Buscan cultivos cercanos a árboles o bosques para protegerse

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Las palomas son una amenaza creciente para la agricultura

El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca apela a medidas de manejo y control poblacional de las aves que causan incalculables pérdidas para el sector agrícola del país
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06 de febrero de 2014 a las 18:26

Tras varios años en los que los productores apostaron a una fuerte expansión del área agrícola y a inversiones que optimicen el desarrollo de los cultivos, surgen amenazas productivas que unos años atrás no se esperaba que jaquearan a las chacras.

Si el contexto económico y los veranos lluviosos han dado señales para aumentar la producción de granos, es seguro que los seres humanos no serán los únicos que estarán al final de la cadena de consumo. También estarán las aves que, de manera discrecional, producen cuantiosos daños al sector agrícola.

La gran mayoría de los productores ya abandonó al girasol por los ataques de estas aves. Y el resto de los cultivos está bajo presión.

El presidente de la Asociación Uruguaya Pro Siembra Directa (Ausid), Miguel Carballal, dijo a El Observador Agropecuario que se vio obligado a dejar de plantar algunas variedades de sorgo. “En pocos años pasamos de tener rendimientos de 5.000 kilos por hectárea a 3.000 kilos”, sostuvo.

En su zona de trabajo –ruta 14, entre Mercedes y Trinidad– este problema se acrecentó en los últimos años.

“Hay mucha agricultura y forestación por esta zona. En estos días están cortando árboles en una zona forestal y las palomas están alborotadas. En el cableado eléctrico ves la cantidad que hay”, aseguró.

Por su parte, el presidente de la Mesa Tecnológica de Oleaginosos, Roberto Verdera, sostuvo que dentro del área en la que trabaja la cooperativa mercedaria Calmer no se registraron daños en las siembras de soja, aunque sí está al tanto de que en campos vecinos hubo algunos problemas.

“Hay productores que por limitaciones de maquinaria se ven obligados a sembrar durante las primeras semanas de octubre y es cuando quedan más expuestos. Se tuvieron que resembrar chacras enteras”, indicó Verdera.

Estos hechos no son aislados, ya que las quejas y consultas al Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) sobre este tema son constantes. Ethel Rodríguez, responsable de la División de Aves Plaga del MGAP, recordó un estudio de daños presentado por la Mesa de Oleaginosos en 2011, en el cual, sobre una extensión de 100.000 hectáreas de soja de primera, se estimaron pérdidas por US$ 1.000.000 por resiembras, ya que en los últimos años las palomas han empezado a comer las plantas recién nacidas de la oleaginosa.

Rodríguez dijo a El Observador Agropecuario que es imposible hacer un estimativo total de daños. De todas formas, recordó que en la década de 1980 la FAO realizó un relevamiento.

“En ese entonces, vino una misión de FAO para evaluar las afectaciones por plagas en los cultivos y el ingeniero a cargo estimó unos US$ 6.000.000 anuales de pérdida por todo tipo de pájaro en todos los cultivos; silos, granos almacenados, como en pie”, comentó la experta.

La División de Aves Plaga focaliza su trabajo en la creación de medidas paliativas y en capacitar sobre el manejo de aves.

Rodríguez comentó que, al ser un problema que se acentuó en los últimos años, el país no cuenta con profesionales capacitados para lidiar con plagas de este tipo.

La opinión de Rodríguez coincide en este aspecto: “Los productores van probando con repelentes y medidas de manejo, pero es todo muy relativo”, sostuvo.

Un hueso duro de roer
En el caso de Uruguay, las aves plaga más importantes son la paloma y, en menor medida, la cotorra. La expansión agrícola y forestal, a lo que se suma la cría de ganado en feedlots, trajo consigo un notorio incremento en la disponibilidad de alimento y refugio para estas aves.

Las especies de palomas que provocan mayores daños a los cultivos son la de monte, la de ala manchada y, principalmente, la torcaza.

Estos vertebrados, a los que se responsabiliza por haber dado el golpe de gracia al girasol, no inciden de manera uniforme todos los años ni en todas las zonas. Al alimentarse de granos, las localidades más expuestas del país son aquellas en las que la agricultura de secano ha aumentado de manera más notoria; el litoral oeste y el este del país.

En el caso puntual de la torcaza, el mayor acceso a grano y el aumento del área forestal le dio la oportunidad de reproducirse intensivamente, a tal punto que su población es imposible de estimar. Llega a poner huevos hasta seis veces por año, logrando un pichón y medio que alcanza la adultez en cada anidada.

Esto hace que en condiciones como las actuales sea imposible erradicar a la especie, de forma tal que los productores apelan al manejo para minimizar los daños.

Rodríguez señaló que la torcaza es la especie que requiere mayor cuidado debido a su gran capacidad reproductiva y de vuelo. Basta con dejar parte del cultivo en el suelo o una montaña de grano tirado en una tolva para atraer a las aves.

“Tampoco es una cuestión de distancia, porque las palomas son grandes voladoras. Para ellas 300 kilómetros es un chiste”, señaló la experta.

