El conflicto en Ucrania se ve potenciado por la desinformación en torno a las armas que se utilizan

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La desinformación sobre las armas que se utilizan en la guerra es también un arma de guerra

Informaciones contradictorias de uno y otro bando sobre la magnitud del despliegue de armas y su verdadera eficacia hacen casi imposible tener un panorama real
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16 de agosto de 2022 a las 09:51

Es seguro que los altos mandos rusos, ucranianos, estadounidenses y la Organización del Atlántico Norte (OTAN) conocen en detalle qué armas, de que magnitud y en qué cantidad se están utilizando de uno y otro lado en el conflicto. Tal vez se les escape alguna, pero es difícil que así sea.

Muy diferente es para los simples ciudadanos de cualquier país del planeta – incluidos los que viven en los territorios donde se desarrolla la guerra – que solo pueden “informarse” sobre el asunto – y la eficacia de esas armas - a través de las declaraciones oficiales y las “noticias” de los medios de comunicación que, en muchos casos, también son un arma de guerra.

Un ejemplo de estas informaciones contradictorias surge de comparar un informe de la cadena estadounidense CNN publicado el mes pasado con declaraciones recientes del ministro de Defensa ruso, el general del Ejército Serguéi Shoigú, publicadas por la agencia rusa Sputnik.

El informe de la cadena estadounidense, basado en un estudio del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés) comienza reconociendo que “el desequilibrio entre ambas fuerzas armadas, aunque comparten mucho material, es notable. Basta con echar un vistazo a la cantidad de dinero que las dos naciones gastan en defensa para darse cuenta de la brecha. Ucrania gastó US$ 4.700 millones en 2021, poco más de una décima parte de los US$ 45.800 millones de Rusia, que cuenta con armamento nuclear, según el informe ‘The Military Balance’ del IISS”, publicado a mediados de julio.

Establecida la diferencia, el informe pasa a describir cómo los aportes de la OTAN apuntan a equilibrar las fuerzas, en algunos casos con “superararmas”, como se las ha llamado. “Pero las tropas ucranianas también están armadas con sistemas occidentales. Los más famosos al comienzo de este conflicto, por su efectividad, fueron los lanzamisiles antitanque Javelin y antiaéreos Stinger, provistos por Estados Unidos, los NLAW, fabricados por Reino Unido y Suecia, y los Panzerfaust 3, de Alemania”.

Y continúa detallando: “Ucrania también utiliza drones Bayraktar, fabricados por Turquía, y los Switchblade estadounidenses. Y en los últimos tiempos ha recibido y utilizado dos avanzados sistemas de artillería de parte de Estados Unidos: los obuses M777 y el sistema de lanzamiento múltiple de misiles HIMARS. Francia también ha suministrado sus obuses de largo alcance Caesar, que ya están siendo empleados en el conflicto, y se espera que en el futuro cercano Ucrania despliegue los obuses Panzerhaubitze 2000, de Alemania, y los lanzacohetes (MLRS) M270, de Reino Unido”.

Según las fuentes militares ucranianas y de Estados Unidos y sus aliados europeos, las “superarmas” eran capaces de cambiar la situación de la guerra. La respuesta rusa dice todo lo contrario.

“La operación militar especial ha derribado el mito de las 'superarmas' suministradas por Occidente a Ucrania, capaces de cambiar fundamentalmente la situación en el frente. Inicialmente, se hablaba de entregas de sistemas antitanque Javelin, una especie de drones 'únicos'. Recientemente, los expertos occidentales han promovido los sistemas de lanzamisiles múltiples Himars y los obuses de largo alcance como superarmas. Sin embargo, incluso estas armas están siendo trituradas en las batallas”, aseguró el ministro de Defensa Shoigú en la inauguración de la conferencia de Moscú sobre seguridad internacional en el marco del foro Army 2022.

También dijo que las fuerzas armadas ucranianas se mueven en el conflicto conducidas desde otro lado. “Las operaciones de las fuerzas armadas de Ucrania se planifican en Washington y Londres. No solo las coordenadas de los objetivos para los ataques son proporcionadas por la inteligencia occidental, sino que la introducción de estos datos en los sistemas de armas se lleva a cabo bajo el control total de los especialistas occidentales”, aseguró.

Químicas y nucleares

Otro punto con “informaciones” encontradas es el del uso de armas químicas y la amenaza de la utilización de armas nucleares por parte de Moscú.

"Las acusaciones sobre el posible uso de armas químicas en Ucrania también son absurdas. Permítanme recordarles que, a diferencia de Estados Unidos, dichas armas fueron completamente destruidas en nuestro país allá por 2017 como parte de nuestras obligaciones internacionales. Al mismo tiempo, las provocaciones con el uso de sustancias tóxicas se han convertido en la tarjeta de presentación de las llamadas organizaciones de la sociedad civil patrocinadas por Occidente, como los Cascos Blancos en Siria", dijo ayer Shoigú.

También aclaró que, desde el punto de vista militar, no hay necesidad de utilizar armas nucleares en Ucrania. “El objetivo principal de las armas nucleares rusas es disuadir un ataque nuclear. Su uso está limitado a circunstancias extraordinarias que se definen en los documentos de gobierno rusos que están abiertos al escrutinio público”, especificó Shoigú.

En este sentido, el único hecho cierto es que las informaciones y declaraciones de uno y otro lado son muy difíciles de comprobar. En el caso de las armas nucleares, las sanciones que la Unión Europea impuso a Rusia obstaculizan los vuelos de los aviones rusos para realizar las inspecciones militares que debían llevarse a cabo en Estados Unidos en virtud del tratado START.

Ante este hecho, Moscú notificó el 8 de agosto a Washington que suspendía temporalmente las inspecciones estadounidenses en su territorio hasta que no se levanten las restricciones.

El tratado START III de armas nucleares es actualmente el único acuerdo de control de armamento que vincula a las dos grandes potencias, después de que la Casa Blanca rompiera el 2 de agosto de 2019 el Tratado INF de misiles de medio y corto alcance.

El pacto de desarme nuclear limita los arsenales de los dos países a un máximo de 700 misiles desplegados, 1.550 ojivas nucleares y 800 vectores, desplegados y en reserva.

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