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La intimidad del encuentro entre Ruglio y Damiani
Habían pasado algunos minutos después de la medianoche del domingo y había poca gente en el Palacio Cr. Gastón Guelfi que era donde se había llevado el recuento final de los votos que se habían emitido allí, y los demás que habían llegado desde el Antel Arena y del Estadio Campeón del Siglo.
El protocolo por la pandemia mundial por coronavirus obligó justamente a que fuera algo bastante íntimo con los candidatos y sus pocos allegados, un puñado de periodistas y los encargados de la Comisión Electoral del club.
La diferencia ya era irreversible y por más que en la pantalla gigante en la que se mostraban voto a voto y mesa a mesa, faltaban datos oficiales, llegó un momento en que Juan Pedro Damiani se acercó para saludar al vencedor: Ignacio Ruglio.
Había llegado minutos antes al Palacio tras un sábado agotador, pero ya con la sonrisa de saberse ganador. Sus números así lo decían.
Luego de ese abrazo con Damiani –quien lo llevó al club hace 11 años–, llevó adelante parte del plan que tenía trazado. Quería hablar con tres personas: una era Juan Pedro, la segunda, el presidente Jorge Barrera, y la tercera, Walter Pereyra.
Le pasó el brazo izquierdo por encima de los hombros y así se fueron caminando solos. Se perdieron en la penumbra debajo de las tribunas del Palacio y se fueron directamente a la sala de sesiones del consejo directivo, esa que Damiani conoce tan bien desde antes de ser tres veces presidente.
Allí Ruglio le planteó dos cosas, una que tenía que ver con la otra: primero, que pretendía que no estuviera en el consejo como directivo porque entiende que tenerlo allí era una figura demasiado grande y experiente y que podía dar una mano desde otro lado. Damiani, según informó una fuente cercana, igualmente no iba a aceptar ocupar ese cargo en caso de perder la elección.
Entonces, el presidente electo le planteó que lo ayudara. Que él no quiere revanchismos, que la fricción preelectoral ya había terminado y que lo quería como un “consejero personal”.
Pero antes de que Damiani contestara, Ruglio le dijo una cosa más: “Voy a proponer que la asamblea representativa te nombre como presidente honorario”, cargo que hasta ahora ocupan solo nueve personas en la historia de la institución.
Juan Pedro escuchó muy atentamente y aceptó. Luego ambos bajaron a la cancha del Palacio para hablar con los medios.
Mientras bajaban, el expresidente le dijo a Ruglio: “Pensá en grande, contratá en grande y vas a quedar en la historia”. Eso a Ruglio le llegó como un mensaje directo y franco de un contendiente político que ya asimiló que trabajará junto a él.
Como dijo ya el domingo en las primeras horas de la madrugada: “Con Pablo Bengoechea y Gabriel Cedrés. vamos a poder mirar hacia adelante. Me voy a dormir tranquilo porque vamos a estar muy bien".
Después habló con el presidente Barrera con quien son "compatriotas" de Minas y ponderó que fue un hombre que llegó al club "no para hacerse rico", sino "para trabajar honestamente".
El último paso que dio en el Palacio fue dialogar con Walter Pereyra, la mano derecha de Damiani en el armado económico y en la firma de los contratos durante sus gestiones anteriores.
Le comentó que lo quiere trabajando con su grupo económico que estará encabezado por Eduardo Zaidensztat como tesorero y Álvaro Queijo como ayudante.
"Sé que tiene poco tiempo, pero le dije que quiero tener charlas de tres horas con él cada 15 días para ver su postura y para el bien de Peñarol", indicó Ruglio.
