Opinión > EDITORIAL

La realidad

Todo indica que más empresas tengan que cesar su producción en Uruguay
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23 de febrero de 2019 a las 05:01

El lunes 18, en la sesión pública del Consejo de Ministros en Pueblo Centenario, departamento de Durazno, el presidente Tabaré Vázquez recibió una salva de aplausos cuando dijo orgulloso que el gobernante Frente Amplio ha realizado más de 70 actos de gobierno como ese en todo el país. Para el jefe de Estado, instancias como esas le permiten “tomarle el pulso a la situación” de Uruguay. “Conocer la realidad que tiene el país”, dijo.

Pero conocer la realidad es un ejercicio más complejo y muchas veces  tendemos a confundir nuestras sensaciones u opiniones con lo que verdaderamente ocurre.  Un ejemplo  en ese sentido es la reflexión del presidente en una rueda de prensa previa al Consejo de Ministros abierto acerca de la seguidilla de cierre  de empresas que se conocieron en las últimas semanas.  Vázquez cree que el cese de actividades total o parcial en nuestra plaza de empresas como Fleischmann, Colgate Palmolive, la textil Medea y la fábrica láctea Pili son casos “típicos de una evolución histórica”.  Le quitó trascendencia al hecho con el argumento de que "en el país han cerrado muchos emprendimientos a lo largo de decenas de años, pero han ido abriendo otros emprendimientos y es la evolución natural de cualquier país. Hay empresas que terminan su vida útil y cierran, y otras que vienen”.

¿Es una visión que refleja la realidad del sector privado del país?

De la realidad que describe Vázquez parecería que en Uruguay existe un funcionamiento casi perfecto de un sistema económico de libre mercado, de viejo cuño liberal, donde las empresas privadas solo deben estar atentas al libre juego de la oferta y demanda. Es decir, que solo dependen de sí mismas para competir y que la política económica –en este caso de un gobierno de izquierda- nada influye en el derrotero empresarial.  Como si viviéramos en un laboratorio de experimentación del economista Joseph Schumpeter quien descubrió que los procesos de innovación en una economía de mercado son un reflejo de la irrupción de nuevos productos que destruyen modelos de negocios de compañías que ya no tienen ninguna ventaja comparativa.

No creemos para nada que el cierre de empresas en Uruguay responda al concepto de destrucción creativa del economista austríaco.

El declive empresarial responde a una política económica que no es  la más adecuada para la producción de bienes y servicios. La  Encuesta de Expectativas Empresariales para 2019, de la consultora Deloitte, de octubre pasado, muestra a empresarios fatigados por el deterioro de sus compañías en cuatro dimensiones: producción, rentabilidad, inversión y empleo.

Es por eso que a Fernando Pache, presidente de la Cámara de la Alimentación, no le llama la atención que Fleischmann cierre su planta industrial. No lo asombra la decisión empresarial porque es una consecuencia de una política macroeconómica que hace inviable la actividad productiva, explicó en el informativo de Telemundo, el domingo 17. Mencionó los costos internos y la falta de competitividad.

La realidad es que es el gobierno uno de los principales responsables de los problemas estructurales que enfrenta el sector privado. Lo más probable, entonces, es que antes de que termine el mandato de Vázquez, más empresas tomen el triste camino de clausurar su producción.

 

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