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La inversión millonaria de OSE: la empresa francesa que el gobierno descartó y las dudas de vecinos
El camino que bordea el Río de la Plata en San José, a la altura del balneario Arazatí, tiene un final abrupto. Un cartel anuncia que el paso está cerrado, y una portera trancada con cadenas y candados es señal de que el camino hacia la playa está restringido, que solo se puede avanzar por la arena. Al lado de la tranquera, en un letrero pintado en verde sobre un contenedor de chapa, el movimiento Tucu Tucu firma un mensaje: Arazatí libre.
Tucu Tucu es un grupo de vecinos de localidades cercanas a Arazatí que en agosto de 2019 se unió por una tala de árboles que hubo en el balneario, que dejó sin sombra a la playa. Ese fue el primer reclamo a las autoridades del departamento y, con el paso de los meses, se sumaron otros: la portera, la colocación de un alambrado en el monte lindero a la playa, el desalojo de un pescador de la zona. Este año los vecinos agregaron una nueva preocupación: la posible instalación de una planta de agua potable de OSE en el balneario, que el presidente Luis Lacalle Pou anunció el 2 de marzo.
El grupo está con “incertidumbre” por la planta que se construirá y por el impacto que tendrá en la zona. Dicen que lo poco que saben sobre la obra se lo “enteraron” por vías extraoficiales, según comentaron las integrantes Silvana Fernández y Virginia González. ¿Qué saben? Lo que cuesta la planta –la inversión será de cerca de US$ 200 millones– y que estará a 80 kilómetros de Montevideo, pero no mucho más.
El proyecto de la planta de agua potable está en la etapa de estudio de factibilidad, un período que como máximo demandará cuatro meses más y en el que se definirán algunos detalles clave, como el punto exacto de la costa de San José donde se extraerá el agua y el monto de la inversión, porque lo que se conoce hasta ahora es una estimación.
El presidente de OSE, Raúl Montero, dijo a El Observador que son “varios” los puntos del proyecto que restan conocerse y que se sabrán luego de terminado el estudio de factibilidad. El lugar dónde se va a tomar el agua, el trazo de la tubería, las instalaciones de la usina potabilizadora, la conexión a la red de Montevideo, el lugar para inyectar el agua producida, la calidad del agua del río, son algunos de los aspectos a definir.
El impacto que tendrá la planta en el balneario es otro de los puntos que, para Montero, deben ser incluidos en el estudio de factibilidad. “Que no cambiemos la realidad de la zona es un factor muy importante. Nunca tuvimos un lugar concreto y va a depender de esto”, sostuvo.
La elegida
Las empresas Saceem, Berkes, Cimsa y Fast se unieron en el consorcio Aguas de Montevideo para presentarle al Poder Ejecutivo –en el marco de la ley de iniciativas privadas– el Proyecto Neptuno, que propone la construcción una nueva planta potabilizadora de agua, una estación de bombeo y una tubería aductora de 80 kilómetros para conectar el agua al sistema de Montevideo.
A cuatro días de asumir como ministro de Ambiente, Adrián Peña y los directores de OSE se reunieron con Lacalle Pou para tratar un “gran tema”: que el sistema de agua metropolitano cuente con más agua potable. “Es un problema real que tenemos”, comentó Montero.
El ministro Peña dijo a El Observador que a partir de ese día se comenzaron a “apurar los pasos” en torno a este asunto y a explorar “alternativas” además del proyecto de la represa de Casupá que estaba en carpeta.
En el Ministerio de Ambiente analizaron en total seis proyectos. La mitad eran opciones que presentó el consorcio Aguas de Montevideo y las otras tres eran propuestas de la multinacional francesa Veolia. Las ideas de esta compañía eran “parecidas”, aunque con la diferencia de que en lugar de mandar el agua al recalque de Melilla –como propone el proyecto Neptuno– lo hacía a Aguas Corrientes.
