Es una constante que cuando se trata de controlar el gasto del estado la mirada se fije en los grandes rubros. Así, se llegan a conclusiones como el FMI, ciertas calificadoras de crédito y no pocos analistas, que plantean drásticos recortes sobre dos o tres grandes ítems, en vez de encarar la tediosa y laboriosa tarea de escudriñar en detalle las partidas, contrataciones, tercerizaciones y otros vericuetos y prácticas que pululan en todas las administraciones públicas del universo.
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