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15 de junio 2023 - 14:26hs

Por Anjana Ahuja

Cuando el año pasado las temperaturas en el Reino Unido alcanzaron la cifra récord de 40ºC, la climatóloga del Imperial College Friederike Otto respondió a las comparaciones con la ola de calor de 1976 observando: "Por definición, sin precedentes significa que no ha ocurrido antes".

Prepárate para más de lo mismo. La semana pasada, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EEUU (NOAA, por sus siglas en inglés) anunció la llegada oficial del fenómeno meteorológico de El Niño, que se produce aproximadamente cada dos a siete años, pero no de forma previsible. El cambio, vinculado al aumento de la temperatura de la superficie del mar, aumentará el calor en una atmósfera que ya se está calentando: algunos científicos predicen que pronto podría superarse temporalmente el límite simbólico de 1.5°C para el calentamiento global.

Independientemente de si eso sucede o no, la llegada de El Niño anuncia un nuevo periodo de incertidumbre climática que, con su riesgo asociado de fenómenos meteorológicos extremos, economistas y políticos ignoran bajo su propio riesgo. Incluso los mejores planes para enfrentar la escalada del costo de la vida deberán tener en cuenta las malas cosechas y la espiral de precios de los productos básicos. También ofrece un avance de lo que podría venir más adelante.

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El Niño es la fase de "calentamiento" de un ciclo climático natural en el Océano Pacífico ecuatorial. Su fase opuesta, de enfriamiento, se denomina La Niña. Juntos, forman el ciclo de El Niño Oscilación del Sur (ENOS), debilitando y reforzando respectivamente los vientos alisios. Estos cambios influyen en las corrientes en chorro que dirigen las tormentas por todo el planeta.

La declaración de la NOAA de la semana pasada significa, según Richard Allan, catedrático de climatología de la Universidad de Reading, que se han cumplido tres criterios: una zona definida del Pacífico oriental tropical es más de 0.5°C más cálida que el promedio a largo plazo; se prevé que el calentamiento continúe; y la atmósfera está mostrando señales de respuesta a ese calentamiento.

La respuesta atmosférica a El Niño, que previsiblemente se reforzará a lo largo del otoño y el invierno del hemisferio norte, consiste esencialmente en una alteración de los patrones de vientos y precipitaciones: los investigadores esperan que sea más húmedo en el sur de EEUU y más cálido y seco en el norte de Sudamérica, el sur de África, el sur de Asia y el sur de Australia. Pero más allá de eso, abunda la incertidumbre, incluso sobre cuándo El Niño podría alcanzar su punto culminante.

Esto podría ocurrir este año o el próximo; o podría esfumarse. "Es demasiado pronto para saber cómo se desarrollará la actual historia de El Niño", dice Allan. "Pero si desata todo su poder en 2024, es muy probable que se supere otro récord de temperatura global". A principios de este año, la Organización Meteorológica Mundial dijo que las temperaturas podrían entrar en un "territorio desconocido", con repercusiones en la salud, la seguridad alimentaria, la gestión del agua y el medio ambiente. El estado de ánimo entre los climatólogos parece ser el de incertidumbre salpicada de inquietud.

Uno de los retos es pronosticar cómo deben prepararse los países: aunque los modelos climáticos funcionan razonablemente bien a escala mundial, según el profesor Tim Palmer, físico del clima de la Universidad de Oxford, son menos eficaces para hacer previsiones a largo plazo a escala nacional. Esto será importante en los próximos años, cuando los países inviertan en medidas de adaptación, como la construcción de defensas contra las inundaciones. Palmer es uno de los que abogan por una "CERN del cambio climático", un enorme esfuerzo multinacional de supercomputación para hacer pronósticos de mayor resolución y estudiar cómo podría alterarse el ciclo ENOS en un mundo que se está calentando.

La Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN, por sus siglas en inglés) es una organización intergubernamental y uno de los mayores centros de investigación científica del mundo. Se le atribuye el nacimiento de la World Wide Web (WWW), inventada por Tim Berners-Lee, científico británico del CERN, en 1989.

Para los muchos países directamente afectados por El Niño, dice Palmer, la "pregunta del billón de dólares" es: ¿cómo puede afectar el cambio climático la frecuencia y fuerza de los fenómenos de El Niño y La Niña en el futuro? "Es una cuestión extraordinariamente compleja que no puede abordarse a escala nacional", dice, sugiriendo que debe modelarse siguiendo la iniciativa internacional de física de partículas de la CERN de Ginebra, que descubrió el bosón de Higgs.

Por ahora, la realidad es que el mercurio sigue subiendo y el clima sigue cambiando. La temperatura media mundial se sitúa ahora al menos 1.1°C por encima de los niveles preindustriales; el efecto de calentamiento de El Niño, que limita la capacidad de los océanos para absorber calor de la atmósfera, la sitúa a muy corta distancia del límite de 1.5°C establecido en el acuerdo de París.

Cualquier subida debería ser temporal, pero sigue representando un nuevo extremo. Veintiocho países, incluyendo el Reino Unido y China, experimentaron sus años más cálidos en 2022. Podría haber sido peor: esas temperaturas se mantuvieron bajo control gracias a los efectos refrigerantes de La Niña.

Este año, mientras tanto, ha traído cifras récord de calor en España en el mes de abril, extensos incendios forestales en Canadá y, como consecuencia de ellos, cielos irrespirables sobre Nueva York. Ése es el mensaje crítico: lo que no tenía precedentes se está convirtiendo en la norma.

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