Esta empresa también propuso una planta de desalinización en la zona de Punta del Tigre, informó Peña. Entre todas estas propuestas, el Poder Ejecutivo eligió el Proyecto Neptuno y se lo recomendó a OSE, que lo declaró de interés. “Analizamos todas las propuestas y elegimos esta por la cantidad de agua que precisamos, por la propuesta tecnológica y por lo económico”, justificó Peña.
A partir del 2 de marzo, cuando Peña firmó esa resolución, se disparó un plazo de 180 días para que la empresa presente el estudio de factibilidad que profundice la idea inicial. Si bien el plazo para entregar el informe es de seis meses, el ministro tiene la “expectativa” de que esté pronto en julio porque el plan inicial estaba “avanzado” en los detalles.
Cuando el gobierno reciba esa información decidirá si aprueba el proyecto o lo desestima. Si se avanza en su ejecución, se hará un llamado público a interesados, en el que el consorcio tendrá una ventaja en la oferta de entre 5% y 20%. Aún no se definió si se hará una subasta o un llamado a licitación.
El vicepresidente comercial de Saceem, Alejandro Ruibal, dijo El Observador que la obra surgió a partir de una “sumatoria de ideas normales” al analizar “distintas opciones para mejorar el sistema de agua de Montevideo”. “Propusimos construir una planta potabilizadora para no seguir dependiendo de la única planta que tiene Montevideo, que es Aguas Corrientes”, comentó.
De concretarse, la planta de agua potable en Arazatí le dará “redundancia” al sistema capitalino porque produciría un 30% de la capacidad de Aguas Corrientes. Así, sería un respaldo para cuando en la planta principal se realicen reparaciones y para evitar los riesgos que provoca una sequía. “Hace unos años estuvimos a 50 días de quedarnos sin agua”, recordó el empresario.
Si se confirma la construcción de la planta en Arazatí, el proyecto de Casupá deja de ser prioridad, dijo Peña. “¿Se descarta para toda la vida? No. Ambas cosas son necesarias”, preguntó y respondió. Por los costos, dijo, no se puede hacer todo a la vez.
Zona de pescadores
En verano es habitual que desde las localidades cercanas a Arazatí lleguen los lugareños con conservadoras para pasar la tarde. Allí cerca también está lo que las vecinas llaman “el pueblito de los pescadores”. El temor del grupo es que la “naturaleza del lugar” se dañe por la planta de agua potable que piensa construir OSE.
Los vecinos no quieren que se repita la experiencia de Colonia Wilson –al este de Arazatí–, donde UTE construyó una planta de generación de energía. Como necesitaba el terreno, “corrió a los pescadores y les hizo un balneario restringido”, comentó Fernández, del movimiento Tucu Tucu.
“En realidad tenemos miedo de eso: que nos hagan algo y después nos restrinjan”, la complementó su compañera González. “Tenemos miedo de que se pierda la pesca artesanal que hay en la zona. ¿Qué van a hacer con ellos? Esta zona de acá es todo pesca”, agregó.
Ruibal aseguró que en la zona se hará estudio para conocer qué impacto tendrá el proyecto y se intentará que los efectos sean menores. “Acá se están cumpliendo estrictamente las reglas. Y no se le va a imponer nada a nadie de pesado”, sostuvo el vicepresidente de la constructora.
“Esto no es una industria que va a tirar humo: es una toma de agua. Y encima va a dar trabajo mientras se construye y después, para operarla. El impacto va a estar como en cualquier obra, pero hay muchas maneras de minimizarlo”, agregó.
Peña aseguró que para construirse el proyecto deberá “superar” la evaluación del impacto ambiental que “se le va a exigir” como a cualquier proyecto. Y aseguró que este plan será calificado en la categoría B –que define a la obra como un impacto moderado– o C –que considera que tendrá un “impacto importante” en el ambiente, y tiene exigencias mayores–.
Los Tucu Tucu organizan de forma periódica jornadas de limpieza en Arazatí y tienen como misión que se preserve el lugar como un “balneario natural”. “Esto es una belleza”, repetía Fernández al recorrer el balneario por la arena. Cuando llegó a donde el Arroyo Sauce se convierte en Río de la Plata abrió los brazos y, convencida, lanzó: “Este es nuestro patrimonio”.
