Los ganaderos empiezan a romper la resistencia e incorporan la forestación

La ganadería y la forestación fueron los temas de análisis en la jornada de Agro en Foco realizada el jueves 26 en la estación experimental del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), en Tacuarembó. La actividad se desarrolló con la organización del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), la consultora Blasina y Asociados y El Observador.

La jornada comenzó con una exposición del ministro de Economía y Finanzas, Mario Bergara (ver nota aparte), y la sala estuvo colmada de público, concurrieron más de 300 personas, e incluso quedó gente de pie y algunos afuera del local.

El cierre estuvo a cargo del investigador de INIA, ingeniero agrónomo Juan Manuel Soares de Lima, quien analizó que la reacción de las personas ante la llegada de la forestación a Uruguay no fue buena. Recordó que muchos decían que los campos iban a quedar como un desierto y que los árboles iban a absorber todo el agua del acuífero Guaraní.

Consideró que esas reacciones fueron parte de la resistencia al cambio que tienen todos los seres humanos. Y lo comparó con los comentarios que se hacían cuando apareció el horno microondas.Sin embargo, nada de eso ocurrió y hoy el microondas es uno de los electrodomésticos más usados en la vida cotidiana de casi todos los hogares.

Soares de Lima señaló que la resistencia natural al cambio tiene tres respuestas básicas: no conozco, no puedo y no quiero. Y son esas las respuestas que utilizaban los ganaderos para explicar por qué no incorporaban la forestación a su sistema.

Comentó que para eliminar estos preconceptos es importantes generar información sobre los objetivos, las necesidades y los efectos, para reducir las incertidumbres e inseguridades y plantear el costo-beneficio del cambio.

Agregó que es importante además ajustar el modo de implementación del cambio a las características de cada empresa en particular y buscar apoyos que brinden garantía.

“Se decía que Uruguay iba a terminar como un desierto por los árboles y la forestación creció de la mano de empresas hasta llegar a un millón de hectáreas forestadas”, señaló.

Soares de Lima planteó además dos modelos productivos para la interacción entre ganadería y forestación. El primer modelo es para establecimientos que estén cercanos a la zona norte, con unas 200 plantas de madera sólida por hectárea, para que sean cosechadas en 12 o 14 años con cuatro o cinco podas previas.El segundo modelo es recomendado para la zona centro-sur, con 600 a 750 plantas por hectárea, de madera para pulpa de celulosa con turno de 10 años.

El técnico forestal Roberto Scoz, director del Programa Nacional de Investigación en Producción Forestal, comentó que después de 25 años de la Ley Forestal es momento de aprender sobre forestación porque “hay una ganancia atrás de esto”, dijo.

Scoz destacó las oportunidades de la incorporación del rubro forestal en predios ganaderos y explicó que la integración entre ambos rubros no se define solo a través de la denominación silvopastoril.

Señaló que el sistema silvo-pastoril forestal está determinado por las forestaciones donde entra ganado, “en un principio se hacía para cortar el pasto, pero hoy ve una renta y muchas empresas tienen un encargado de ganadería. Por otra parte, está el sistema silvopastoril ganadero, constituido por predios donde hay componentes forestales en bloque y donde la empresa forestal se hace cargo de la forestación.

Pero además está el sistema integrado para pulpa o madera sólida a cargo del propietario del campo.

El experto recomendó que cuando se planta el árbol ya se tiene que saber para qué será, cómo podarlo, a qué medida y cuándo. Señaló que en la producción de carne el ganadero no puede elegir cuáles son los cortes que más debe tener la vaca, pero que en forestación eso sí se puede hacer.

Destacó que hay mucha genética, valor agregado, investigación, clones, híbridos y viveros forestales. “El debe que tiene la forestación es abrir al mercado estos materiales genéticos. Hay que aprender en este sentido de los ganaderos y agricultores”, dijo.

También comentó que si los árboles tienen más espacio pueden crecer más rápido. “Aumentando la distancia se puede cortar cuatro o cinco años antes. Si no me sirve el precio ese año y no lo corto a lo sumo el árbol crece, la cosecha no se pierde”, remarcó.

La caja de ahorros
Scoz discrepó con la teoría que indica que la forestación es una caja de ahorros para el productor que la incorpora, porque cosecha 10 o 15 años después de la siembra. Sin embargo, el experto indicó que se pueden plantar 10 ha por año y al año 13 empezar a cosechar, lo que permitirá tener un ingreso continuo. “Tenemos que tener la paciencia de esperar 13 años, pero con el desarrollo que tienen los árboles acá los europeos no pueden creer cómo no nos jugamos a producir más”, señaló.

En cuanto a la poda dijo que es cuestión de aprender a manejarla. Dijo que con 100 o 200 árboles no es necesario tener una cuadrilla forestal.

También alertó que hay plagas y enfermedades que en forestación son comunes y hay que estar atentos a ellas. Además reconoció que en la actualidad es difícil conseguir mano de obra.

Capacidad industrial
Scoz llamó a potenciar la capacidad industrial de la madera sólida. Dijo que hay más de 50 aserraderos en el norte, que obtienen rendimientos de 30% a 35% de producto por árbol, dicho de otra forma: solo 30% o 35% de la madera que entra al aserradero sale como producto final. “La optimización de los procesos industriales pueden rendir más con madera de buena calidad, eso valora el proyecto”, aseguró.

Propuso que los productores forestales chicos se asocien con aserraderos chicos, ya que esos son espacios de negocios que están disponibles. Madera, aserrín, pulpa o biomasa son los productos forestales a comercializar. “Hoy está más apoyada la forestación para madera sólida que para pulpa; hay que tener en cuenta la distancia a las plantas”, dijo.

En cuanto a los campos donde forestar, el director del Programa Nacional de Investigación en Producción Forestal explicó que se puede forestar cualquier hectárea en Uruguay. Indicó que hay que solicitar permiso para forestar más de 100 hectáreas, pero si son productivas pueden ser consideradas forestales. Agregó que hay mucho más espacio para crecer y para aprovechar.

En relación a los sistemas de certificación dijo que son engorrosos y señaló que quienes certifican lo hacen para colocar mejor el producto. “Para certificar hay que ver a quién se vende y si lo exige o no”, sostuvo.

Por último dijo que se puede ayudar a controlar la erosión de la tierra a través de la forestación y dijo que arriba de la tierra se pueden hacer muchas cosas para aumentar la rentabilidad.