A los 22 años, Dolores "Lola" Moreira disputó sus segundos Juegos Olímpicos y se volvió con sensaciones encontradas. Mejoró lo hecho en Río 2016 donde fue 25ª entre 37 competidoras, en la clase laser radial de yachting, al quedar 22ª entre 44 navegantes. Pero sintió "impotencia" porque físicamente se sintió lejos de las que disputaron la medal race, contó cómo influyó el año y medio sin poder competir y qué ventajas logísticas le sacaron las naciones más poderosas. De sus sensaciones, peso, altura y próximas actividades la sanducera charló con Referí ya nuevamente en Montevideo.
¿Cómo estuvo la vuelta a Uruguay?
Bien, mi familia me vino a recibir a Montevideo, nos fuimos unos días a La Tuna, pero el miércoles pasado retomé los entrenamientos, la valija recién me llegó el fin de semana y ahí pude volver al agua.
¿Ya tiene el foco puesto en el Sudamericano de Río?
Estamos viendo si podemos llevar los barcos por tierra para abaratar costos, pero la frontera está complicada para pasarlos. El Chato (su entrenador, Luis Chaparro) está haciendo los trámites con la Secretaría Nacional del Deporte. Si sale todo bien, me voy del 4 al 7 de setiembre para la Semana Internacional de Río y después al Sudamericano que es del 9 a 13. En 2020 no hubo Sudamericano y en 2019 fue en Perú, pero me retiré por un problema en la espalda.
¿Cómo está ahora de la espalda que la obligó en sus inicios a retirarse de un Mundial juvenil en Omán y en 2019 de ese Sudamericano para poder llegar fuerte a los Juegos Panamericanos?
Impecable, por suerte no tuve más problemas.
¿Y de la rodilla que la tuvo un buen tiempo alejada del agua?
A veces molesta, cuando la cargo mucho, pero no me impide navegar. Estuve un año y medio sin poder competir antes de los Juegos. Pude volver en la gira que hice por Portugal y Países Bajos antes de ir a Tokio.
Con el paso de los días, ¿qué evaluación hizo de su actuación en sus segundos Juegos Olímpicos?
No me fui del todo contenta, sí de poder competir, estar entre los pocos que pueden estar en los Juegos. Eso es una oportunidad que hay que valorarla y estar felices porque todos pelean para llegar y pocos llegamos para dejar arriba a nuestro país. Pero me dio mucha bronca entrenar tanto y que no se refleje en los resultados. Cometí muchos errores que se pagaron caros. Sentí mucha impotencia por el peso, pero no fui la única. lo hablaba con la estadounidense Paige que no tuvo su mejor campeonato cuando siempre fue top 10 y se retiró después de los Juegos porque se cansó de constantemente querer subir de peso porque la categoría está cada vez más pesada.
¿Cómo llegó físicamente a los Juegos?
Llegué más fuerte que nunca, pero la realidad es esa, que en mi categoría (laser standard) las competidores van cada vez más pesadas. El promedio de peso normalmente estaba en 68 kilos y en los Juegos el top 10 estuvo arriba de los 70 kilos; toda la categoría subió y ya el año pasado hicimos tremendo entrenamiento, con recuperación, intentamos hacer las cosas bien: bajé de peso para poder subir en masa muscular, en cuarentena y sin poder entrenar, pero no me dio para llegar en 68 kilos, llegué en 65 y me faltaron unos kilos que con viento no tuve cómo peleársela a las rivales.
EFE/ Lavandeira Jr
Dolores Moreira
Usted siempre se caracterizó por hacer la diferencia a talento, sin viento a favor, pero con viento a favor el peso y la altura da esas ventajas con las rivales, ¿cómo fueron las condiciones en Enoshima?
Tuvimos un primer día y el último con poco viento, pero los tres del medio con mucho viento en una cancha complicada, muy inestable. La cancha era para ir por las esquinas, pero en una ceñida ibas por la izquierda y a la siguiente cambiaba, no había una receta para leer la cancha.
¿Qué peso tuvo el factor tecnológico con sus rivales?
A la hora de competir los botes no pueden usar sus bases meteorológicas y a la hora de las regatas, los entrenadores tenían que dejar sus celulares en tierra. Sin embargo, todo los países, hicieron estudios previos con diferentes marcas de boyas y bases metereológicas para ver cómo se comportaba el viento. Los equipos llegaron con contenedores con gimnasio, salas de fisioterapia y mesas de trabajo para arreglar los barcos. Para que tengas una idea, la selección de España llevó hasta podólogo. Son cosas que obviamente marcan diferencias.
¿Y Uruguay?
En el contenedor llevé el barco para entrenar los días previos pero no nos dejaron entrenar. El día que nos dejaron entrenar ya nos dieron los barcos para la competición. Eso sí, Pablo Defazio y Dominque Knuppel llevaron un fisioterapeuta, Damián Correa, que nos dio una mano tremenda.
Usted mide 1,65 m, ¿qué puede hacer para estar físicamente más a la par en futuras competencias?
Hicimos tremendo trabajo con Patricia Janson que es mi nutricionista y Cristopher Gil en la parte física en Enfoque, pero llegué a un punto de no poder subir más. Al final hasta empecé a comer chatarra para poder subir, más carne, más permitidos, pero solo llegué a subir un kilo tras mantener cuatro meses el mismo peso. Ahora vamos a replantear todo para explotar mi cuerpo e ir por la hipertrofia, en buen romance, voy a quedar cuadrada, llegar a mi peso máximo en músculo. Tenemos tiempo y espero con eso poder estar más adelante con mis rivales.
¿Cómo va a cerrar su temporada?
En octubre está la chance de ir a Suiza a entrenar en el barco donde vamos a disputar la Gold Cup que va a ser el primer Mundial de selecciones de vela y en diciembre en vez de ir al Mundial voy a ir a los Juegos Panamericanos de la Juventud que en mi deporte son para menores de 23 años y yo tengo 22.