Natalio Botana, un joven criado en el campo, en la zona de Sarandí del Yi, fue el gran agitador periodístico de Argentina entre fines de la década de 1910 e inicios de la de 1940. Su muerte abrupta, con 52 años y en el apogeo, fue un adecuado punto final para una travesía avasallante.
Valentín Trujillo escribió en El Observador del sábado 8 sobre las similitudes de Botana con el Citizen Kane de Orson Welles, basado en el magnate real William Randolph Hearst, que muestra el tránsito desde el idealismo a la búsqueda sin concesiones del poder. Un libro reciente de Alberto Piñeyro: Natalio Botana y Salvadora Medina Onrubia – Dos voces para Crítica, de Rumbo Editorial, cuenta con detalle la azarosa vida del empresario periodístico.
En ese y otros textos se apoya el artículo biográfico que sigue. Piñeyro, un médico cirujano en retiro, en 2011 había publicado Blanca Luz Brum – Una vida sin frontera.La aventura de esa poeta, narradora y pintora nacida en Pan de Azúcar fue descripta en febrero-marzo en este blog.
Natalio Félix Botana nació en Sarandí del Yi el 8 de setiembre de 1888, quinto de los nueve hijos de Félix Natalio Botana Crosa, natural de Durazno, y de Nicolasa Espárrago, nacida en Cuba y descendiente de españoles. Por entonces Sarandí del Yi era una minúscula población recién creada, gracias a una viuda rica, como centro de servicios en el semi-desértico sudeste del departamento de Durazno. Su padre, un productor rural, estaba emparentado con los Basilio Muñoz, tres generaciones de caudillos que llevaron el mismo nombre y que combatieron junto a José Artigas, Manuel Oribe, Timoteo Aparicio y Aparicio Saravia; y con los Crosa Peñarol, estirpe de guerrilleros del Partido Blanco cuyos descendientes se instalaron en el Montevideo rural, en una zona que pasó a ser conocida como "la de los Peñarol", y de lo que derivó el nombre de un barrio e, indirectamente, el del Club Atlético Peñarol.
Buena parte de los Botana Crosa integró las guerrillas del Partido Blanco y del Partido Nacional. Un tío de Natalio fue herido en la batalla de Tres Árboles, durante la revolución de 1897, y otro moriría en la guerra civil de 1904.
Félix Botana Crosa se instaló en Montevideo con su familia en torno al 900. Trabajó como procurador en el estudio del abogado y político Carlos Berro, hijo del ex presidente Bernardo Prudencio Berro, en tanto su hijo Natalio estudió en el Colegio del Sagrado Corazón (Seminario), que los jesuitas habían inaugurado en 1880.
Aún adolescente, Natalio Botana comenzó a frecuentar peñas en cafés de la Ciudad Vieja y la plaza Independencia que reunían a figuras intelectuales y políticas.Más tarde se gestó la leyenda de que durante la guerra civil de 1904, cuando tenía 15 años, Botana acompañó a caballo, junto a su fiel servidor Cipriano Arrué, la larga marcha de las guerrillas de Aparicio Saravia. Pero no hay mayor certeza de ello.
Se inició como periodista en La Democracia, diario que publicaron a partir de 1904 los dirigentes blancos Luis Alberto de Herrera y Carlos Roxlo, y Ecos del País, dirigido por Martín Aguirre, donde hizo crítica literaria a partir de 1907. Trató de manera asidua a Julio Herrera y Reissig y Alberto Zum Felde, se interesó por la teosofía y el espiritismo, y figuró entre los que convocaron en 1908 a la creación de una Sociedad de Autores.
En 1911, cuando tenía 23 años, se radicó en Buenos Aires. Trabajó en publicaciones reconocidas como La Razón, Última Hora y PBT. Frecuentó diversos círculos intelectuales y las peñas del legendario Café de los Inmortales, en la calle Corrientes, cuyo nombre le había sido dado por el oriental Florencio Sánchez. Apenas pudo, Botana trasladó a Buenos Aires a su madre, ya viuda, y a sus hermanos menores, y en 1916 obtuvo la ciudadanía argentina.
Natalio Botana era astuto y resuelto ("genial y culto" se ha dicho de él), además de un líder en ciernes. Con 5.000 pesos que ganó en una timba, en setiembre de 1913 comenzó a publicar en la capital argentina el diario Crítica, con un estilo innovador: sensacionalismo "amarillista", compromiso militante con algunas causas, lenguaje popular y grandes dosis de calidad en sus páginas culturales.
Botana dejó de lado el estilo solemne de la prensa oligárquica porteña y se inspiró en la prensa sensacionalista masiva que impusieron en Estados Unidos pioneros devenidos en magnates como Joseph Pulitzer y William Randolph Hearst.Desplazó al vespertino La Razón, su competidor directo, y Botana comenzó a acumular una enorme fortuna económica e influencia política. En diario llegaría a vender más de 700.000 ejemplares en cinco ediciones por jornada.
Por entonces otro uruguayo, Constancio C. Vigil, nacido en Rocha, también tenía un gran éxito en Buenos Aires con Editorial Atlántida, una revista moderna (Mundo argentino), una revista de deportes (El Gráfico), otra femenina (Para Ti) y publicaciones infantiles como Pulgarcito y Billiken.
En torno a 1920 Botana adquirió una gran estancia, de 20.000 hectáreas, en un hermoso valle de la provincia de Río Negro, en el centro del país, y en 1926 presidió la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), una fuente interminable de problemas.
En 1927 el diario Crítica inauguró un nuevo edificio sede estilo art decó en Avenida de Mayo 1333, Buenos Aires. Esas instalaciones, hechas a medida, incluyeron una nueva gran imprenta rotativa de primer nivel mundial, comprada en Estados Unidos y capaz de producir 100.000 periódicos por hora.
Pero al año siguiente se separó del régimen del general José Félix Uriburu, que lo castigó de diversas maneras, incluso con la cárcel y la completa clausura de Crítica en mayo de 1931.
Natalio Botana, su esposa Salvadora Medina y otros familiares y personal de confianza permanecieron en prisión durante 100 días y luego fueron deportados a Montevideo. Botana viajó a España, donde tuvo un gran recibimiento, regresó a Montevideo y después a Buenos Aires, en 1932, donde pudo reabrir Crítica tras la caída de Uriburu.
Acumuló riqueza y poder y vivió en consecuencia. En su Villa de los Granados, en Don Torcuato, reunió a excéntricos y principales. Trató de diversificar sus negocios editando un diario en Montevideo, pero le fue mal con el dictador Gabriel Terra. Contribuyó a convertir a Carlos Gardel en un mito e hizo periodismo militante con la Guerra Civil Española y contra el fascismo europeo. Su muerte en accidente significó, a poco de andar, la decadencia de Crítica: el diario no fue mucho más allá que su creador. Esas son las historias del próximo capítulo, que también será el último.
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