Uruguay importa de Rusia básicamente dos divisiones de productos: fertilizantes —la mayoría— y betunes y asfaltos —cerca del 36% del total—.
Estos últimos son muy utilizados en la construcción de infraestructura vial, especialmente bajo el régimen de Participación Público Privada (PPP). Es que las PPP cuentan con un beneficio impositivo que las exonera de pagar Imesi y tasa consular para realizar estas compras.
Consultado por El Observador, el director de la constructora CVC Alejandro García dijo que su empresa no se verá afectada porque entre diciembre y enero compraron asfalto para todo el año. "No sé si fue de suerte o qué" pero "sé que algún colega sí está quedando sin asfalto", indicó.
"Los puertos rusos están cerrados, o sea que estamos por el momento en stand-by esperando que se resuelva algo de toda la guerra", comentó Claudio Kroger, director general de Bitafal, empresa proveedora de asfalto en Uruguay. También agregó que de todos modos "desabastecimiento del producto acá en Uruguay no va a haber" y que "mas allá de tener o no stocks" se puede producir en la refinería de Ancap, explicó a El Observador.
Si bien comprar el asfalto localmente hace perder los beneficios impositivos de la importación para el caso de las PPP, Kroger consideró que Rusia es sustituible como proveedor. "En la región, Irán, Oriente Medio, Estados Unidos... hay otros proveedores, no pienses que es el único", indicó.
Del asfalto y otros derivados del petróleo de usos similares Uruguay importa el 49% a Rusia, de acuerdo a datos de aduanas. La otra mitad se divide entre Estados Unidos (34%), Colombia (14%) y lo restante se trae de Brasil y Argentina (un 3% entre ambos). Las principales empresas importadoras son encabezadas por Ancap, que representa casi la mitad de las compras al exterior (49%) y la siguen Stalori (27%), Grupo San José (15%) y Grupo Vial Oriental Dos (7%).
Por otra parte, el director de Bitafal explicó que debido a que el asfalto es un derivado del petróleo su precio se ve ligado a los vaivenes del mismo, que en este momento se encuentra en niveles históricamente altos.
"Otro problema que estamos teniendo todos son los fletes de los suministros", complementó otra fuente del sector consultada por El Observador. "Fletes que antes podían costar US$ 1.000 y pico (ahora están) a US$ 15.000 por decir algo". La industria de la construcción también debe lidiar con la suba de otros costos como el acero y el aluminio. El precio del acero se incrementó entre 15% y 20% tras el estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania. El acero en varilla o estructural, se utiliza en todas las construcciones, lo que implica un impacto negativo para toda la industria.
Si bien la economía rusa no calza los puntos para el mote de "superpotencia", sí es decisiva en el suministro de varias materias primas clave, como combustibles, metales y minerales. En el último año, el precio del aluminio se duplicó, según Investing.
La bolsa de metales de Londres (LME) suspendió el pasado martes la negociación del níquel, cuyo precio subió brevemente por encima de los US$ 100 mil por tonelada ante el riesgo de escasez si Rusia no puede exportar su producción. Rusia es el tercer productor mundial de níquel y el primero de productos primarios de níquel, como el níquel refinado necesario para las baterías de vehículos eléctricos.
"Se está generando un problema en la construcción y en las empresas constructoras, que obviamente algunos pueden trasladar en las paramétricas y otros no. Entonces, se está generando un problema muy grande", alertó la fuente.
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