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La última maravilla

Un nuevo parque nacional en la Amazonia peruana es considerado uno de los últimos grandes bosques intactos del mundo y con un original ecosistema acuático
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19 de marzo de 2018 a las 05:00
Por Joanna Klein de New York Times News Service

Los remotos bosques tropicales del noreste de Perú son tan vastos que las nubes que se forman sobre ellos llegan a influir sobre la pluviosidad del oeste de Estados Unidos. En la región hay especies —en particular, peces— que no son iguales a ninguna otra en la Tierra. Los científicos que estudian la flora y la fauna de la zona obtendrían conocimientos sobre los procesos evolutivos, así como la salud ecológica y la historia geológica del Amazonas.

Ahora el área es el hogar de uno de los parques nacionales más nuevos del hemisferio occidental. El parque nacional Yaguas protegerá cientos de miles de hectáreas de un sitio natural —y a los pueblos indígenas que dependen de él— de la deforestación y la construcción.

"Hay un lugar donde el bosque se extiende hasta el horizonte", dijo Corine Vriesendorp, ecóloga conservacionista del Museo Field de Historia Natural en Chicago, una de las muchas organizaciones que trabajaron para conseguir la designación de parque nacional, el mayor nivel de protección en Perú. "Este es uno de los últimos grandes bosques intactos del mundo".

El nuevo parque de Perú se une a un grupo de parques y reservas creados recientemente en varios países sudamericanos, incluyendo Ecuador, Chile y Colombia.

"Ahora están tratando de pensar en grande", dijo Avecita Chicchón, quien dirige la Iniciativa Andes-Amazonía de la Fundación Gordon y Betty Moore. "Es necesario que estas grandes áreas estén conectadas".

En Perú y otras partes, los dirigentes políticos, respaldados por sólidas iniciativas de la sociedad civil, están reconociendo los efectos actuales del cambio climático y el papel que deben cumplir en su mitigación en el futuro. Están reservando grandes extensiones de tierra para cumplir con compromisos hechos como parte del Acuerdo de París. Además, los grupos locales e indígenas que finalmente están teniendo voz legal en el proceso también han brindado un apoyo crucial.

Más de 1.000 personas, que pertenecen a por lo menos seis grupos indígenas, viven a lo largo de una extensión de 200 kilómetros de los ríos Yaguas y Putumayo. Para ellos, este lugar es la Sachamama —una palabra que en quechua significa, a grandes rasgos, 'madre selva' o 'madre Tierra' y que también hace referencia a un ser mitológico de la Amazonia—, el corazón sagrado de la zona que produce la flora y la fauna de las que dependen esos grupos.
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Estos pueblos indígenas son parte de una comunidad mayor que se dispersó por la zona durante el auge de extracción del caucho a principios del siglo XX. Son descendientes de los pocos que sobrevivieron a la esclavitud, la tortura y el genocidio que cobraron decenas de miles de vidas.
En las dos décadas anteriores, las federaciones indígenas que viven por el Yaguas han estado trabajando para proteger la tierra. Educaron a los científicos y los conservacionistas sobre su geografía y biología, y convencieron al gobierno de que valía la pena conservarla.

En las tierras bajas amazónicas del parque nacional Yaguas se mezclan varios tipos de ríos que contienen formas características de vida acuática durante la temporada de lluvias, cuando los bosques se inundan. Este cóctel inusual de aguas fluviales produce una gran biodiversidad; más de 300 especies de peces se han adaptado a la vida del bosque.

"Imagina que fueras un pez y estuvieras en un río y pudieras pasarte a otro, no por la corriente ni nadando, sino cruzando el bosque", dijo Max Hidalgo, un ictiólogo del Museo de Historia Natural de Lima.

Los peces se alimentan de frutas, propagan semillas y encuentran su hogar en las ramas. Para verlos, es más fácil abrir un leño que usar un sedal, dijo Hidalgo, quien ha estudiado los peces del área durante años.

Una especie aún sin nombre no crece más que el tamaño de un pulgar y solo ha sido hallada en túneles subterráneos. Hidalgo espera regresar pronto al parque para confirmar si en efecto es algo nuevo para la ciencia.

Sin embargo, con las 3.000 plantas, 600 aves y más de 150 especies de mamíferos, hay mucho más que solo peces en Yaguas.

A menudo elusivos en las zonas de mucha caza, aquí los tapires de Yaguas parecen más visibles. "Nunca había visto tantos tapires en un solo lugar", dijo Vriesendorp. A veces es posible encontrarlos en el bosque mientras comen lodo salado para extraer sus minerales.

También se ha informado que en el parque hay nutrias gigantes, que pueden crecer hasta alcanzar 1,8 metros y las cuales están en peligro de extinción. Conforme sus hábitats se fragmentan debido a la deforestación y la construcción, estos enormes mamíferos enfrentan la extinción en varios sitios.
El que tengan presencia en Yaguas sugiere que el ecosistema acuático aún es saludable, lo cual es importante, dado que el parque contiene la cabecera de un afluente hacia el Amazonas.

Un equipo dirigido por la Sociedad Zoológica de Fráncfort espera obtener un estimado de la población de las nutrias, determinar si hay conflictos entre ellas y los humanos y, finalmente, evaluar si el mercurio de las pequeñas e ilegales operaciones de minería ha ingresado en la cadena alimenticia.

Si las propuestas a futuro tienen éxito, tres cuartos del río Putumayo se convertirán en un vasto corredor sin separaciones para la vida silvestre a lo largo del noreste de Perú. Y esto también podría ser importante en cuanto al objetivo mundial de reducir las emisiones de carbono.

Si se ve el bosque tropical desde arriba, surgen predecibles patrones lineales de otra joya del Yaguas: turberas o humedales de descubrimiento reciente. Son parte de una red de turberas a lo largo del noreste de Perú, que juntas guardan cantidades masivas de carbón. Mantener el carbón en el suelo es crucial, aunque será todo un desafío en el remoto Yaguas y las zonas circundantes con menos restricciones.

"Por ahora, Yaguas está a salvo, pero en los 20 años que llevo trabajando en el Amazonas, he aprendido a la mala que mañana será accesible lo que hoy es remoto", dijo Gregory Asner, ecologista del Instituto Carnegie para la Ciencia.

Por ahora el ambiente es más de celebración. "La gente no crea parques nacionales todos los días", dijo Vriesendorp. "Realmente es algo importante".

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