Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > REEDICIONES

Los discos de Orfeo y sus reediciones digitales: así se trabaja en las nuevas versiones

El sello Bizarro está publicando durante las últimas semanas algunos álbumes clásicos de la música uruguaya por primera vez en plataformas digitales
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23 de mayo de 2020 a las 05:02

Hay dos nombres ineludibles en la historia de la música uruguaya: Sondor y Orfeo. Los dos son sellos discográficos. El primero continúa en actividad, el segundo desapareció en la década de 1990. Cada uno con más foco en algunos géneros, los dos acumulan un amplio archivo de obras de música nacional. El catálogo de Orfeo, en particular, es el más extenso, con más de mil fonogramas en ese archivo.

Desde 2003, ese catálogo es gestionado por Bizarro Records. Durante los primeros años lo hizo a través de un acuerdo con la discográfica internacional EMI, propietaria de esos álbumes luego del cierre de Orfeo. En 2007 el sello uruguayo se quedó de forma definitiva con ese material. Y en estas últimas semanas, entre los lanzamientos de una música nacional que no dejó de producir ni siquiera en medio de la pandemia de coronavirus, se han ido publicando en las plataformas de streaming como Spotify, algunos de los discos más destacados de ese catálogo.

Son discos que hasta ahora no estaban disponibles en esas plataformas, y que en varios casos, eran difíciles de conseguir por otros medios, en particular aquellos que nunca se habían reeditado. La publicación viene acompañada de una remasterización para que estas nuevas versiones se escuchen de la mejor manera posible.  

Entre estas flamantes reediciones se cuentan el disco Repique, de la banda homónima, integrada por Jaime Roos, Jorge Galemire, Gustavo Etchenique, Andrés Recagno, Carlos Ferreira, Jorge Vallejo y Alberto Magnone, que hasta ahora solo se había publicado en vinilo; Otro tiempo, el tercer y último disco de Rumbo; Entre putas y ladrones, de El Sabalero; Segundos afuera, de Jorge Galemire, Nieblas y neblinas de Eduardo Darnauchans, y La iguana en el jardín, el disco debut de Claudio Taddei. A esos se suman discos de Alfredo Zitarrosa, Traidores, Níquel y el proyecto de reediciones de la discografía completa de Jaime Roos.

Entre los que están en camino, y que serán lanzados en las próximas semanas están el segundo y tercer disco de Traidores, En cualquier parte del mundo y Traidores, que completan así la trilogía que el grupo publicó en Orfeo, iniciada por Montevideo agoniza, ya reeditado en vinilo; El trigo de la luna de Darnauchans y Ferrocarriles, el segundo álbum de Galemire.

El ritmo de publicación es cada unos pocos días, algo que fue provocado por la pandemia, según explicó a El Observador el director de Bizarro, Andrés Sanabria. “Las reediciones estaban previstas, porque lo que está saliendo ya estaba pronto desde 2019. Lo que la pandemia hizo fue llevarnos a multiplicar este esfuerzo. Si no pasaba esto se iban a publicar, pero con más diferencia de tiempo entre ellos. Esto no es subirlos a un servidor y publicarlos, sino que lo hacemos con cariño: queremos que todo esté ajustado, que las tapas estén en buena calidad y que los datos de las canciones estén correctos. Y este era el momento adecuado”, dijo.

Ediciones físicas
Por el momento no se maneja realizar ediciones físicas de estos materiales, en particular por el hecho de que buena parte de las disquerías están cerradas. Sanabria comentó que no se descarta hacerlas para algunos discos en el futuro, una vez pasada la pandemia.

El mensajero

El archivo de Orfeo, entre cintas y respaldos digitales está disperso por Montevideo. Hay partes en las oficinas de Bizarro y otros materiales están guardados en el archivo de Cinemateca desde que EMI era la propietaria de esas obras, por ejemplo. De allí se elaboran las reediciones, que salvo en el caso de los álbumes de Níquel, donde el trabajo lo realiza Jorge Nasser, tienen como encargado a César Lamschtein, ingeniero de sonido y productor musical.

