Mundo > Centro Ana Frank Argentina

La valiente y desconocida huelga de trabajadores holandeses contra la ocupación nazi

Un paro llevado a cabo en forma masiva en febrero de 1941 en solidaridad con la persecución a los judíos fue un hito poco abordado en la historia de la segunda guerra y el genocidio
Tiempo de lectura: -'
18 de agosto de 2023 a las 12:16

El grupo de jóvenes latinoamericanos que acompañaba a Héctor Shalom, director del Centro Ana Frank Argentina, había pasado un rato antes por el monumento al Holocausto, ubicado en una plaza de Ámsterdam. Era una larga caminata por sitios históricos del barrio judío de Ámsterdam que tuvo como punto de partida la histórica casa donde se escondió la familia Frank de los nazis en junio de 1942. Los crímenes masivos de las SS y la trágica historia de Ana Frank, su hermana, sus padres y otros cuatro que los acompañaron en el escondite mostraban, hasta el momento una tensión entre la resistencia y el supremacismo donde claramente el racismo y la persecución no parecían mostrar las horas de rebeldía que se vivieron en Países Bajos desde la ocupación alemana iniciada en junio de 1940.

De repente, la mujer que llevaba anteojos de sol y tenía el pelo teñido de rojo intenso, detuvo la marcha del grupo frente a la estatua de un hombre muy fornido y se disponía a contar una historia de resistencia que, al menos este cronista y muchos del resto de la comitiva, desconocíamos de modo absoluto.

La plaza estaba vacía, así que la guía no tuvo que alzar mucho su voz: “El 1 de diciembre de 1952, se inauguró esta estatua llamada Trabajador del puerto en conmemoración de una huelga ocurrida en febrero de 1941. La leyenda escrita en neerlandés debajo del fornido portuario fue traducida por la mujer que nos ilustraba: “Acto de rebeldía de la ciudadanía contra la persecución de los judíos por los ocupantes nazis”.

La historia toma especial relevancia si se toma en cuenta, antes de ir a los hechos, que Alemania había invadido Polonia en 1939, y poco después, apenas comenzado el verano de 1941, las tropas de la Wehrmacht avanzaron sin encontrar resistencia por Francia, Bélgica y Holanda al tiempo que los aviones de la Lufwaffe bombardeaban las principales ciudades y puertos británicos. El avance de Adolf Hitler resultaba demoledor. Los protocolos de los jerarcas nazis para las ciudades ocupadas tenían como blanco principal el sometimiento de la comunidad judía así como el disciplinamiento mediante ejecuciones sumarias a cualquier acto de resistencia.

En los primeros meses de la ocupación de Ámsterdam, las SS prohibieron a los judíos permanecer en la función pública. Para fines de 1940, les prohibieron asistir a cafés, restaurantes, cines o teatros. Los judíos en esa ciudad tienen sinagogas desde el siglo XVII, nunca hubo inquisición como sí regía en países como España, Italia, Francia y Portugal, pese a que la comunidad católica en Países Bajos era y es muy extendida. Las restricciones impuestas por los invasores a los judíos llevaron a que muchos altos funcionarios no judíos renunciaran a sus puestos. En las universidades, a fines de 1940 hubo huelgas estudiantiles en solidaridad con los profesores y estudiantes judíos.

Como en todas las ocupaciones nazis, contó la mujer guía -cuya tía fue secuestrada y enviada a Auschwit-, había un sector de la población neerlandesa que se plegó a los designios de las SS. Esos colaboracionistas, en enero y febrero de 1941, desencadenaron agresiones antisemitas. Vestidos con camisas negras, atacaron comercios de personas judías y a cafés y confiterías de personas no judías que se negaron a poner en la entrada “Prohibida la entrada a los judíos”.

Estas agresiones tuvieron respuestas espontáneas, con peleas callejeras cuerpo a cuerpo. Según contó la mujer guía, varios grupos comenzaron a cortar pedazos de hierros para defenderse de los pronazis.

Los sindicatos neerlandeses, mayormente conducidos por militantes comunistas, estaban dando también algunos pasos valientes frente a la ocupación. Un caso que no salió en la prensa de entonces fue que los obreros metalúrgicos habían rechazado ser trasladados a trabajar en Alemania. Un planteo gremial a los ocupantes los hizo ceder en esa pretensión. Los dirigentes de los distintos sindicatos, con mayor peso entre los trabajadores portuarios, comenzaron a organizarse hasta que un acontecimiento inesperado los llevó a la huelga, la primera en un país ocupado por los nazis.

