Desierto de Atacama, Chile

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Los atrapaniebla de Atacama: cómo conseguir agua en el desierto más árido del mundo

La “kamanchaka”, única fuente de humedad en el desierto de Atacama, es la esperanza de los pobladores de la región.
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03 de julio de 2022 a las 10:36

El desierto de Atacama es el más árido del mundo. Sus 100 mil kilómetros cuadros dibujan hasta los 2 mil metros sobre el nivel del mar una franja de 1.600 kilómetros de longitud y unos 200 kilómetros de ancho entre el Océano Pacífico y la Cordillera de los Andes, abarcando una parte del sur de Perú y regiones del norte de Argentina y Chile. Allí, cada gota de agua cuenta.

En el sector central, en la zona chilena comprendida entre las ciudades de Antofagasta, Calama y Capiopó, la precipitación media es de apenas 15 milímetros por año. Sin embargo, en algunos lugares no superan los 3 milímetros y se han registrados períodos de hasta cuatro años sin lluvias. La evidencia recolectada por los geólogos sugiere que puede no haber tenido lluvias significativas entre 1570 y 1971.

La kamanchaka, palabra que significa “oscuridad” en aimara, es la única fuente de humedad en la región y la esperanza de los pobladores y científicos. Se trata de la espesa niebla costera que se produce durante la noche y madrugada en las aguas costeras del Pacífico cuando el mar libera el calor que absorbió durante el día. A medida que el sol se eleva, el vapor se calienta, sube e ingresa en el continente. Es entonces cuando comienza el trabajo de los atrapaniebla.

En lo alto de la reserva Cerro Grande, en la localidad de Ovalle, 28 mallas de polipropileno de nueve metros cuadrados cada una capturan la niebla que las atraviesa y cubre a diario el sector, donde el sol es esquivo y el viento y el frío se cuelan por la ropa. Es uno de los parques de atrapaniebla más productivos de América Latina. Cosecha unos 540 mil litros cada año.

En poco más de una década de funcionamiento, los atrapaniebla consiguieron preservar el último lugar con vegetación nativa y endémica dentro de la reserva, en una zona muy afectada por la desertificación y producto de siglos de cultivo de trigo extensivo. "Este es un oasis natural de niebla como hay muchos en la costa chilena", explica a la agencia AFP Nicolás Schneider de Un alto en el Desierto, la fundación que ejecutó y administra el proyecto localizado en la región de Coquimbo, a unos 400 kilómetros al norte de la capital chilena.

La búsqueda de predictibilidad

La tecnología fue diseñada en Chile en la década del 60 a través de un sistema muy sencillo. Las pequeñas gotas de agua que forman la niebla, que llega desde el mar empujada por el viento, van quedando en la malla plástica, conocida como "malla Rachel", y lentamente se agrupan en otras de mayor tamaño que por efecto de la gravedad se deslizan por el fino entramado hasta caer en una canaleta que las colecta para finalmente hacerlas correr hacia un depósito. Actualmente, 40 redes se despliegan en el desierto Atacama.

Camilo Río, investigador del Instituto de Geografía de la Universidad Católica de Chile, explica que cada metro cuadrado de malla atrapa un promedio anual de 7 litros por día. La eficacia, sin embargo, depende de la zona del desierto y de la época del año. En verano, la cantidad de agua atrapada puede llegar a 14 litros, pero también puede ser cero durante el invierno. En Alto Patache, a unos 70 kilómetros al sur de Iquique, en la región de Tarapacá, los atrapaniebla abastecen todas las necesidades de la estación de investigaciones de la universidad.

“Siendo Atacama el desierto más árido del planeta, conocer los recursos hídricos y caracterizarlos es fundamental para su gestión y conservación. Es una premisa básica para un adecuado desarrollo de los ambientes desérticos”, explica Río. La niebla, de hecho, hace posible la existencia de valiosos ecosistemas en un ambiente hiperárido, que de otra manera no existirían. Lo que le otorga relevancia y sentido al estudio de este fenómeno climático, además de novedoso recurso hídrico.

Una de las metas de los científicos es llevar el sistema a pequeñas comunidades costeras del norte de Chile que no tienen agua potable y que deben ser abastecidas diariamente con camiones cisterna provenientes de las ciudades más próximas. Sin embargo, el objetivo no es sencillo. Antes, los investigadores deben dotar de mayor predictibilidad a la tecnología. “Si pretendemos que sea un recurso hídrico válido para consumo humano debemos tener la certeza que va a ser sustentable en el tiempo, y no un año sí y otro no”, señala Río.