Lamschtein trabaja en reediciones de Orfeo desde 2008, y considera que en la dicotomía con Sondor, Orfeo tiene “la mejor mitad” de la música histórica uruguaya. Ha trabajado en discos de Ruben Rada, Laura Canora, Buitres, El Sabalero y Zitarrosa. Sus primeras tareas fueron las de ordenar el archivo. Había materiales mal etiquetados y otros que no se sabían que eran. Después vinieron las reediciones en CD y ahora, digitales.

Ya desde las reediciones en CD el criterio es el de respetar el sonido original. “Lo tomamos como que el disco es una cápsula que viajó al futuro. El que va al pasado es el oyente, no se trata de que los Bee Gees suenen como los Backstreet Boys”, explicó.

Ahí entra en juego el paso del tiempo y el desgaste de los formatos originales. Un escucha acostumbrado a un viejo vinilo puede pensar que el disco suena así, pero el master original tiene una mejor calidad porque está bien conservado. “Hay que tener cuidado en eso”, dijo Lamschtein. “Es como que vos ves a una persona muy linda parada arriba de una piscina, entonces no le ves los pies. Hoy podes vaciar la piscina con tecnología y ver si tiene los pies sucios o no, pero eso no mejora la experiencia emocional, que es lo que hay que cuidar. Que te emociones con el arte del artista, yo solo soy el mensajero que tiene que pasar el mensaje”, comparó el técnico.

Sanabria afirmó que la mayoría del material está en buen estado, sin deterioros graves salvo algunos casos muy puntuales en los que no se habían cumplido los cuidados adecuados. Lamschtein, por su parte, explicó que al momento de sentarse a trabajar en los discos se encontró “de todo”.

Está, por ejemplo, el caso de Milonga Madre de Zitarrosa. Al master original le faltaba una canción, por lo que hubo que tomarla del vinilo original. “Ahí hubo que hacer una restauración. El resultado no es perfecto pero se mejoró mucho, fue de los más difíciles”. Otro álbum que tenía una canción faltante fue Montevieo agoniza: el tema Solo fotografías también fue sacado del vinilo original, contó Sanabria. “Y hasta ahora nadie se dio cuenta”, agregó.

En el otro extremo, los discos de Repique, que estaban en un nivel sonoro increíble (“Y si, está metido Jaime”, puntualiza Lamschtein).  El caso de La iguana en el jardín es particular, porque Lamschtein fue el encargado de la grabación original. “Yo sé donde la cagué en aquel momento, y de lo que me arrepentí durante veinte años. Es un disco al que le tengo mucho cariño, y por suerte tengo las herramientas del siglo XXI para arreglar los errores del siglo XX. Creo que Claudio estaría muy contento”, dijo sobre ese trabajo.

Otros discos, como Ferrocarriles de Galemire o Esa Tristeza, de Laura Canoura, que ya habían sido remasterizados para CD, tuvieron que ser trabajados de nuevo, porque el criterio para un CD no es el mismo que para una plataforma digital.

Nuevo paradigma

Los CD suenan más fuerte que Spotify u otras plataformas, explicó Lamschtein. “Si lo haces sonar igual de fuerte, Spotify lo baja. La destreza es que suene fuerte sin reventarlo”, explica sobre una de las razones por las que las masterizaciones tienen que hacerse desde cero en la era digital.

Por eso es que lo que se está haciendo con los discos de Orfeo es optimizarlos para que suenen de la mejor forma posible en el nuevo medio dominador, que aunque a priori no lo parezca, está más cerca de la radio que de los discos.

“Estas plataformas están a medio camino entre los discos y la radio. En realidad no es de por si una discoteca infinita, sino que es una radio a la que yo le puedo pedir lo que quiera”. A nivel sonoro, las plataformas toman un recurso que la radio siempre usó: la normalización de sonido, que viene activada por defecto en todas las más usadas.

En un disco, la tarea de masterizado, que se hace luego de la grabación y genera el original del que luego se harán las copias, tiene como objetivo emparejar el sonido. Que las canciones, aunque sean diferentes, tengan una unidad en su sonoridad y en su volumen.

Mientras que en la radio, donde suenan canciones de diferentes artistas, épocas y orígenes, se aplica la normalización de volumen para que todo suene parejo. Eso mismo hacen las plataformas, donde mandan las playlists, donde cada usuario es un potencial programador.

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