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La mamografía: una radiación inocua que salva vidas

Exponerse a una mamografía genera un efecto "insignificante" según expertos, equivalente al que se recibe del entorno natural durante siete semanas
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16 de octubre de 2016 a las 05:00
La dosis de radiación que reciben las mujeres cuando se realizan una mamografía es "insignificante" según los físicos médicos. Es comparable a estar expuesto al entorno natural durante siete semanas, según datos publicados por la Sociedad de Radiología Norteamericana. Si se trata de una Tomografías Axiales Computarizadas de abdomen y pelvis, donde la dosis es 21 veces mayor a la de una mamografía, la radiación equivale a tres años de exposición al entorno, y para la de tórax la equivalencia es a la recibida en dos años.

A fines de setiembre, el máximo órgano de la Justicia administrativa de Uruguay, el Tribunal Contencioso Administrativo, falló a favor de Ana Rosengurtt, una mujer que se negó a hacerse una mamografía –obligatoria para que le den el carné de salud– porque aseguraba que era perjudicial para la salud. Pero le dio la razón porque la obligatoriedad de un estudio sin el consentimiento de la persona viola artículos de la Constitución que consagran el derecho a "no ser obligado a conductas no exigidas por la ley". Tanto la mamografía como la colpocitología oncológica (Papanicolau) son exigidas como requisito para el carné de salud por un decreto del Poder Ejecutivo de 2006, una norma de menor jerarquía que una ley.

El fallo se realizó sin evaluar cuánto afectan a las mujeres las radiaciones de la mamografía.
Todas las personas están expuestas a dosis diarias de radiación natural. Se trata de aquella que se recibe del sol, la tierra, del potasio, de las piedras de las paredes o de darse un baño en la ducha, explicó a El Observador Gabriel González, doctor en Física y director de la Unidad de Física Médica de la Facultad de Ciencias. Eso hace que sea inevitable la exposición.

Sin embargo, explicó que "las dosis de radiación peligrosas son cientos de veces la que tiene una mamografía, aunque se repitan el estudio por veinte años. Hacerse una mamografía agrega una probabilidad, pero es tan pequeña que ni siquiera se ha medido", dijo.

El riesgo de contraer cáncer por la radiación de una mamografía es de una de cada 6.000 mujeres que se realizan el estudio, mientras que para las tomografías de tórax o abdomen es en una de cada 600, establece el libro Para entender las radiaciones publicado por la Facultad de Ciencias en 2011.
"Una placa de tórax es una dosis muy grande, pero nadie deja de hacerse una placa, una tomografía o diez. La tomografía es espantosa, es la peor de todas porque la dosis es alta, pero tampoco hay que dramatizar el tema de la radiación. Si no hubiera radiografías en el mundo, llegaríamos a (detectar) todos los cánceres cuando ya estuvieran avanzados", aseguró Álvaro Luongo, especialista en oncología radioterápica, director del Instituto Nacional del Cáncer y presidente de la Comisión Honoraria de Lucha contra el Cáncer.

"Siguen habiendo muchos mamógrafos que son muy antiguos y eso influye mucho en la radiación y en los falsos positivos", Leonel Briozzo, ex subsecretario del MSP

La importancia de la realización de procedimientos médicos que implican radiación está en que, a diferencia de la luz, pueden penetrar el cuerpo y producir imágenes del interior del organismo. En el caso del cáncer, permite detectar los tumores. Si el diagnóstico es precoz, la persona puede ser tratada antes de que se extienda y, en algunos casos, llegar a la cura.

Cánceres radioinducidos

Los médicos reconocen que existe un porcentaje adicional de cánceres que son inducidos por radiación. Pero esto ocurre cuando son dosis mayores que las que se reciben por procedimientos médicos estándares. Es el caso de lo que se detectó en Nagasaki e Hiroshima, luego de 1945, el año en que Estados Unidos las transformó en ciudades víctimas de bombas atómicas. El estudio de los sobrevivientes permitió detectar el aumento de la incidencia del cáncer como consecuencia de la exposición a las radiaciones y a partir de ello estimar el cáncer que inducen.

Lo mismo ocurre con personas que sufren de cáncer y para curarse fueron expuestos a radioterapia, un procedimiento que utiliza altas dosis de radiaciones para destruir células cancerosas y reducir tumores. "Ahí sí puede haber un cáncer radioinducido años y años después", sostuvo González. "Pero en ese caso la persona se salvó y obtuvo una sobrevida que no hubiera tenido si no fuera por ese tratamiento", agregó.

Es cierto que las mujeres se exponen a radiaciones al realizarse mamografías y los médicos consideran que sería mejor evitarlas, pero hasta el momento no existe otra técnica que permita diagnosticar con tanta eficacia los tumores. Es por eso que las autoridades sanitarias enfatizan en la importancia del estudio. "En oncología si se trata a la persona en estados iniciales, curás a la persona y los costos de salud son mucho menores que si se tiene que tratar a un paciente de forma paliativa", explicó Luongo.

"Las dosis de radiación peligrosas son cientos de veces las que tiene una mamografía, aunque se repitan el estudio", Gabriel González

Mamógrafos añosos

"La preocupación por la radiación me parece que debería ser absolutamente menor, comparado con otros problemas como que en la imagen de la mamografía la información que se genera a veces no es del todo clara y eso genera procedimientos adicionales que a veces hubiesen sido innecesarios", manifestó González.