Factores de riesgo
No todas las chacras están expuestas de igual forma al ataque de las palomas. Aquellas con más riesgo de recibir daños son las que otorgan un ecosistema más adecuado para el desarrollo de las aves. Esto es, las que no sólo brindan alimento disponible, sino refugio.

“Las chacras rodeadas de monte, especialmente de monte natural, son muy propensas a tener daños de pájaros porque la estrategia de las palomas es pararse en los montes para protegerse de los depredadores –halcones y águilas–, para comer y volver al refugio”, explicó Rodríguez.

Otro factor a tener en cuenta son los cultivos de primera. Si uno es el primero en sembrar tiene más chances de ser atacado que si es “del montón”, porque las aves avanzan en función de la facilidad a la que pueden acceder al alimento.

Verdera sostuvo que, en el caso de la soja, lo preferible es sembrar a finales de octubre o principios de noviembre, cuando comienza la cosecha de los cultivos de invierno y la mayoría de las chacras inicia la siembra de verano.

Importan también los antecedentes de la chacra, porque de tener un historial de ataques, las palomas ya la conocen y recurren a esta en momentos de escasez.

Sin embargo, aún tomando todas las precauciones, el problema crece año tras año y amenaza a la agricultura.

Medidas preventivas reducen parcialmente los daños

La única forma de evitar los daños de la paloma es a través de medidas preventivas. Actualmente existen variedades resistentes al ataque de aves, que presentan un menor daño o ninguno.

“Tal es el caso del sorgo dulce o el girasol, que no vuelca la cabeza”, sostuvo Ethel Rodríguez, responsable de la División de Aves Plaga del MGAP. Además hay otros factores vinculados al mal manejo de los cultivos que atraen a las aves.

“Un cultivo mal implantado también es atractivo para las palomas porque, en el caso del girasol, pueden pararse en una cabeza más alta y comer la que está más abajo”, comentó la experta.

Esto genera que los cultivos dispuestos de manera ordenada sean menos atractivos para las aves, ya que las hace más vulnerables al ataque de depredadores.

El presidente de la Mesa Tecnológica de Oleaginosos, Roberto Verdera, destacó los resultados de los repelentes para palomas que, al aplicarse previo a la siembra, otorgan muy buenos resultados. “Hay que hacer todo antes de que comiencen los daños. Cuando las palomas atacan, ya no hay nada más que hacer”, opinó.

Rodríguez señaló que, a raíz de las políticas ambientales que viene aplicando el gobierno, los repelentes desarrollados por la DGA junto al Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), aseguran la inocuidad desde el punto de vista ambiental.

En el caso de los repelentes para soja, se aplica un curasemilla que confiere su efecto al cotiledón. Se aplica después del inoculante y como aplicación foliar a los cotiledones. Esto responde a que el momento de mayor vulnerabilidad para la soja son esos dos o tres días en los que están saliendo los cotiledones.

Estas fórmulas son para aplicar de manera preventiva o cuando el daño recién comienza. Otra estrategia es apostar al control biológico realizado por depredadores. Germán Curbelo, de Cetrería Uruguay, dijo a El Observador Agropecuario que si bien existen limitantes –poca actividad en días de lluvia– el uso de aves da resultado en la reducción de daños.

En viñedos redujeron la incidencia de aves plaga de 30% a 4%, mientras que en cultivos frutícolas fue de un 30% inicial a un 8%. Al igual que en el caso de los repelentes, la efectividad de este método radica en la época en la que se emplea.

“Muchas veces los productores recurren a nosotros como un manotazo de ahogado, cuando el daño ya está hecho, y no en los momentos críticos, cuando aparecen los cotiledones”, sostuvo.

En épocas de cosecha, los trabajos con aves rapaces se realizan tres veces por semana en el predio, “de sol a sol” y, dependiendo del cultivo, la cantidad de aves requeridas por hectárea. Para un cultivo de soja, un halcón puede llegar a cubrir unas 20 hectáreas, según las estimaciones de Curbelo.

El director de Intercepta, Manuel Mier, comentó que la efectividad de las aves de presa radica en gran medida en el cultivo con el que se trabaje. “Lo más fácil es trabajar en viñedos, mientras que en cultivos como el girasol la situación es muy complicada porque las aves se esconden bajo las flores”, dijo. Las principales áreas de trabajo para la empresa fueron en cultivos de soja, trigo, girasol, viñedos y arándanos.

Por otro lado, Curbelo mencionó que hay otras alternativas para controlar la propagación de aves plagas. “Vimos muchos casos de productores que optan por destruir los nidos de palomas o cotorras, cuando eso no es lo ideal. Al romper el nido, se quiebra el ciclo reproductivo y la aves lo retoman a la brevedad. Lo ideal es retirar la mayor parte de los huevos y dejar sólo uno en el nido. De esta forma las aves no cortan el ciclo y tienen un pichón en lugar de cuatro” explicó.

Los trabajos de investigación por parte del MGAP parecen ir por esa vía, ya que junto a la Mesa de Oleaginosos se firmó un acuerdo para la implementación de contraceptivos (productos que no impiden la reproducción, pero hace que los huevos de las aves sean estériles) para controlar la propagación de las aves.

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