Unidos se podía hacer un Mundial y fui a jugar ahí, en los New Jersey Stallions que todavía jugaban al fútbol sala. Pero lo hice por poco tiempo, ya que me dediqué a otras cosas y prácticamente mi carrera profesional terminó ahí”.

De chofer en Marbella

Desde hace 17 años vive en Marbella, donde llegó gracias a un amigo. Ha trabajado de chofer de camiones y taxis, y en la playa se reencontró con el argentino Claudio Paul Caniggia, a quien enfrentó en sus épocas de futbolista.

“Con el Cani nos vimos en Marbella, en un balneario haciendo playa. Estaba tomando sol y cuando fui a la cantina a comprar cerveza estaba él ahí. Después nos veíamos seguido, él iba con su familia, porque compartíamos la misma playa. Yo siempre estuve en el mismo lugar y conocía al dueño del chiringuito, al que le decían el Gringo y era argentino. Íbamos todos ahí. La vida ha cambiado mucho, nunca le dije que no a nada, siempre por la familia, tratando de salir adelante”, apuntó.

El pase a Nacional
El presidente de Nacional en 1983, Rodolfo Sienra, explicó en el libro “Entre el cielo y el infierno”, cómo se hicieron las operaciones de los jugadores que conformaron el equipo de las estrellas: “Ferrari, Berrueta y Aguilera se financiaron con sustituciones de vales bancarios, con documentos descontados y financiaciones a mediano y largo plazo, afectando recaudaciones”. También se hizo un amistoso con River argentino y recaudación de fondos. 
Los viajes y el aprendizaje en los campitos
Ferrari recordó con orgullo que conoció más de 30 países y visitó los cinco continentes, detrás de una pelota de fútbol. “Siempre recuerdo el fútbol por los lugares que visitamos y viajamos; lo hicimos mucho en aquellas épocas, había giras, con la selección, con Nacional y me tocó vivir momentos lindos”.
“En esa época se jugaba con lo que uno aprendía en el campito, en el barrio. Me tocó esa época, salí en las famosas figuritas del álbum para el Mundial de España 1982 y yo jugaba en Bella Vista. Aunque Uruguay no clasificó, salió un hermoso álbum que todavía conservo”, señaló.
 

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