La experiencia en Cerro Grande

Por lo pronto, el sistema funciona con éxito en la reserva de Cerro Grande, donde el agua cosechada se usa principalmente para la regeneración y conservación ecológica del parque. Con ella se riegan unos mil árboles nativos y endémicos plantados, como el quillay, el peumo y el guayacán. Una reforestación que le ha cambiado la cara al lugar. Ocasionalmente, también para que beban los animales que habitan en el lugar.

En situaciones de emergencia hídrica, los atrapaniebla de Cerro Grande abastecen a las casas de la pequeña localidad aledaña de Peña Blanca. En este caso para el lavado de ropa o la recarga de sanitarios. "No es posible beberla directamente porque no tiene un proceso de potabilización", explica Schneider. Sin embargo, un grupo de vecinos de Peña Blanca, habitado por un centenar de personas, tiene en desarrollo un proyecto para poder envasarla y venderla tras su purificación.

Con el agua cosechada se produce también cerveza, la única en Chile con estas características. La cerveza “Atrapaniebla” tiene un proceso de fabricación similar a la de otras bebidas confeccionadas de manera artesanal, aunque usar este tipo de agua le permite diferenciarse en el mercado, explica a la AFP Miguel Carcuro, uno de sus dueños. “Hemos logrado un producto que incorpora el clima y la geografía de este lugar; por lo tanto, la gente lo siente como propio", agrega.

Con sus dos tipos de cervezas, el año pasado produjeron 80 mil litros y alcanzaron ventas por US$ 186 mil. Los cuatro paneles de la cervecería le permiten surtirse de entre 2 y 3 mil litros de agua por semana, que es incorporada directamente al proceso de macerado. "Algunos catadores han dicho que tiene pequeñas notas salinas que no encuentran en otras cervezas", agrega Carcuro sobre el origen marino de la niebla que cubre la reserva.

Reutilizando aguas grises

La sequía se siente con fuerza en Ovalle, un antiguo valle agrícola donde el avance del desierto de Atacama se visualiza con crudeza. El fenómeno de la desertificación afecta el 21,7% del territorio chileno. Unos 16,3 millones de hectáreas en donde habitan 6,8 millones de personas. La región de Coquimbo es una de las más dañadas. En el liceo Politécnico de Ovalle, donde la mitad de los alumnos viven en zonas rurales afectadas por la falta de agua, se diseñó un sistema para la reutilización de las aguas grises.

Se trata de las aguas residuales provenientes del uso doméstico en el lavado de utensilios de cocina y ropa, o del baño de las personas. En este caso, la de los lavamanos de los baños del politécnico. El sistema, que consiste en filtrar el agua ya usada, permite reutilizar entre 1.000 y 1.500 litros por semana, que se destinan principalmente al riego. El objetivo en una primera etapa es llevar el sistema a nueve establecimientos de la región.

Una alternativa frente al cambio climático

Según el departamento de Ingeniería Civil de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, el país será uno de los más fuertemente afectados por los efectos climáticos del calentamiento global. Las observaciones indican que impactará directamente en la cantidad de agua almacenada en la Cordillera de los Andes, ya sea en forma de nieve o glaciares. Los cambios en los patrones climáticos se evidencias ya en una megasequía que lleva diez años.

Los académicos señalan la urgente necesidad de buscar respuestas a interrogantes como ¿cuánta nieve se almacena en los Andes chilenos y cómo se distribuye?, ¿qué fracción de la precipitación anual alimenta los ríos?, ¿cómo es la estacionalidad del caudal? y ¿qué fracción proviene del derretimiento de nieves y glaciares?, entre otras preguntas. Cuestiones críticas que se tornan acuciantes en la norte, donde el 90 por ciento de las muy escasas precipitaciones se transforma en evapotranspiración.

Según los investigadores de la Universidad Católica, los atrapaniebla se perfilan como una importante contribución en el desierto más seco del mundo, pero también para el centro de Chile. Una alternativa eficiente para la diversificación de la matriz nacional, ya sea a pequeña, mediana o gran escala, porque no consume energía eléctrica, como ocurre con la desalación del agua de mar y su bombeo a largas distancias.

La kamanchaka, única fuente de humedad en Atacama, es la esperanza de pobladores y científicos. Y los atrapanienblas, además, una tecnología que Chile ya exportó a Nepal, Perú y las Islas Canarias, entre otros países.

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