La ciudad es de quien la vive: dónde está el legado de Mariano Arana en Montevideo

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Arana vivió 90 años pero le alcanzaron muchos menos para hacer escuela. Para dejar generaciones marcadas con el hecho de que, cuando hablamos de una ciudad, no hablamos de cinco, diez, o cien mil edificios reunidos bajo un patrón urbano, sino de un espacio en construcción que necesita de sus ciudadanos para concretarse, para estar, en definitiva, viva. Y las ciudades son ciudades si tienen vida.

Montevideo, en la teoría o en la práctica, está impregnada de la visión de Arana. Ya sea a partir de los ecos que todavía llegan del Grupo de Estudios Urbanos (GEU) y los audiovisuales Una ciudad sin memoria y ¿A quién le importa la ciudad? producidos en dictadura, su trabajo desde la Intendencia o el Ministerio de Vivienda, así como también del sedimento que marcó a varios arquitectos uruguayos, hay puntos, barrios o lugares de la capital sobre los que todavía se posa su ojo clínico. Pero, ¿cuáles son? ¿Dónde se encuentra ese legado?

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"No se trata de una visión nostálgica respecto al pasado, porque a fin de cuentas lo que importa es la ciudad del presente y la ciudad del futuro, pero en todo nuestro presente, en nuestra propia vida y hacia el futuro, no podemos deshacer el pasado porque es desconocernos a nosotros mismos y borrarnos como traza perdurable", dijo Arana en una entrevista con el ciclo f/22 del Centro de Fotografía de Montevideo emitido por TV Ciudad en 2007. En ese sentido, lo que sigue reafirma lo que dice: su traza perdura y algunos de estos testimonios son la evidencia.

Carlos Contrera / Banda Oriental

Mercedes Espasandín - Presidenta de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay

Pienso en la pregunta de ¿A quién le importa la ciudad?, que Arana hizo hace 42 años como líder del Grupo de Estudios Urbanos, y me interesa el cuestionamiento. Me parece que es una buena postura para el debate y la reflexión y para incorporar a los demás, a los que esa pregunta implica. Él se pone muy a favor de lo que es la memoria y todo lo que significa en el cuidado del patrimonio; su rol más fuerte es de cuidado y defensa, una mirada sensible a lo que considera que es bueno, y bueno para todos, porque de alguna manera el patrimonio es llegar a un acuerdo. Y en la memoria entendida no como memoria museo, sino referida a que el patrimonio está vivo, a que tiene que seguir siempre reformulándose y buscando maneras de preguntarse qué permanece, qué cambia, si esa es la forma, la función, qué es lo que queremos recordar. Me parece muy valioso cómo se paró, cómo se animó a decir esas cosas hasta sus últimos momentos. 

Por ejemplo, a principios de año pasó por la FADU, por la biblioteca. Yo bajé y estaba ahí. Había venido en ómnibus, solo, con 90 años, estaba preocupado porque le consiguiéramos una revista de arquitectura, quería buscar algo sobre la sede del BROU porque para él había sufrido reformas que no respetaban el proyecto. Allí estaba, hablando de nuevo de patrimonio, hablando de nuevo de la defensa del proyecto arquitectónico hasta el último momento. Esa energía y esa fuerza eran muy valiosas. Siento que a él le fascinaba lo que veía, lo que estudiaba, la arquitectura, la ciudad, que eso lo llenaba. Y que era feliz con eso. Lograba transmitirlo. 

En la ciudad, con lo que más lo relaciono es con los espacios públicos, con la calle, con la plaza, con esos espacios de convivencia urbana. Él enfatizaba el concepto de convivir, que me parece que es actual y de las cosas más complejas y desafiantes. Uno tiende a pensar que el patrimonio es la Ciudad Vieja, los edificios, pero también puede ser un trazado que es declarado patrimonio, o unas vistas panorámicas. Ahí estaba su sensibilidad: en poder ver más allá de lo construido.

William Rey - Presidente de la Comisión de Patrimonio

Arana fue un actor importante en la historiografía de la arquitectura. Se encargó de algunas publicaciones realmente relevantes, como fueron, por ejemplo, El Montevideo de la expansión, en coautoría con otros dos historiadores, Ricardo Alvarez Lenzi y Livia Bocchiardo. También escribió Arquitectura renovadora en Uruguay (1915-1945), que es un libro importante porque marca un cambio de mirada sobre la modernidad, introduce e incorpora nuevas obras. Su eje fundamental fue el estudio de la arquitectura moderna y también fue un docente muy a la manera de lo que Ortega y Gasset llamaba "el buen docente": no enseñaba, sino que contagiaba. Mariano tenía una enorme capacidad para contagiar la preocupación por el patrimonio y para enseñar a ver la arquitectura. Fue un difusor importantísimo en ese sentido. Por otro lado, hoy hay partes de Montevideo que son impensable mirarlas, visitarlas y no pensar en él. Una de ellas es la Ciudad Vieja: la gran batalla de Una ciudad sin memoria estaba centrada en la Ciudad Vieja. La lucha por reivindicar los valores urbanos, los valores edilicios de ese barrio están muy atados a él. En dictadura hubo una enorme destrucción de bienes allí y él fue la voz cantante en contra de eso. Pero después hay otras partes de la ciudad que también le interesaban. Le gustaba muy especialmente el barrio Peñarol, a pesar de que era de Nacional. Y también le interesaba muchísimo los barrios jardín de Montevideo, tanto el de Sayago como el que está frente a la Facultad de Arquitectura. Él siempre ponía en valor esas áreas, sobre todo considerando las arquitecturas que estaban en esos sitios.

