"Sé que no quiere que lo abracemos...", le dijo ansiosa una vecina a José Mujica, mientras el expresidente acortaba los pasos que lo separaban del cúmulo de personas que lo esperaba en la entrada. El viejo líder sonrió, y ella no se contuvo: "Ay, pero yo sí quiero", exclamó y le dio un beso en la mano.
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