Los físicos médicos son los encargados de calibrar los mamógrafos y trabajan para que la calidad de la imagen sea buena y la cantidad de radiación expulsada sea la adecuada. Sin embargo, en Uruguay faltan especialistas, ya que desde hace pocos años existe esa licenciatura. Hay pocos recibidos –que se formaron en el exterior– pero en su mayoría trabajan en radioterapia.

"Es verdad que no hay físicos médicos trabajando para las mamografías y es deseable que lo haya", reconoció el experto, quien considera que se puede tener la dosis adecuada de radiación pero si la calidad de la imagen que genera de la mama es mala, puede inducir sobrediagnósticos.

"La incorporación de físicos médicos permite imágenes óptimas con el equipamiento que tenemos en el país, que tampoco es un equipamiento de lujo por el promedio de los años", agregó el director de la Unidad de Física Médica de la Facultad de Ciencias.

En ese sentido, el profesor titular de la clínica ginecotológica de la Facultad de Medicina y exsubsecretario del Ministerio de Salud Pública, Leonel Briozzo, reconoció que gran cantidad de los mamógrafos de Uruguay son añosos. "Hubo después del 2005 una fuerte modificación de los equipos, pero siguen habiendo muchos que son muy antiguos y eso influye mucho en la radiación de la mama y en los falsos positivos", dijo.

En Uruguay, quien inspecciona las máquinas que generan radiación para ver si funcionan de manera adecuada es la Autoridad Reguladora Nacional de Radioprotección, que funciona en el Ministerio de Industria. Su director, Walter Cabral, aseguró a El Observador que en todo el territorio hay 80 mamógrafos, que son inspeccionados cada dos años y no han tenido observaciones. "Físicos médicos no hay para calibrar o verificar todos –los mamógrafos–. Hoy los pocos que hay se están volcando a los de más riesgo, como es la radioterapia", agregó.

Evitar biopsias innecesarias

La alta cantidad de diagnósticos erróneos fue una de las razones por las que el MSP determinó cambios en la periodicidad en la que deben realizarse las mamografías. Los falsos positivos pueden alcanzar 30% y es por eso la Administración de Servicios de Salud del Estado instaló un sistema automático de detección de tumores.

Desde enero de 2007, es un requisito para todas las mujeres que quieran sacar el carné de salud realizarse una mamografía y el Papanicolaou, como medidas de prevención que permiten detectar de forma precoz de enfermedades como el cáncer de mama o el de cuello de útero. Hasta el año pasado era obligatorio que lo hicieran quienes tenían entre 40 y 69 años. Pero en diciembre, el MSP indicó que se la realicen a partir de los 50 y hasta los 69, cada dos años.

Esta disminución de la franja etaria para la que existe la obligatoriedad busca disminuir la incidencia de falsos positivos y sobrediagnósticos. Para realizar el cambio, las autoridades analizaron reconocidas guías internacionales de las que surge evidencia que respalda la indicación de mamografía como herramienta de diagnóstico temprano.

Sin embargo, en la franja entre 40 y 49 años es cuando se dan más diagnósticos erróneos. De cada 2.000 mujeres tamizadas durante 10 años se evita una sola muerte, y cada 2.000 mujeres con diagnóstico erróneo 33% requieren biopsias o mastectomías, según un estudio de 2011 del Canadian Task Force. Es por eso que decidieron quitar la mamografía obligatoria a mujeres de esas edades.

El 75% de los casos de cáncer de mama aparecen en mujeres mayores a 50 y es a partir de esa edad que la mamografía demostró tener más beneficios. En Uruguay es la principal causa de muerte por cáncer en las mujeres.

Sistema evita errores humanos

Hasta ahora las placas de las mamografías eran analizadas una por una por los médicos en la Administración de Servicios de Salud del Estado, para determinar si las personas padecían tumores o no.

Sin embargo, el Instituto Nacional del Cáncer –centro de referencia en oncología del país para los usuarios de ASSE– acaba de instalar una máquina que funciona como un sistema automático de diagnóstico. Eso ayuda a disminuir errores en la detección de tumores que pueden ser cancerígenos, que muchas veces son inducidos por mala interpretación de los médicos o falta de calidad en las imágenes.

Según la Agencia para la Investigación en Salud y Directrices de Calidad de Estados Unidos, entre 20 y el 30% de las mujeres que se realizan mamografías tienen un falso positivo que requiere estudios complementarios. Esos datos, de 2011, fueron citados en la Guía de detección temprana de Cáncer de mama de 2015 del Ministerio de Salud Pública. En muchos casos esto puede producir biopsias innecesarias. La instalación busca reducir esa cantidad de malos diagnósticos.

"El sistema compara cada una (de las mamografías) contra un millón de imágenes de una base de datos", explicó a El Observador Álvaro Luongo, especialista en oncología radioterápica y director del Instituto Nacional del Cáncer.

Todos los mamógrafos generan imágenes digitalizadas,. El nuevo sistema las compara y descarta las que tienen un diagnóstico no patológico. Mientras que en las que persiste una duda, son analizadas por especialistas en imagenología.

En el INCA estará el nodo de información que centraliza las mamografías de todo el país, donde cuatro especialistas analizarán las imágenes. En ese mismo lugar, estará el CAT (sistema automático) que busca "no tener o disminuir los errores", según el director del centro.


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