Diego Battiste

Alberto Leira - Coordinador de la Comisión de Patrimonio de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay / Comisión Especial Permanente de Ciudad Vieja

Cuando se lo nombró Ciudadano Ilustre de Montevideo, él distinguió dos vocablos en francés que existen para nombrar la ciudad: cité y ville. La primera refiere a lo edificado solamente, y la segunda refiere a la ciudad y sus habitantes. La preocupación de Mariano siempre fue por la protección de lo patrimonial y de la ciudad, de la memoria colectiva, pero también por que la calidad de vida de los montevideanos fuera cada vez mejor por eso. La ciudad es un organismo vivo con un montón de tensiones, y no tiene sentido sin su gente. Y en el legado de Mariano está eso. Miraba hace un rato las fotos de la escalinata de la Facultad de Arquitectura con carteles diciendo 'gracias profesor, hasta siempre', y eso fue: un profesor con todas las letras, una persona preocupada realmente por compartir esa pasión que tenía por la arquitectura, el urbanismo y por su ciudad. 

Mariano Arana fue el primer delegado de la SAU en la Comisión de Ciudad Vieja. Y no es un tema menor: es uno de los organismos precursores del cuidado de distintas zonas de la ciudad, en el cuidado de lo patrimonial, en esa vigilancia. Creo que su obra es mucho más teórica en esa lucha por lograr una ciudad mejor y una calidad de vida mejor para los montevideanos y uruguayos.

Andrés Mazzini - Arquitecto, docente y exintegrante del Grupo de Estudios Urbanos

Quizá lo más importante haya sido su calidad humana, su compromiso, su generosidad, su manera de ser un arquitecto con todas las letras. Y rodeando a todo eso, la categoría de docente superlativa que tenía. Mariano era docente hasta en las cosas más mínimas. Tenía una actitud permanente de comunicar lo que pensaba que a los demás le podía servir o hacerlos crecer o gustarles. Era un tipo muy especial. Lo tuve como docente en facultad y después de compañero de trabajo en el Grupo de Estudios Urbanos. Sus legados principales están en la docencia, dio otra visión de la arquitectura y de la historia de la arquitectura, de cómo manejarse con la disciplina. Cualquiera podría rescatar su entusiasmo, esa capacidad de transmitir interés, de producir espíritu crítico. Y su compromiso con la arquitectura y la ciudad estaba asociado a una actitud humanista muy profunda. 

Lo fundamental fue su insistencia de que la ciudad es un organismo complejo, pero que el fin último de ella es la persona. O sea, son los habitantes, los que la viven. La ciudad fundamentalmente es un lugar para vivir. Si bien concentra actividades de todo tipo, son todas actividades que derivan de la actividad humana, que hacen posible que el hombre viva sobre la tierra y está vinculada a la producción, a los servicios, a la cultura. Y también en ese aspecto creo que él hacía de la ciudad un ámbito privilegiado de ejercicio democrático, de efectiva ciudadanía. El ciudadano es el que vive la ciudad activamente, que la disfruta y que se identifica con ella. Todas eso está en la matriz de su pensamiento patrimonial. ¿Por qué conservar esos aspectos de una ciudad? Porque condensan historia, identificación de la gente a través del tiempo y son fundamentales para que la gente sienta que está en un ámbito que le es propio. O sea, que te puedas sentir parte de algo que lo reconocés como tuyo. 

En los rescates de grandes edificios patrimoniales sé que está su impronta y su legado. También cuando veo que se recalifica el espacio público. Mariano fue, como presidente de la Comisión de Patrimonio, quien decretó como monumento histórico nacional la faja costera, desde la escollera hasta Carrasco. Y sin dudas hoy la Rambla es uno de los espacios paisajísticos más significativos de nuestra ciudad, pero también uno de los lugares de ejercicio de apropiación y de democracia más notorios. Mariano también incidió mucho en la mejora de espacios públicos que estaban degradados, en la mayor atención de las últimas intendencias a todos los parques, a las plazas, en la generación de nuevos lugares para el esparcimiento, que son también lugares de cultura. En ellos está su huella.