Los agricultores aguardan con expectativa que, tras las intensas lluvias que hubo en los últimos días, las chacras sequen para ingresar y evaluar los daños en lo sembrado, pero se teme que haya perjuicios –al menos parciales– y que eso impida que el crecimiento proyectado en el área de cultivos de invierno para esta zafra cristalice en toda su magnitud.
Así como hay que esperar –por lo menos hasta este jueves– para ver el impacto en la emergencia de trigos, cebadas y colzas, habrá que aguardar algo más para que la maquinaria pueda continuar con las labores de siembra.
Más allá de la adversidad que supone la acumulación de precipitaciones ocurrida, hay pronósticos de más lluvias y eso hace que las ventanas de siembra –el lapso propicio para avanzar en la labor–, sean muy cortas e incidan en que las áreas se confirmen.
Según un relevamiento que realizó El Observador este miércoles el daño es variado, dado que llovió en todo el país, pero los registros no fueron uniformes, con más de 400 mm en algunas zonas sobre todo del centro, litoral y norte y no más de 150 mm hacia el sur del área agrícola nacional.
En el primero de los casos, se teme que haya daños importantes y allí deberá evaluar el agricultor y sus asesores agronómicos si conviene invertir en una resiembra, dado que la fecha óptima para plantar va llegando a su fin.
En donde no llovió tanto hay afectaciones menores, bajando la densidad de plantas por ejemplo, lo que no deja de ser un problema dado que eso incidirá en los volúmenes productivos que se obtendrán al cierre de la primavera, cuando se coseche.
Uno de los productores explicó que tras las lluvias ya hubo buenas horas de sol y mucho viento, lo que sumado a la buena temperatura en el suelo permitirá que mucho de lo sembrado se salve.
Lo que sí está complicado es lo que se sembró poco antes y en donde llovió en pocos días lo que suele llover en períodos más extensos de semanas o meses.
Otro factor a considerar es el estado que tenía lo implantado al momento de producirse las lluvias excesivas, porque no es igual la afectación cuando la germinación se había producido y la resistencia es mayor que cuando la semilla estaba recién depositada.
El atraso en la siembra es trascendente y no solo por lo que sucedió en la última semana, sino porque previamente hubo ventanas de siembra pequeñas, dados otros episodios aislados de lluvias. En un año normal, lo habitual es no sembrar cebada o trigo más allá del 10 de julio, hacerlo después no es recomendable.
Donde el productor decida correr el riesgo, se podría utilizar un trigo de ciclo corto, pero el problema es que hay lluvias anunciadas para este fin de semana y el martes que viene. En cebada, como el precio es muy bueno, se entiende que es un renglón agrícola en el que conviene hacer el esfuerzo.
En colza se estima que, en ese caso con un crecimiento de área confirmado, prácticamente se concretó, aunque el área es menor comparada con trigo y cebada.
Un factor positivo en todo este escenario es que en Uruguay hay muy buena capacidad de siembra, por lo que de llegar una secuencia de días secos se puede concretar un avance veloz.
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