Una tarde, un grupo provocador pronazi provocó a un grupo de jóvenes que, esta vez, tenían palos y trozos de hierro entre sus ropas. La refriega fue intensa y uno de los jóvenes colaboracionistas quedó tendido en el suelo. Fue llevado al hospital y tres días después murió. Los ocupantes alemanes no estaban dispuestos a permitir una espiral de resistencia y de inmediato, durante los días 22 y 23 de febrero, hicieron redadas en Ámsterdam. En ese barrio judío donde la guía nos contaba la historia, 427 hombres fueron detenidos, golpeados en plena calle y llevados al campo de concentración de Mauthausen, ubicado en Austria, el país que se había fusionado con Alemania y que le dio a Hitler la posibilidad de crear el Tercer Reich, dominado por el Partido Nacionalsocialista.

Lejos de retroceder, los sindicatos neerlandeses se reunieron al día siguiente en la popular plaza de Noordermarkt, con tres siglos de historia, y dieron una respuesta inmediata: una huelga general convocada para dos días después, el 25 de febrero. “Son tan neerlandeses como nosotros, nos oponemos a las detenciones y deportaciones de judíos”, cuenta la guía que decían quienes convocaron al paro. Además reclamaron la soberanía del país.

Los tranvías se paralizaron, los portuarios dejaron de trabajar, varias oficinas y fábricas no trabajaron ese 25 de febrero. Los alemanes se vieron totalmente sorprendidos por la huelga. Hacia el mediodía, los ocupantes organizaron la represión aunque no lograron conjurar la huelga, que seguía sumando adhesiones. Al día siguiente, el paro se extendió a otras poblaciones alrededor de Ámsterdam. Pero las SS, establecidas en la ciudad de La Haya, donde al fin de la guerra sería la sede de la Corte Internacional de Justicia, salieron rumbo a la cercana ciudad de Ámsterdam y al resto de las ciudades en huelga.

Los dirigentes gremiales, ante semejante grado de represión, que cobró muchas vidas, decidieron levantar la medida. Para los ocupantes alemanes, semejante grado de resistencia era inesperado. Más aún si el punto de partida era la solidaridad con los judíos perseguidos.

La estatua fue inaugurada en 1952, por las autoridades de Países Bajos y la participación de los sindicatos y las asociaciones de la comunidad judía. Los 427 hombres deportados a Mauthausen habían sido fusilados apenas llegar al campo de concentración situado en Austria, aunque sus propios familiares lo supieron tiempo después.

El grupo de jóvenes latinoamericanos llevados a Ámsterdam por Héctor Shalom siguieron la caminata hasta el próximo punto donde la guía de pelo rojo intenso contó otra historia. Estábamos todos al lado de uno de los tantos canales que tiene esa ciudad. Los muchachos y las chicas procedentes de Argentina, Chile, Colombia, México y Costa Rica comentaban lo que habían visto y escuchado.

Es muy interesante prestar atención a cuando usan el término protectores, esta vez fue para referirse a los huelguistas que salieron a defender y protestar por la persecución de aquel 23 de febrero de 1941.

Sin embargo, al segundo día huelga la policía alemana reprime con violencia y el saldo es de varios huelguistas muertos. La palabra “protectores” la usan para definir muchas otras situaciones en las que un grupo o una persona son vulnerados, están frágiles. El protector es aquel que colabora para mitigar el dolor. El concepto lo utiliza Héctor Shalom, del Centro Ana Frank de Argentina, tomado de la historia de la propia familia Frank y los otros cuatro refugiados en “la casa de atrás” que finalmente fueron descubiertos por la Gestapo. Los protectores fueron quienes les proveyeron de comida y ropa durante los más de dos años que estuvieron escondidos. Hubo muchos otros protectores en Países Bajos, gente que hizo lo que había que hacer frente a la injusticia, aún a riesgo de su propia seguridad.

Los jóvenes siguen caminando por las calles de Ámsterdam, ven los canales, los barcos, otros jóvenes como ellos, que pasean por esa hermosa ciudad cargada de múltiples historias de resistencia y de solidaridad.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...