La minería en Uruguay

Hace apenas unos 300 millones de años, América del Sur estaba unida a África en épocas del Gondwana. Por tanto, tenemos el mismo basamento geológico y por ende las mismas riquezas mineras que Sudáfrica, sólo que ese país es una potencia minera y nosotros ni hablar. 

Pero aquí están esos recursos mineros (hierro, oro, cobre, etc.) incluso los diamantes que se encuentran en chimeneas llamadas kimberlitas (por la ciudad de Kimberley que fue sede para Uruguay en el mundial de ese país). Se han detectado kimberlitas en nuestro territorio y sin embargo hasta ahora nunca sacamos ni medio diamante. ¿Por qué? Básicamente por la misma razón que hace a Chile una potencia minera compartiendo los Andes con Argentina donde la minería va muchísimo más retrasada. Si tuviésemos que explicar la razón de esas diferencias en una sola palabra, esta debería ser “institucionalidad”. 

En esa palabra entra la parte tributaria, pero también la estabilidad de los marcos legales, la eficacia de las agencias de autorización y control de la actividad, el mercado local de capitales etcétera, etcétera. 

Uruguay es reconocidamente un país serio y respetado por los inversores pero en el sector minero tenemos deberes pendientes; el caso Aratiri obviamente no terminó bien y seguramente hay errores propios a corregir, legislación a mejorar y procesos a redefinir. 

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Así como en 1987 lanzamos una Ley de Promoción Forestal que nos ha dado grandes inversiones, exportaciones y puestos de trabajo, la minería merece una atención similar y es seguro que puede generar actividad económica a niveles iguales o superiores a los logrados por la forestación. 

Es cierto que la minería despierta algunas reacciones de rechazo en ciertas personas y grupos (como casi cualquier actividad en nuestro país), básicamente por temores ambientales que deben ser bien evaluados, controlados y compensados si es el caso, pero la verdad es que a nivel de sociedad, no se justifica tener el motor de la minería detenido o apenas moderando. 

Hablando en parábolas, es como el caso de una familia cuyos hijos no logran un buen nivel educativo, cuya casa se llueve y que mantiene una pesada deuda y encuentra en su jardín una piedra de extraordinario valor… ¿debe la familia extraer la piedra y con esos recursos mejorar su situación y dar a los hijos un nivel de educación que hará saltar los niveles de ingresos de las futuras generaciones o es mejor que la piedra quede allí para siempre? 

Para mí la respuesta es una sola: hay que explotar las riquezas mineras que se encuentran ahora, primero porque necesitamos mucho esos recursos especialmente frente al golpe económico del covid (sin mencionar los asentamientos, falta de infraestructuras , resultados insatisfactorios en educación especialmente de los niños más pobres, etcétera). 

Pero además, porque hay recursos que pueden perder su mercado por la tecnología (por ejemplo: antes los cables para comunicaciones eran de cobre, ahora son de fibra óptica… lo mismo puede suceder en el futuro con el hierro y tantos recursos más). 

Por todo lo anterior es tiempo de darle a la minería en Uruguay una atención especial buscando mejorar nuestra institucionalidad para que en pocos años genere más ingresos, puestos de trabajo, impuestos y exportaciones que la ganadería, la forestación y la agricultura. Saquemos la piedra valiosa de nuestro jardín cuidando como se debe el medio ambiente. ¡Es ahora!