Las causas ambientales y de mantenimiento de los dos derrumbes de la rambla

Y a pesar de una nutrida historia que se cuenta de a décadas entre la Escollera Sarandí y la desembocadura del arroyo Carrasco, fue en cuestión de 133 días que se vinieron abajo dos tramos de la estructura. El 18 de marzo cayó la escalera de bajada a la playa frente a la Plaza Gomensoro, y este jueves se derrumbó un trozo de muro a la altura del Hotel Casino Carrasco.

Las obras del primero costaron por encima de los $6 millones, mientras que el segundo —en una estructura que cumple ya sus 109 años— requiere aún de un informe técnico. Por riesgo de derrumbe, la Intendencia de Montevideo (IMM) valló todo el espacio libre Fernando Oliú, al tiempo que desarrolla informes técnicos previo a iniciar los arreglos. 

Diego Battiste

Fuentes de la anterior administración de la IMM comentaron a El Observador que hasta ahora no había una unidad específica destinada al mantenimiento de la rambla. Según dijeron, las afectaciones eran aisladas y se las atendía de forma puntual al repararlas. Esos años hubo un hundimiento sobre la Rambla Sur, y derrumbes parciales sobre Ejido y Magallanes.

Las dos caídas en el plazo de un semestre puede cambiar la pisada. "Un derrumbe es siempre una suerte de desgracia", asestó el presidente de la Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación, William Rey. El jerarca recordó a El Observador que la rambla "es una enorme inversión que el país", siendo hoy "uno de los paseos más importantes que tiene el país". 

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Los expertos plantean dos razones centrales para los recientes episodios. El primero es el estado general de la kilométrica rambla. Alberto Leira, experto en patrimonio e integrante de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay (SAU), señaló que los materiales superan hoy los 100 años y, "al tener una vida útil, pueden presentar problemas".

"Habría que analizar qué tal están los muros de contención, sus armaduras de hierro, su recubrimiento. Por más que uno tiende a pensar que no, hay veces que las construcciones antiguas pueden tener errores", repasó el arquitecto. 

En una misma línea se pronunció el titular de la Comisión de Patrimonio: "Quizás sea momento de pensar un convenio entre la IMM y el Instituto de Estructuras de la Facultad de Ingeniería, para estar seguros de que esto no suceda en otras partes", manifestó. 

La explicación concreta desde la IMM es que los derrumbes ocurren cuando fuertes vientos y oleadas socavan la estructura y la hacen colapsar. El titular del Centro Coordinador de Emergencias Departamental (Cecoed), Jorge Cuello, añade otro factor a la ecuación: la corrosión de los hierros internos a causa del agua y la sal. El arquitecto Leira recordó en este sentido que este fenómeno "se acentúa mucho más" cuando hay fisuras en los muros. 

Diego Battiste

Los expertos también esgrimen un factor ambiental. "Llama mucho la atención cómo llega el agua hasta el nivel del muro de contención. Posiblemente aquí sea necesaria una tarea de recuperación de arena", planteó Rey. La IMM ha dispuesto en distintas playas barreras de contención para volver a generar dunas. 

En diálogo con El Observador, el docente de Geología Ambiental de la Facultad de Ciencias, Gustavo Piñeiro, indicó que las aguas en Uruguay han avanzado 17 centímetros —y ahora lo hacen "a ritmo creciente"— en el último siglo, producto del deshielo mundial. "Existe el concepto de límite de ribera, que refiere al promedio de la creciente máxima cada año durante 20 años, al menos. Toda construcción que se sitúe próxima a esa línea, es pasible de ser afectada", contó.

"Actualmente hay una tendencia en el mundo a dejar de hacer ramblas. La idea, en la medida de lo posible, es ir desafectando las que haya, transformándolas en sendas peatonales, y que los accesos sean lo más perpendicular posible a la costa. Pero eso es en el plano teórico. Estamos lejos de llevarlo a la práctica", expresó Piñeiro. Y eso, eventualmente, tiene sus consecuencias. 

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El experto reconoció que "es cultural y parte del uruguayo el paseo por la rambla", aunque argumentó que "es sabido que es más sustentable ambientalmente que los accesos a la playa sean limitados y perpendiculares". "Es probable que la dinámica costera, tanto el oleaje como el transporte de arena por el viento, invada esos paseos paralelos a la costa", expuso. 

El Observador intentó hablar para esta nota con la directora de Desarrollo Urbano de la comuna, Adriana Gorga, y el titular de Espacios Públicos, Martín Delgado, pero no obtuvo respuesta. Desde el ejecutivo departamental se limitaron a informar que a raíz de los dos recientes derrumbes se formó un grupo de trabajo transversal entre varias reparticiones.